OPINIÓN. La Provincia del Paraíso
Por el Colectivo Eloy Herrera Pino
08/11/13. Opinión. Diez años cumplió el CAC en febrero, aunque, casualmente, Fernando Francés, su director, esperó al octubre de la primera década del Museo Picasso para celebrarlo. Según el Colectivo Eloy Herrera Pino, “si se recorren los diez años de CAC se puede tener una imagen completa de un centro de arte que no ha vivido en el mundo real ni un solo año de su existencia.
Nada de lo ocurrido ha perturbado a Francés: como si el mundo no estuviera aun peor que un día cualquiera en Auschwitz o después, y su noción de arte y las poéticas y estrategias contemporáneas en el arte se limitaran al entretenimiento en la galería”. Una colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
Fernando Francés celebra los diez años de su CAC Málaga con una exposición antológica de sus grandes éxitos y una recopilación de sus grandes versiones de realidad modificada
EL pasado mes de octubre, el empresario Fernando Francés lanzó su campaña de celebraciones del décimo aniversario del CAC Málaga, que él mismo dirige desde su génesis con la inquebrantable voluntad de llevarlo hasta el armagedón. Con la suerte que habitualmente caracteriza a esta ciudad desde que Francés conduce su destino artístico, coinciden las fechas con la apertura del Museo Picasso Málaga (MPM), también en octubre de 2003. O casi. Fernando Francés, celebrando esta efeméride de importancia universal, ha hecho varias entrevistas en medios locales (Sur, Málaga Hoy), ha dado la rueda de prensa inevitable, ha producido una exposición conmemorativa que viene a ser una recopilación de grandes éxitos -lo que él entiende por tal- seguro que ha hecho una fiesta en su casa y, en su línea habitual, festeja su alegre saber con información perspectivizada a su posición.
EL MPM abrió sus puertas en octubre de 2003. El CAC se inauguró el 17 de febrero de 2003, a poco menos de una semana del 23F. ¿Qué hizo Fernando Francés en febrero de 2013? Hizo una exposición de Rosa Brun que pudo o no tener que ver con este o cualquier otro aniversario; hizo Passion II, o sea, obras que provienen de los fondos de la colección permanente y de Carmen Riera con otra disposición (es muy arriesgado emplear la palabra 'organización' en el mismo párrafo que 'Fernando Francés'). Finalmente, también proyectó un vídeo de Marina Abramovic, cuya definición oficial forma parte del sólido discurso del CAC que tanto justifica el prestigio propio del que Francés tanto presume: "La artista serbia realiza un trabajo muy especial que emociona a todo el que lo ve" (literal). El CAC o el destierro de la pedantería.
ES extraño que ningún medio de comunicación local lo haya señalado y aun más extraño que ninguno de los periodistas que ha entrevistado a Fernando Francés durante octubre le haya preguntado por qué, sabiendo con cierta antelación cuándo iba a cumplir diez años el CAC, Francés haya hecho coincidir su celebración con el mismísimo mes picassiano por antonomasia y en particular con el (verdadero) décimo aniversario del (verdadero) museo estrella de la ciudad. Una mera anécdota que en ningún caso puede definir a Francés y sus tácticas.
EL CAC Málaga ha cumplido diez años de actividad continuada. Es casi lo mejor que se puede decir, y habría que matizar. Pero hay que decir más. Una aproximación a la trayectoria de la entidad que dirige el empresario Fernando Francés la puede proporcionar asomarse al punto de partida. Significativa e inquietante la visión primera, esa escultura de Stephan Balkenhol a la puerta del antiguo mercado de mayoristas. Este autor tiene un buen éxito comercial, y se pueden encontrar piezas suyas a la puerta de varios edificios institucionales europeos, como el Ayuntamiento de Edimburgo (ver foto). No es que tenga gran repercusión, pero ha caído en gracia en ciertos ambientes, con lo cual tuvo una época de mucho vender, hace ahora entre diez y quince años. Una diferencia hay, un matiz sutil pero fundamental. Solo Fernando Francés compró una escultura torcida para usarla como emblema y bienvenida. No habrá que atribuir significados esotéricos, es, simplemente, la realidad. La pagó con cargo al presupuesto local, y, por tanto, es patrimonio malagueño; será la escultura torcida que vendió Balkenhol, pero es nuestra gracias a Fernando Francés.
