OPINIÓN
Redacción
14/11/13. Opinión. El Ayuntamiento de Francisco de la Torre es único en sus soluciones. Y lo es porque este alcalde está convencido de que la mejor solución para todo es poner un cartel. El problema sigue, pero por lo menos ya hay un cartel, que antes no se había hecho nada. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com comenta esta nueva iniciativa municipal.
EL Paseo Marítimo arrastra varios problemas desde hace años. El primero y principal obedece a su diseño. Se llama en Málaga "paseo marítimo" a una autovía que discurre junto al mar y que ha evolucionado de rompeolas a playa, de terreno ganado al mar a acerado cada vez más ancho, de calzada de dos carriles a autovía de seis y cuatro. Es decir, que es un desastre sin planificar, lo cual le sitúa en una posición nada especial: es como todo en Málaga.
EL Paseo Marítimo es, sobre todo en épocas de buen tiempo, un lugar de afluencia masiva. Se puede decir que es un espacio de ocio con horas punta, especialmente a la caída del sol. Es un lugar de máxima convivencialidad y estabilidad ciudadana. Miles de personas en un espacio tan reducido, no se ve un policía local ni nacional, coincide gente de cualquier origen y en cualquier actividad y jamás pasa nada. Los mayores problemas son del tráfico rodado, es muy difícil que algo ocurra en la acera. Salvo por el matiz de las bicicletas a toda velocidad, que introducen un factor de incomodidad, alarma y riesgo real de accidente.
EN el momento en que coinciden miles de personas paseando, trotando o en bicicleta se distingue una peligrosa subespecie. De estas tres variedades las dos primeras casi nunca se revelan como otra cosa, en la categoría ciclista sin embargo, hay dos tipos, quienes se mantienen como personas, la mayoría, y los onagros a pedales, en minoría, pero no por ello poco numerosos, hablamos de una respetable cantidad. En una ciudad donde el nivel de cortesía y urbanidad no es precisamente muy brillante y el nivel macarra sin educación ni respeto por lo común es interclasista, el ciclista equino pasaría desapercibido si no fuese un peligro para los demás -si lo es para sí mismo es cosa suya.
LA necesidad que tienen los peatones de protegerse de estos dignos representantes del macarrerío local condena a todo el mundo, mayores y jóvenes que su tiempo por la acera acabe siendo un momento sin relaxing paseo para ser un trabajo en el que hay que andarse con cien ojos.
EL Ayuntamiento, afortunadamente, ha anunciado que toma cartas en el asunto, según su propia nota de prensa, "por la seguridad vial y atender las demandas vecinales al respecto". Se ve que el malestar que existe desde hace años se ha transformado en protesta, o simplemente alguna víctima del estado actual tiene amistad personal con el alcalde o el concejal de movilidad, que es la mejor manera de que en Málaga haya alguna iniciativa municipal. Francisco de la Torre o Raúl Jiménez van a hacer lo que hay que hacer en estos casos: poner carteles. Hay dos modalidades. Y fíjense que bien expresado:
"EN el caso del paseo Pablo Ruiz Picasso, las señales tienen como objetivo informar a peatones y ciclistas de que están compartiendo una zona en la que la prioridad es peatonal. (...) En el Paseo Marítimo Antonio Banderas, la señalización se ha instalado para indicar la existencia de carril bici para uso por los ciclistas, con el fin de que circulen por el mismo sin ocupar el espacio peatonal".
MENOS mal que hay gente que piensa en cualquier lugar del Gobierno Municipal. Otra cosa es que le hagan caso. Al parecer, a nadie se le ha ocurrido que poner carteles no soluciona ningún problema. El problema de ambos paseos marítimos (aparte de su fealdad manifiesta) es el de su nefasta ordenación. Mientras no se estudien e implementen soluciones (qué sería del mundo sin implementar correctamente), no se va a conseguir que la situación cambie. La educación vial es una opción estupenda, cuando está sumida en la palabra "educación" sin matices, no es el caso en Málaga.
TAMBIÉN cabe la posibilidad de reforzar la política cartelística de Francisco de la Torre con su política monumental. Se puede incorporar al Paseo Marítimo otra figura religiosa de las que tanto le gustan al alcalde y señora. Se trata de la versión blanda de la medalla del sagrado corazón. La versión clásica, "Detente enemigo el Corazón de Jesús está conmigo" no facilita la convivencia; pero su versión posconciliar "Detente, el Corazón de Jesús está conmigo" se ajusta como un guante, y el alcalde y el concejal pueden seguir con su política de carteles con la conciencia tranquila.
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