El matemático y profesor de Economía Aplicada de la UMA Julián Molina critica al Ayuntamiento por negar durante años las señales: “Han desnaturalizado completamente la ciudad y cada vez es más inhabitable, más complicada para los habitantes”

Málaga ya es una ciudad problema y no habitable:
“Incluso los restaurantes, que se calcula que la media tiene que estar entre 140 y 175 personas censadas por cada restaurante, pues en Málaga tenemos zonas donde hay un establecimiento de restauración por cada tres personas”

15/05/25. 
Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. El pasado martes, el diario conservador Sur, tradicionalmente alineado con la línea política del alcalde Francisco de la Torre, publicaba dos noticias que confirman lo que desde hace años vienen denunciando colectivos ciudadanos, estudios académicos y voces críticas: Málaga se está convirtiendo en una ciudad cada vez más difícil de habitar. “Sobran las...

...señales de que esto no es un éxito”, señala con contundencia Julián Molina, matemático y profesor del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga (UMA), en declaraciones a EL OBSERVADOR.

Las cifras confirman lo que desde hace años vienen alertando expertos y colectivos ciudadanos: el modelo de ciudad basado en el monocultivo turístico está agotado y está provocando un empobrecimiento progresivo de la población local. Lo explica con claridad Julián Molina, matemático y profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga, en declaraciones a EL OBSERVADOR: “Málaga sufre la segunda mayor subida del precio de alquiler de toda España en la última década, y eso lo sufre estando a la cola en la subida de renta. No solo es que haya subido el alquiler disparatadamente, es que la renta ha subido en Málaga mucho menos que en otros sitios y menos que la media”. Y sentencia: “El empobrecimiento de la ciudad es un hecho”.

Para Molina, la situación actual no es fruto de una casualidad o de un fenómeno imprevisto, es el resultado directo de una estrategia institucional sostenida en el tiempo por el Ayuntamiento, que durante años ha ignorado todas las alertas. Y es que “hace años que tenían que haber tomado medidas y no han tenido interés ni siquiera en aceptar el problema. Luego, a raíz de las manifestaciones y de algunas otras cosas, han ido entendiendo que tienen un problema. Y el problema ahora es más manifiesto que nunca y parece que les está explotando un poco en la cara”.


La paradoja, dice, es que mientras se deterioraban las condiciones de vida de los malagueños, el equipo de gobierno seguía ensalzando su modelo de gestión. Así, “durante estos diez años ha ido empeorando la calidad de vida de los malagueños. Ha subido el alquiler, se ha hecho cada vez más incómodo moverse por la ciudad, la renta sigue sin despegar… y ellos lo han vendido como un éxito porque calle Larios está preciosa y cada vez nos visita más gente”.

Según Molina, el problema fundamental es de modelo, ya que Málaga se ha convertido en un “establecimiento turístico”, y eso ha arrasado con los equilibrios económicos y sociales de la ciudad. “La ciudad se ha turistificado a lo bestia y eso hace que una ciudad se convierta en inhabitable para el ciudadano. Se convierte en un sitio estupendo para hacer negocios, pero malísimo para vivir”, indica.

El diagnóstico es claro: los barrios han dejado de ser lugares para vivir y se han transformado en zonas de paso, de consumo rápido, de rotación constante de visitantes. Existen secciones censales, explica el profesor, “donde hay seis plazas de pernoctación por habitante”. Esto significa que, si están todas ocupadas, hay seis turistas por cada malagueño en esa zona. “Esto obviamente está fuera de orden y transforma completamente la vida de los barrios, la vida del ciudadano, lo encarece todo”.


Pero el fenómeno va más allá del alojamiento turístico, “incluso los restaurantes, que para hacernos una idea se calcula que la media tiene que estar entre 140 y 175 personas censadas por cada restaurante, pues en Málaga tenemos zonas donde hay un establecimiento de restauración por cada tres personas”. Resultado: “Pierde completamente su habitabilidad. Es un monocultivo que se carga todo el tejido económico del barrio, porque los turistas no consumen lo mismo que los habitantes: no van al taller, a la ferretería, a la papelería…”.

Molina advierte que el turismo, lejos de ser una panacea económica, es un sector “muy canibalizador”. “Tiene un consumo muy específico, muy particular, que va retirando consumidores del resto de actividades. Primero los deja sin dinero y luego, finalmente, se van de la ciudad”. Es decir, el turismo no genera riqueza repartida, sino que concentra beneficios en unos pocos y contribuye al empobrecimiento del resto.

“Si fuera un monocultivo de una actividad con una transferencia social importante, aún tendría sentido”, señala, “pero el turismo es una actividad con mucha precariedad, con sueldos bajos y con una calidad económica muy baja”. En consecuencia, Málaga se va quedando cada vez más atrás “en salario, en renta, en todo, porque cada vez se va turistificando más”.

La reacción institucional, a juicio del profesor, ha sido un compendio de negación, propaganda y falta de estrategia. “Creo que ahora están un poco que no saben exactamente qué hacer para arreglar un problema que ya tenían que haber intentado arreglar hace un montón de años. Probablemente su estrategia, por lo menos hasta las próximas elecciones, será seguir intentando negar el problema y seguir vendiendo esto como un éxito, que evidentemente no lo es”.

La pregunta ahora es qué hacer. Y Molina lo tiene claro, “el primer paso sería aceptar que se cometieron muchos errores y que hay un problema muy importante. Y ese paso todavía ni siquiera se ha dado”.

La publicación de estas dos noticias en Sur, un periódico que históricamente ha respaldado sin fisuras el discurso del “éxito turístico”, es para Molina una señal de que algo está cambiando. “Sobran las señales de que esto no es un éxito, aparte de estas dos noticias que son un ejemplo. Ya hemos visto en los últimos años la despoblación de muchos barrios, el éxodo a las zonas de la periferia, el colapso del tráfico para entrar a la ciudad… lo que se va viendo son manifestaciones cada vez más obvias. Incluso sectores de la prensa que han comprado siempre la moto del éxito, pues ya se van dando cuenta también de que igual esto que están vendiendo como un éxito pues lo mismo no lo es, sobre todo para sus lectores, que son los habitantes, no los turistas”.