POR seguir en el Ur-CAC, una de las exposiciones inaugurales se llamaba 'Pretecnología punta', de Luis Bisbe. El texto oficial de la exposición, muy lejos del nivel de discurso de Francés, decía "La obra que Luis Bisbe (Málaga, 1965) expone en el CAC Málaga recrea, a partir de un entramado de cable de acero y cordón elástico, los diferentes instrumentos de trabajo utilizados en el sector de la construcción y la reforma". No se sabe a cuántos pudo emocionar.
BISBE no planteaba en ningún caso una visión política de la burbuja inmobiliaria (2003, faltaba menos de cuatro años para que explotara y llevaba flotando cinco; ya por entonces se hablaba de su peligro en voz alta), ni una crítica ni un análisis de las relaciones posibles entre poder económico, estrategias financieras, producción inmobiliaria, la vivienda como centro de gravedad del hábitat personal, como derecho humano o pieza esencial del mercado cautivo en España, lo doméstico, la historia de la vida cotidiana en las relaciones de poder público y privado, vivienda y género... y todo eso en Málaga, precisamente. Había mucho que decir a partir del asunto de la construcción y la reforma, pero Bisbe prefería ser poético y filosófico: "Luis Bisbe recurre a la belleza implícita en el concepto de inminencia, expresado a través de las herramientas y materiales de construcción, objetos que, por su propia calidad de instrumentos, anuncian lo que aún no se puede ver y, en algún modo, representan la ilusión de lo que está por venir". Lo que remite al famoso título de Ionesco, que tan bien le vienen al CAC y a su director y, siguiendo hasta el final, a Bisbe: "El porvenir está en los huevos".
EN esta década de CAC se han producido las mayores crisis políticas, bélicas, climatológicas, económicas y sociales después del 9 de agosto de 1945. Con la diferencia de que en el presente son todas en simultáneo y su onda expansiva está alcanzando a toda la humanidad (salvo los propietarios residentes del bunker chapado en oro como una de esas esculturas que Francés expone con soltura). En cuanto a la escala nacional, en este mismo periodo hemos tenido desde un atentado gigantesco en Madrid a la exasperación de la extrema derecha hoy gobernante; tras la legalización del matrimonio igualitario, las leyes de igualdad de género, la de dependencia u otras similares, el gobierno ultra que dirige el país nos lleva a toda velocidad a la edad media de la mano de los representantes del ala dura del poder vaticano y al lumpen de la mano de los poderes financieros. Si se recorren los diez años de CAC se puede tener una imagen completa de un centro de arte que no ha vivido en el mundo real ni un solo segundo de su existencia. Nada de lo ocurrido ha perturbado a Francés: como si el mundo no estuviera aun peor que un día cualquiera en Auschwitz o después, y su noción de arte y las poéticas y estrategias contemporáneas en el arte se limitaran al entretenimiento en la galería. La kunsthalle de Francés es una cámara anecoica.
SOLÍA decir Antonio Gala en su habitual floripondiedad que el teatro era su "isla encantada". Es difícil no ver a Fernando Francés y a quienes sirve encantados con su isla en la que no entra nada del exterior: ni una crítica, ni un cuestionamiento, ni una voz disidente. Una isla sin contaminar. Ni siquiera por el arte contemporáneo. Al margen de su escudería de decoradores/as de interior de centros de arte, preferentemente con pintura, a veces con bujerías, a Fernando Francés no le interesa ninguna modalidad de arte crítico ni político. A lo que se añade su indiferencia absoluta por todas las expresiones media y post-media que se han desarrollado a una velocidad de vértigo durante esta última década. El último año en que Dexter Dalwood podía ganar el Premio Turner se lo dieron a una pieza de arte sonoro de Suzanne Philipsz; Francés trajo una exposición del medianito pintor británico y no hace caso de la pujante creación en arte sonoro, especialmente la británica ni aunque se lo recomendase Juan Manuel Bonet. Se podría decir que desde la Sony Portapack en adelante, todo lo que haya ocurrido en el diálogo arte-tecnologías incomoda a Francés y no permite que le perturbe. Hay que tener en cuenta además que, como se vende un cuadro, no se vende nada. Y eso cuenta.
