OPINIÓN. La Provincia del Paraíso
Por el Colectivo Eloy Herrera Pino
07/01/14. Opinión. El Instituto Municipal del Libro (IML) del Ayuntamiento de Málaga cumple diez años de vida. Según el Colectivo Eloy Herrera Pino, “en todo este tiempo el IML ha hecho todo lo que se esperaba de él: crear un puesto de trabajo para su director, Alfredo Taján. Antes de este currillo, apenas podía vivir sin sus padres, había intentado ser cantante, poeta y novelista, sin que el éxito le acompañara. Francisco de la Torre hace favores como este que tanto le humanizan, aunque no se sepa a quién”.
Taján cumple diez años al frente del Instituto Municipal del Libro, el departamento más inútil que Francisco de la Torre haya creado en el Ayuntamiento. El IML no hace nada que no se hiciera antes
UNA década ha pasado ya desde que Alfredo Taján asentó sus posaderas en el cargo que más le caracteriza: director del Instituto Municipal del Libro (IML). En este tiempo, ha organizado presentaciones de libros, concursos de novela y ensayo, jornadas, convocatorias sociales diversas, ediciones y coediciones… y nada de lo que ha hecho ha tenido la menos repercusión. Su irrelevancia al frente de la ‘gestión cultural’ es tan evidente que ni siquiera ha logrado llegar a ese mandarinato local que tanto se aspira a conseguir en determinados ambientes de provincia. Pero esa moderna insignificancia no es menor que la que tuvo como cantante al frente de su confuso grupo pop hace tres décadas, ni sus inconexas entregas de versos a lo largo de cuatro, ni que su innombrable producción en la narrativa. Tantos años después, y resulta que el homenaje que Rafael Pérez Estrada recibió del IML la última temporada estaba completamente justificado: se lo dedicó su sucesor de facto, quién iba a decirlo, Alfredo Taján.
ALFREDO Taján ha llegado a crear un territorio propio, su tierra de nadie. Diez años de Instituto Municipal del Libro dan para mucho o para poco, depende de cuál fuese el propósito de su existencia. Para no caer en la arbitrariedad, veamos la que da Taján, el poeta en su palabra: “El Centro del 27 está volcado en ese grupo de autores y el CAL tiene una 'praxis' más directa en lo referente al fomento de la lectura. El instituto estaría entre uno y otro como una suerte de híbrido, de cajón de sastre donde pueden caber más cosas”, responde a Antonio Javier López, de diario Sur, en una entrevista corrosiva de pura complacencia y autocomplacencia. Que no logra ni pretende evitar la evidencia: Alfredo Taján define lo que hace en comparación con lo que otros hacen, que a su vez no necesitan para definirse ni de la comparación, ni de proponer a Taján y su IML como medida, ni que fuese cautelar, ni patrón (todavía menos).
SEGÚN el balance de Taján, el IML ha publicado quince títulos en diez años. No es ni mucho ni poco, es cuestión de saber por qué y para qué se han publicado. Sigue siendo un misterio qué da razón a la existencia del IML, pero ya que existe, su director debe explicar al menos todas y cada una de las actividades (no es mucho pedir para decena y media de libros, ¿no?) en lugar de aportar una estadística sin argumentar.
SI hubiese que hacer un relato de cada uno de esos libros que ha publicado el IML, habría que dar el tono. Quizás Taján ha optado por hacerlo al modo americano, al estilo de esas novelas que empiezan por la mitad, sin explicar el origen ni el contexto, como mandaba la antigua tradición europea. Y tendría razón: así se asume como la fórmula más adecuada para que la experiencia de la lectura de un texto de ficción sea absolutamente moderna.
SI Alfredo Taján informase de la verdad al estilo de la vieja Europa, debería comenzar por explicar por qué existe el IML, por qué publica libros, por qué publica cada uno de los libros que publica el IML, cuánto cuesta, cómo se distribuye, cómo llega al público. Debería contarnos qué quiere hacer con sus presentaciones, sus recitales o sus jornadas sobre autores imposibles de visibilizar por esta vía, o a definitivas. Nadie va a recordar a Pérez Estrada, ni a Edgard Neville ni a los Bowles por lo que haya aportado a su memoria el IML, a quienes tampoco se ha dedicado un encuentro por sus ocultos méritos literarios o artísticos –ojalá hubiese sido eso- sino por puro catetismo: tenían o tuvieron relación con Málaga. La caspa llegó a límites de castigo olímpico con ese Cocteau marbellero ya precipitado en el olvido del que nunca debió salir.
