El Thyssen maneja pésimas cifras de eficiencia y rentabilidad en su tercer año de actividad, que ha tenido 30.000 visitas menos que en el primer año de vida
08/01/14. Opinión. Ni siquiera una exposición de un célebre pintor costumbrista como Romero de Torres logra que aumenten las visitas del Museo Carmen Thyssen (en adelante MCT), cuyas cifras siguen, por segundo año consecutivo, por debajo del primer año, en el que solo estuvo nueve meses funcionando. El MCT es una ruina económica y cultural que se mantiene como emblema de la política de ruinoso franquiciado que Francisco de la Torre concibe como “cultural”.
EL Museo Carmen Thyssen reaparece todos los años por estas fechas para hacer el balance del año anterior. Es una práctica habitual, tan tediosa como insignificante, en todas las instituciones, también las culturales y las mal llamadas culturales -el Museo del Prado y el CAC Málaga, por ejemplo. Un día señalado esta entidad emite una nota de prensa con la valoración, tras riguroso análisis, que ella misma hace de las cifras que también ella misma recoge y publica. La poca fiabilidad del método afecta a la propia credibilidad de la institución, pero los resultados son, normalmente, tan faltos de interés y de peso propio en el desarrollo de la actividad ciudadana, que su irrelevancia queda automáticamente excusada por la indiferencia con que se acogen los datos.
AQUÍ normalmente cabría un sujeto: la ciudadanía que los recibe. La realidad es que ni esas cifras ni ese balance van destinados a ella, sino a la presencia mediática; los medios afines a defenderlas armados de botafumeiro y los demás con menos euforia. Por tanto, da igual si los datos son verdaderos o falsos, si el balance tiene el menor valor y aun más si la interpretación que se hace de ellos es o no válida. Su repercusión está anulada de antemano por la propia intención con que se producen, lo cual conduce a una rápida y seguramente muy deseada caducidad de la estadística recreativa una vez se convierte en información publicada.
ASÍ aparecen estos balances como el del Thyssen de Málaga, ese museo cuya existencia se justificaba, por el número de visitantes, por su capacidad de atraer turistas, no menos cuantificables, y su consecuente equivalencia en dinero. Fue el propio alcalde Francisco de la Torre quien lo enunció de este modo, por tanto, sería verdad o al menos esas serían sus verdaderas intenciones. O sea, este museo no es otra cosa que una caja registradora, según la verdad oficial. Pero las cifras no son exactamente buenas, según esos sagrados criterios de rentabilidad, por mucho que se enmpeñen.
EN su segundo año de vida, el MCT bajó el número de clientes y en el tercero, incluso en ascenso con respecto al anterior, sigue sin sobrepasar al primero. Y se trata de cifras muy curiosas. En su temporada inicial, que fue desde el 25 de marzo al 31 de diciembre de 2011, los visitantes fueron 183.720, según cifras oficiales. El segundo año la asistencia bajó: 111.256. Eso, por supuesto, no fue un fracaso ni un aviso, sino el reflujo del éxito del primer año, por dar una razón consistente. El tercer año han sido 154.523 visitas. Todas, cifras emitidas por el MCT y publicadas en diversos medios.
EN los nueve meses que estuvo funcionando el primer año de existencia logró mayor asistencia que a lo largo de doce en cada uno de los dos siguientes años. Pues va a ser muy difícil dar una explicación convincente. Seguro que hay una razón consistente para esto y aun más seguro: totalmente inconveniente para el propio museo, el alcalde, el ayuntamiento y la baronesa Tita. Y mucho más inconveniente para la gente de Málaga, que paga esta institución decimonónica envuelta en un edificio posmodernamente reconstruido, sin recibir nada a cambio, tanto en la lógica adecuada como en la capitalística, como vemos a continuación.
POR seguir con la lógica empresarial, el nivel de ocupación es de aproximadamente 500 clientes diarios (algo menos). En este último año, seguimos con datos oficiales, 60.000 de ellos eran locales. O sea, aproximadamente el 40%. Regresemos a los atraídos por el Thyssen a Málaga: 94.523. Si aceptamos que cada turista se deja en Málaga 54 euros al día (Encuesta de Coyuntura Turística 2013, Junta de Andalucía), y lo multiplicamos por los visitantes foráneos del MCT, eso nos da la nada desdeñable cantidad de cinco millones de euros anuales (aproximadamente).
MÁLAGA solo tardará diez años en recuperar la inversión inicial en este museo, quizás otros diez en amortizar los gastos corrientes generados durante los primeros diez años y otros diez en ser rentable. El alquiler actual de la colección Carmen Thyssen vence en 2025. Lo que, con las cifras oficiales en la mano, indica dos cosas claras: que no es ni será nunca rentable, ni a nivel turístico ni a nivel económico, pese a todo lo que se dijo que iba a ser. Pero sí lo ha sido para la otra estadística, la que de verdad cuenta: le dio a Francisco de la Torre su última mayoría absoluta. Qué más se puede pedir. Que sea deficitaria, insostenible, irrelevante es indiferente. A quién le importa eso. De hecho, al alcalde, nada en absoluto, el lo único que quiere es ganar elecciones. Si eso arruina a la ciudad, como está ocurriendo, a él qué más le da.
ESTE mismo camino se va a recorrer por segunda vez si el tiempo no lo impide con el Cubo Pompidou. Habrá que hacer una inversión de dinero que no se tiene, en una ciudad con un déficit confeso de 900 millones de euros causado por este mismo alcalde, y después pagar anualmente un canon de un millón de euros. Esta lamentable política tiene muchas y muy variadas víctimas. Se podría empezando por decir que la primera es la propia materia cultural, la intangible, lo que queda muy bien en boca de esos idiotas de mística cultural. Pero en realidad es falso; la primera víctima siempre es la persona: esta clase de museos llenos de cuadros costumbristas del siglo XIX no le aportan absolutamente nada, ciegan cualquier posibilidad de mirar y ver algo de su propio presente, anulan la menor posibilidad de que surja algo hacia el presente y el futuro. Y encima lo paga con dinero. A lo mejor era eso.
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