EN esa década completa y continua de actividad, el Centro de Arte Contemporáneo de Fernando Francés ha desarrollado una línea muy clara, que se puede definir en unas pocas palabras de su director, que recogemos de las diversas entrevistas que ha ido concediendo estas últimas semanas. Proporcionan el retrato más fiel del personaje y de su gestión de un centro que debió ser público en algún momento, pero que Francisco de la Torre prefirió privatizar sin dejar de lado el espíritu de la Familia.
EN la entrevista que Pablo Bujalance le hizo para Málaga Hoy, se encuentran unas cuantas perlas de Francés. Esta primera ayuda a entender su programa teórico como pocas: "En ningún momento los criterios turísticos han pesado en la programación del CAC. Nunca. Si lo hubiesen hecho, habría organizado más exposiciones de Sorolla. [PB, Por cierto... ] Sí, fue un error hacer esa exposición. No porque se saliese del tono general de lo que hacemos, sino porque, curiosamente, no aportó nada a la historia del CAC. Si observas los gráficos de las visitas, ves que ese año hay un pico en altura por esa muestra, pero al año siguiente la línea sigue como si esa exposición nunca hubiese existido. La gente que vino a ver Sorolla no vino después a ver otras cosas".
LA exposición que el empresario cántabro admite como errónea fue la única que los medios locales le han criticado a Francés, acusándole de lo evidente: que tenía un único propósito, y no era otro que el de crear una sensación de visita masiva al CAC, aunque aquello no tuviese encaje posible con lo que se entiende por "contemporáneo" en arte. El propio Francés es consciente de ello, aunque pase desapercibido por parecer mentira. Lo que hace el director del CAC Málaga es un intento inútil y tardío de desactivar la justificada crítica. Pero no sin antes dejar bien clara su única obsesión: la cantidad. Sorolla no aportó nada a la historia del CAC, según su director, no porque tuviera o no que ver con los nombres que el mismo cita en esta misma entrevista: Tony Cragg,Gerhard Richter, Louise Bourgeois, Kara Walker, Tracy Emin, Gilbert & George, Anish Kapoor y los hermanos Chapman. Coincidir o no con lo que él llama "el tono general", ya que el hombre no da más de sí como para asumir otro léxico, no es lo que importa (si es que esa lista conformase un "tono general"), sino el régimen de visitas, que para Francés se reduce a una cosa: cantidad de gente, y cantidad de gente que repite (en otro momento emplea la palabra 'fidelizar': "Conseguir, de diferentes modos, que los empleados y clientes de una empresa permanezcan fieles a ella", dice el Drae.).
DE nuevo delata su nivel la conclusión: "La gente que vino a ver Sorolla no vino después a ver otras cosas". Sería cuestión de que tan sesudo empresario fuese capaz de aclarar en qué modo se puede aproximar a la obra del autor marxista sudafricano William Kentridge alguien que entra al CAC por primera vez a ver una muestra de Sorolla y por qué éste iba a servir de introducción a cualquier corriente o tendencia del arte contemporáneo, incluso de lo que Francés entiende por tal. Y en esa cuestión debería ser capaz de explicar cómo es que no sabía de antemano que la conexión entre Sorolla y el arte contemporáneo era imposible sin la adecuada contextualización. ¿Nunca ha escuchado eso de que en el arte el 50% es contexto? Esto no es un error, sino la demostración de su falta de preparación para dirigir un centro de arte y su incapacidad técnica e intelectual para desarrollar un concepto y un programa teórico con unos mínimos de base científica. Por cierto, ¿por qué iba a necesitar mejorar las cifras ese CAC que recibe más gente que el Camp Nou?
