OPINIÓN. La Provincia del Paraíso
Por el Colectivo Eloy Herrera Pino

10/01/14. Opinión. Nota del director: Lo malo de los columnistas es que escriben columnas. Algunas se las encargan desde las redacciones de los medios sobre un tema en concreto, como es el caso, y ellos las escriben, como es el caso. La puedes llamar editorial y que no la firmen, o que la firmen y así intentar atenuar un poco las posibles broncas, enemistades o cualquier otra cosa desagradable que traerá su publicación.

Así que, como penitencia por haber sido tan estúpido y encargar una al Colectivo Eloy Herrera Pino sobre el tema que nos ocupa, la publicamos firmada. Aquí se dice que el columnista “es un simple asesino a sueldo, a veces francotirador, la mayoría un sicario. Si no sabe lo que tiene que decir de la actualidad, ya se lo indican. Le pagan por denigrar, escarnecer o insultar sin cortarse a quien señalen sus jefes: Los más inmediatos suelen ser los directores de periódicos, a su vez subalternos empresariales en relaciones tóxicas y muy perjudiciales para la libertad de información del ciudadano, con partidos y gobiernos y otras amistades aun menos recomendables de ese ámbito. En otro nivel, están bancos y corporaciones que controlan las economías de los medios de comunicación hasta el absurdo; no hace falta señalar las empresas que nunca reciben una sola crítica en ningún medio de comunicación”… Esto también lo pienso y suscribo yo (no así otras cosas que se pueden leer en esta colaboración) en la parte que pueda corresponder a este medio y a su director. No nos libramos ninguno.

Los columnistas de España se reúnen en Málaga para hablar de ellos mismos, de su profesión, de su importancia y del peso de   sus opiniones en el recto del mundo

LOS columnistas más estrellas del panorama español se sientan alrededor de Teo León Gross en un encuentro que respalda la autoridad de Manuel Alcántara. Esta reunión que podría parecer de portavoces del Frente Nacional tiene como objetivo la gloria y triunfo de la columna como género contemporáneo por excelencia. O sea, una reunión de amigotes para placer suyo.

UNA de las más célebres secuencias de la película Amarcord de Federico Fellini es también de las más cortas: un grupo de cuatro adolescentes se sube a un coche guardado en un garaje y se masturban juntos. El coche se mueve al ritmo de los chicos y hacia el final los faros delanteros guiñan un par de veces. La película transcurre en la Italia fascista de los años 30.

COMENZADO el tercer año triunfal de gobierno rajoyista, tiene lugar en Málaga el encuentro de columnistas que organiza la Fundación Manuel Alcántara bajo la atenta dirección del profesor y también columnista Teodoro León Gross. Como todos los encuentros de este tipo, el acontecimiento se estructura en bloques, con sus intervenciones, ponencias, mesas redondas… Todo muy bien pensado y articulado.

LOS temas son tan interesantes que no hace falta ni nombrarlos. Lo que de verdad tiene miga es lo de traerse a Málaga capital a todas las estrellas del columnismo patrio. Ahí es donde Teo da dos y tres veces. Qué más da que el título, por ejemplo, “El protagonismo de la columna en la cobertura política, hecho diferencial español”, denota una sospechosa tendencia a la centralidad ibérica que la simple mención de Art Buchwald podría desactivar. Qué más da. Lo que importa es el columnista en sí; no hay ninguno en España que no se atenga al hecho diferencial de su absoluta sumisión a las directrices del periódico, el partido y el banco. Por tanto, la trascendencia de la opinión es lo de menos, cuando todo el mundo ve cómo puede cambiar a conveniencia y siempre que lo pida el jefe. Lo bueno es que los medios convierten en estrellas a gente por servir con lealtad, soltura y mucha cara. Así que si se pone un nombre rimbombante sin sentido ninguno la gente se puede fijar mejor en el nombre de la estrella.