NO se trata, lógicamente, de caer en ese discurso de la derecha más reaccionaria de la vieja Europa, esa que sostiene que no debe existir ninguna modalidad de financiación pública para la cultura. Es evidente que el ayuntamiento de Málaga está gobernado por el PP y gasta dinero a mansalva en todo tipo de actos culturales, siempre que detrás de ellos se pueda encontrar una gran empresa o algún grupo de cabildeo, lo que libra a Francisco de la Torre de semejante adscripción.
LO que estaría bien es que Taján, aparte de definir su negociado como cajón desastre entre flores fandanguillos y alegrías, nos explicara qué pretende hacer –o también, para qué sirve- y si cree que lo está consiguiendo. Supongamos que Alfredo taján sacase hoy el documento de presentación del IML hace diez años, y ya hubiese puesto por escrito que su objetivo inicial fue llegar a publicar quince libros transcurridos los primeros diez años de vida de este asombroso departamento. Podría decir que lo suyo es un modelo de éxito. Pero la pregunta inicial sería válida: ¿para qué sirve el IML? ¿Es lógico crear un departamento municipal, con su bien pagado director al frente, que después de diez de vida años ha publicado quince libros, ha organizado unos cuantos encuentros literarios, unas pocas decenas de presentaciones literarias y unas cuantas actividades más? No solo es la estadística, con ella solo la gente torpe puede llegar a justificar su propia existencia, es otra cosa que se puede resumir en una sola frase muy evidente para cualquier persona que siga con cierto interés la vida cultural de cualquier lugar: todo eso –ediciones y coediciones, presentaciones, recitales, etc.- ya se hacía antes de que existiera el IML, con igual o mejor nivel profesional y técnico que con el IML en marcha; todo eso, se hace en cualquier otra provincia sin necesidad de generar un departamento específico. Y quienes prestan atención ya habrán observado que sin grandes diferencias en nombres ni actividades.
DICE Taján que el IML centra sus “actividades en torno a la palabra, el fomento de la lectura y las ediciones de autores y títulos que no suelen tener una especial cobertura en las editoriales privadas”. Se entiende que ya se ocupan en la central vaticana de la palabra divina, así que Taján, en su modestia, se centra en la palabra humana o lo más parecido que pueda encontrar en si círculo. El “fomento de la lectura” es una expresión tardía que justifica un montón de actividades dentro de un nicho de mercado que se desarrolla a partir de uno de los grandes puntos débiles (quizás el mayor) del sistema educativo nacional al menos desde Felipe II: aquí no se lee porque no se enseña. Todas las campañas terminan en fracaso desde hace décadas. Y así seguirán, pero justificarán inversiones de dinero público que se repartirá entre empresas amigas. Sin embargo, ha aumentado la actividad lectora en la última década: gracias a Internet. Por muchos contenidos multimedia y mucho audiovisual que haya circulando, entre vídeos de gatitos y catástrofes naturales existen millones de bits dedicados al texto escrito y la mayor parte del tiempo que cada individuo pasa navegando se dedica a la lectura.
¿QUÉ ha hecho Taján desde su IML para fomentar la lectura? Da igual. En Málaga no se lee más o menos por la actividad de Taján en el IML. ¿Qué ha hecho Taján por los autores y títulos de poca visibilidad? Poco o mucho, es difícil de saber, porque sollo ha dado cifras y toda cifra es relativa: quince libros en diez años puede ser la cantidad exacta de autores y títulos que quedan fuera de radar de las editoriales privadas, en ese caso es un triunfo en toda regla. Pero, yendo a los nombres, ¿quién recuerda algún autor/a visibilizado por Taján? ¿Nadie? Normal. Para eso, el propio IML tendría que ser una entidad relevante por sí misma.
¿QUÉ ha hecho Alfredo Taján y su IML por “la palabra”? Esta respuesta es fácil. El uso de la palabra en la última década ha alcanzado límites antes desconocidos gracias a la TDT, a la radio, al Skype y al smartphone. En Intereconomía sobre todo hablaban –una barbaridad-; en 13TV, en la COPE, en la Ser, en los canales públicos, se habla a todas horas y todo el mundo. Esto es el no parar de rajar. Pero, ¿qué tiene que ver Alfredo Taján con todo eso? Nada.
EL IML no sirve para fomentar la lectura, ni otorga mayor visibilidad a unos determinados autores que la necesitan ni repercute en “la palabra”. Diez años completos de inversión inútil de dinero público cuyo único fin es que Alfredo Taján tuviese un puesto de trabajo, dan para una conclusión: se trata de una institución hecha a la medida de su jefe. Qué triste, a veces, ser el pulpo de tu casa.
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