OTRA intervención de Francés que le retrata y define a la perfección el nivel local y el de su CAC. "La primera persona que me felicitó cuando supo que me iba a hacer cargo del CAC fue Juan Manuel Bonet, entonces director del Reina Sofía. Él me preguntó por lo que tenía pensado hacer y le respondí simplemente que, dado que éste iba a ser un proyecto personal, quería trabajar para traer a Málaga a los artistas que más me interesaban. Entre ellos cité a Gerhard Richter. Y Bonet me aconsejó que no perdiera un gramo de energía en lo que es imposible. En febrero de 2003 inauguramos el CAC y justo un año después yo estaba invitando a Bonet a que viniera a ver la exposición de pinturas de Gerhard Richter".
EMPEZÓ la cosa mal de verdad y nos enteramos ahora. No sabemos si hubo muchos que le felicitaran después de su "nombramiento", por llamar de algún modo al modelo de extraña gestión privada con dinero público del CAC Málaga, pero una de las peores referencias que se pueden citar es la de Bonet. El y su sucesora interina han protagonizado la etapa más mediocre del Reina Sofía, hasta el punto de lograr en su momento un desprestigio internacional que casi se lleva por delante algunos proyectos de la institución y media Marca España con antelación. El MNCARS se recuperó gracias a su siguiente equipo, dirigido por Manuel Borja-Villel. Que Bonet sea el único que Francés es capaz de citar es todo un síntoma (más cómico que alarmante a estas alturas, pero definitivo).
LUEGO viene lo del 'proyecto personal'. Razonablemente, en ningún momento se ha podido creer en estos últimos diez años que Francés se apoye en otra cosa que sus intereses personales y sus aficiones personales y sus relaciones personales. El adjetivo personal aparece en diversas definiciones y teorías a lo largo de las últimas décadas en el contexto de las prácticas artísticas. Entre ellas destacan las mitologías personales (masivamente asociada a las estrategias de Joseph Beuys) o las políticas personales, emergidas de las estrategias de género -aunque consecuencia de las revueltas del 68, es a finales de los 80-principios de los 90 de enorme influencia y base de sus ramificaciones posteriores. Bueno, pues nada de esto tiene que ver con Francés. Ni siquiera se puede aplicar la idea de proyecto personal que se podría asociar a Harald Szeeman; por mucho que algunas de las prácticas del director del CAC deriven de las ideas originales del comisario suizo, más que en forma de parodia, en forma de herradura. Es más simple todo, cuando Francés dice que es un proyecto personal. Y se le entiende: nadie a estas alturas le va a pedir que demuestre que tiene un programa basado en un criterio y en algún modo de saber. A él y a sus jefes les basta con que implemente.
LA mención a Richter da la pista para la tercera pata del banco, que se puede completar adecuadamente con una cita de Teodoro León Gross. Dice Francés que consiguió un imposible (para otros) con la exposición de Gerhard Richter. Entre esos otros, que Francés no nombra, no cuentan a dos que aquí sí nombramos: ni María de Corral, también exdirectora del MNCARS, que en 1994 diseñó y también produjo la primera gran retrospectiva del artista en ese centro de arte (cuando se celebró ya la habían echado y le cayó en las manos a José Guirao); tampoco Manuel Borja Villel, actual director del MNCARS, que comisarió y estrenó una exposición del mismo autor en el MACBA en 1999. Ni se cuenta a los sucesivos centros y galerías que han presentado obra de este mismo pintor a lo largo de los últimos 20 años. Es difícil saber por qué les cuesta tanto a otros; no a estos otros, se entiende, sino a otros otros. Es que lo de la otredad es una cosa que mola mucho en el arte contemporáneo, de ahí lo de Francés, que cuando menos te lo esperas, resulta no ser otro sin necesidad de ser moderno en absoluto.
LA solución al enigma, de serlo, quizás se pueda encontrar en la columna de Teodoro León Gross del 1 de noviembre. Dice así: "Él [Francés] se persuadió de que traería a Richter, y después han venido por primera vez a España Kentridge, Anri Sala, Erwin Wurm o Liam Gillik, entre otros Top100, y también los Chapman, que creían que aquí no los llamaban porque sus variaciones sobre las partituras de Goya suscitaban el odio del país".