ANTES de ser conocido director de cine, Takeshi Kitano ya era una celebridad en su país natal, Japón. Aquí se conocía su sádico concurso “Takeshi’s Castle” con el nombre racista de “Humor amarillo”, tal y como lo bautizó Narciso Ibáñez Serrador. Aun antes, Kitano era un prestigioso columnista, cuyas opiniones políticas podían decidir el voto de los japoneses, como un siglo antes los franceses esperaban a que se pronunciase Anatole France en L’Humanité para saber qué votar. El autor francés dejó una herencia ilustrada, socialista y crítica sin imitadores en la prensa española. Con Kitano ocurre otra cosa pero que resulta ser la misma. Con talento, el polifacético autor japonés ha diferenciado el humor amarillo y el comentario político; eso es Japón, queda muy lejos: el talento no se contagia.

QUIZÁS no se trate en este congreso sobre el verdadero carácter de la columna de opinión política de este país. Así que vamos a aclararlo. El columnista es un simple asesino a sueldo, a veces francotirador, la mayoría un sicario. Si no sabe lo que tiene que decir de la actualidad, ya se lo indican. Le pagan por denigrar, escarnecer o insultar sin cortarse a quien señalen sus jefes: Los más inmediatos suelen ser los directores de periódicos, a su vez subalternos empresariales en relaciones tóxicas y muy perjudiciales para la libertad de información del ciudadano, con partidos y gobiernos y otras amistades aun menos recomendables de ese ámbito. En otro nivel, están bancos y corporaciones que controlan las economías de los medios de comunicación hasta el absurdo; no hace falta señalar las empresas que nunca reciben una sola crítica en ningún medio de comunicación.

SIGUIENDO un poco con esta línea. A pesar de los muchos y sinceros esfuerzos que León Gross ha hecho por reflejar la pluralidad y la diversidad de la sociedad española, lo que queda es el reducido espectro de la información y la política real en España. Eso no es del todo culpa suya. El resultado es una especie de encuentro de los órganos oficiales del Frente Nacional y sus respectivos portavoces. Y aquí sí hay alguna responsabilidad.

ESTE encuentro de columnistas tiene ese peso de ansia por el reconocimiento académico que pierde a cierta gente. No hay que olvidar la tesis doctoral de Teo León Gross: “Consideraciones sobre el artículo de opinión. El caso de Manuel Alcántara” para entender esta cosa. Que en la prensa hay una cierta tradición de aspiración a la inmortalidad y al reconocimiento literario es cierto. Que sea justificado es relativo y que sea acertado es un delirio de unos pocos.

UN joven periodista de EFE apostado a la puerta de la casa de Dámaso Alonso micro en mano preguntaba a todo el que llegaba qué podía decir tras la muerte del poeta. Francisco Umbral llegó y dijo lo de siempre sobre Dámaso y a continuación subía dando alegres saltitos: “Ya tengo sillón en la Academia”, decía creyendo etílicamente para sí mientras todo el mundo le oía. Las columnas de Umbral compiten seriamente por el olvido con toda su producción novelística (por así llamarla). A Dámaso se le recuerda por su poesía, algo que no va a ocurrir con Alcántara cuyas reiterativas opiniones también desaparecerán cuando toque sin que nadie sepa ni uno solo de sus versos. En su descargo habrá que decir que el rancio sentimentalismo de García Montero tampoco va a pasar a la historia; y de sus columnas ni hablamos.

QUIZÁS entre lo verdaderamente justo que se proclama en este encuentro sea concebir como anomalía la centralidad del columnismo. Es cierto, y como León Gross sabe, que en los periodos en que baja la calidad de la información, sube la presencia y el peso de la opinión en el público. No hace falta decir que la omnipresencia de opinadores de toda laya, categoría y nivel en todos los ámbitos de la comunicación no es otra cosa que el mayor exponente del estado crítico de la información en España. A lo mejor necesitamos más un encuentro sobre esto, pero no se puede dejar de reconocer que sería bastante menos vistoso; aunque probablemente saldría bastante más barato que esto, que efectivamente parece de una película de Fellini, por mucho que la columna española guarde tanto parentesco con una yakuza ibérica.

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