WILLIAM Kentridge hizo su primera individual en España en 1999, en el Macba de Barcelona; anteriormente se había podido ver obra suya en otros contextos, como por ejemplo en su faceta de director de escena-dramaturgo-escenógrafo con la compañía Handspring Puppet Company, que había estado en el teatro Cánovas antes de la exposición en el CAC (y en Granada a principios de lo 90, y en Sevilla, y en Salamanca, y en Barcelona…). Erwin Wurm hizo una individual en la galería Espai Lucas de Valencia en 2001 y también pasó por Arco antes que por el CAC. Liam Gillick presentó en solitario "Construccion de Uno", en la galería Javier López de Madrid; también ha habido obra suya en otras colectivas y en Arco. Anri Sala presentó en el MACBA en 2011 1395 days without red, una pieza de video arte producida por ese centro junto a Artangel de Londres y el Museo Van Beuningen de Róterdam, a través del coleccionista Han Nefkens. Tuvo cierta notoriedad mediática porque Sala eligió a Maribel Verdú para protagonizarla. En resumen, ninguno de estos artistas tuvo su estreno español en el CAC Málaga. En cuanto a los Chapman, cuidado con lo que dicen, que también creyeron -¿o era provocación profesional?- que su obra se revalorizaría cuando el almacén de su amigo Saatchi se quemó con toda su producción juvenil dentro; y eso de que no exponían en España... pues inexacto, por emplear un término neutrino.
EL columnista de Diario Sur no estaba despistado, a pesar de las apariencias; todo no es culpa suya, aunque sí lo sea repetir sin cuestionar -aquello de contrastar. Fernando Francés lleva presentando su trabajo así desde el primer día. Es su modus operandi habitual. Si a esto se añade la escasa o nula idea sobre arte en general y contemporáneo en particular que hay en Málaga y muy especialmente entre el gremio periodístico, se entiende que llegue al público general esta clase de estupideces. Sí: estupideces.
RESULTA una completa necedad que alguien compita por ser el primero que llega a hacer algo en su terruño o más allá, si no se es Tirunesh Dibaba o equivalente. Que además sea falso traspasa los límites de lo tolerable y de la cortedad admisible en un gestor cultural de una institución pública (si es que el CAC lo es, ¿lo es?). ¿Es que cree Francés que en los tiempos de la Red universal van a pasar desapercibidas sus versiones libres de hechos contrastables?
LA idea de que Francés es un hombre capacitado para dirigir algo que no sea una empresa resulta tan anómala que no es extraño dónde encuentra sus apoyos: Francisco de la Torre y Diario Sur son sus máximos valedores, y él retroalimenta provincianismo y boina de ese respaldo con una gestión basada en que "Málaga es lo mejor y en concreto mucho mejor que Sevilla", que el CAC es "el primero en España y también en Alemania en cualquier categoría", "ha tenido tres millones de visitas en diez años", o se sitúa "entre los 100 más influyentes". ¿Influencia? Define influencia. ¿Dónde? Delimita un territorio. ¿Y sobre qué o quién? Define sectores sociales, población relativa y absoluta, define medios. Centrándonos en lo que a él de verdad le importa: Fernando Francés ha conseguido una sola vez en una década que haya colas para entrar en su establecimiento. Fue una exposición de Sorolla, y no consiguió que esa gente volviera a ver otra cosa, según su propia confesión. Y el error no es el resto de su gestión, sino esa exposición, dice.
MÁS desinformación, más chusca, si cabe. "Hay cofradías que me piden el salón de actos para presentar un cartel, y lo hacen porque, piensen o no que el sitio es más apropiado, consideran el CAC un lugar próximo a ellos. Los niños del barrio utilizan la puerta del CAC como portería para jugar al fútbol. ¿Te imaginas eso en cualquier otro museo de España?".
POR partes. Primera parte. No se trata de que las cofradías pidan o no un salón de actos que les viene bien porque está en el centro, es gratis y cabe mucha gente, sino de que el director del CAC tenga suficiente criterio para aceptar o rechazar una solicitud en función de que sea el acto más apropiado a ese espacio que es público. ¿Francés le abre los brazos a las cofradías? Pues claro, son un vector de poder en Málaga, uno de los mayores, de hecho. A ver si la Asociación de Vecinos de La Luz iba a ver bien recompensada su sensación de "proximidad" si la tuviese.
LA segunda parte es todavía más definitoria de este sujeto. El CAC como parte del campo de fútbol infantil. Nos podemos imaginar eso en otro museo de España, pero en versión buena, porque no es necesario imaginarlo: existe. Este hombre que dirige un centro de arte contemporáneo y señala como proximidad de la ciudadanía la de cofradías y fútbol (en la misma respuesta), probablemente no sabe, y si lo sabe no lo dice, que en la puerta del Macba hay una comunidad skater que proporciona al edificio una nueva dimensión, no sin bronca, por supuesto; la complacencia viene a ser síntoma inequívoco de debilidad mental. El monopatín y el Macba constituyen una asociación inesperada, espontánea y, finalmente, una simbiosis que, seguro que Francés no tiene ni idea, se ha convertido en una referencia internacional. Y además al Macba no entran a sus actividades ni las colles de sardanes ni los castellers. Es lo que tiene la modernidad, que al dejar la cosa ancestral de la cofradía y el fútbol con pelota de trapo, parece todo menos franquista; y los extranjeros que lo ven pueden hacer referencias a Deleuze y a las teorías del archivo y a la cosa relacional, porque ellos son así, superficiales. No como otros, capaz de mezclar cofradías y fútbol por proximidad profunda.
COMO todo no va a ser balance del pasado, Francés presenta algo que se nos viene encima. Para que la ciudad siga apreciando su rigor, anuncia un futuro inmediato con Marina Abramovic y Maurizio Cattelan (el "tono general", se entiende). La primera, gran estrella del performance-art de los 70, entró en declive hace unos años y acabó en manos de Robert Wilson y Antony Hegarty, en esa incalificable pieza que presentaron en el Teatro Real de Madrid la temporada pasada. Tuvo la virtud de hacer famosa en España a la antigua performer, hoy tan metida de lleno al folclor celebrity que parece mentira que fuese al Real cuando pudo llegar a más gente en Tele5.
LO de Cattelan parece la recuperación del antiguo discurso de Francés, a quien suponemos de nuevo presentando una exposición de "uno de los mayores provocadores del mundo del arte contemporáneo". Cuando parecía haber desistido ya de ese tedio categórico, va Francés y se trae a un provocador pasado de fecha. A lo mejor es que, siguiendo esa lógica que le autoriza a decir que han pasado por el Mercado de Mayoristas la mayoría del centenar y medio de artistas que de verdad cuentan en el arte contemporáneo, o que el CAC Málaga es uno de los cien más lo que sea del mundo, o que en diez años ha tenido tres millones de visitas, Francés ya está a punto de dar la vuelta completa al marcador y tiene que volver a empezar. Desde cero.
EL último chiste de Fernando Francés. Cuando el visitante se baja del AVE en lo que antes era una estación de ferrocarril y ahora es un centro comercial con trenes, puede acercarse al mostrador de información del Ayuntamiento. Allí puede coger un folletito con un texto muy corto. Parece mentira que tan pocas palabras digan tanto: "¿Visitarías el MOMA si estuvieras en Nueva York? [se escribe 'MoMA'] ¿Y la TATE Modern en Londres? [se escribe 'Tate'] Aquí tienes que visitar el CAC Málaga, un espacio artístico GRATUITO en pleno centro en el que puedes ver exposiciones permanentes y temporales con obras de los artistas más importantes del panorama mundial. ¡No pierdas la ocasión de disfrutar del mejor arte contemporáneo, una experiencia que no olvidarás!". Así se hace un folleto de un centro de arte. Pero solo si su director está convencido de que tiene su proyecto personal en un chiringuito.
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