23/01/14. Opinión. La empresa concesionaria de la plaza de toros de La Malagueta ha comunicado su programa para el próximo año, según la nota de prensa de la Diputación de Málaga, institución titular del espacio. Coso de Badajoz, SL, nombre de esa empresa, anuncia actividades a diario desde el 24 de marzo hasta el 30 de diciembre: exposiciones, conciertos flamencos, espectáculos diversos, corridas y proyecciones de material taurino que la concesionaria ha contratado con Canal Plus.

LA idea de que la plaza de toros pueda servir para otra cosa que no sea la tortura y el sacrificio de animales no podría ser recibida con otra cosa que una inmensa alegría por una sociedad culta, pacífica y, por tanto, respetuosa con los demás seres vivos que pueblan el planeta. Por desgracia, no es el caso. La empresa concesionaria no pretende erradicar la bárbara práctica de torturar y sacrificar animales a cambio de su correspondiente plusvalía, solo complementar la primera por la insuficiencia de la segunda. Esto, por supuesto tiene también su contexto.

UNO de los grandes problemas de la extrema derecha como la que ahora gobierna los destinos de España y gran parte de sus unidades territoriales, como Málaga, es que posee un muy estrecho marco de referencias que, en sus múltiples errores de concepto, considera compuesto de elementos y fenómenos estables, inamovibles y eternos. La ‘vuelta al orden’ como su mito fundacional es quizás una de sus mayores ensoñaciones, ese punto básico de su absurda ideología.


LA persecución de homosexuales, el sometimiento de las mujeres, la represión de las ideas diferentes, el uso de la violencia, forman parte del código genético de esta facción que hoy tiene el poder en este país. De ahí surgen las leyes de Educación, las de Seguridad ciudadana, la del aborto… Todo eso que forma parte del ideario ultraderechista y que en España toma prestados otros rasgos propios del más rancio iberismo, y que tanto hace disfrutar de todo lo que resulta ser español de bandera.

DEL mismo lugar surge, y con el mismo objetivo de recuperar esa esencia nacional desde la más honda podredumbre franquista, la reivindicación del espectáculo basado en la tortura a un pobre animal como expresión identitaria de la nación. Así que ahí tenemos a ese impresentable ministro Wert impulsando la cultura taurina del mismo modo que destruye la educación y las buenas costumbres laicas y respetuosas con las personas, animales y cosas, como patrimonio común tangible e intangible.

PERO nada es estable. En los últimos años, mientras crece su peso en las jerarquías mentales y orgánicas del PP, la iglesia católica no ha hecho sino perder clientela propia. De ahí la necesidad de que el gobierno cree una ley de Educación a su medida, a fin de poder adoctrinar con impunidad a los niños como futuros siervos. Esa ensoñación que viene a presentarse como el espejismo permanente de vuelta a la edad media que tanto ilusiona a la conferencia episcopal.

EN el mismo lugar, esta promoción de la basura taurina: las plazas de toros son ampliamente deficitarias y no han dejado de perder público en las últimas décadas, después de la efímera resurgencia en moda que experimentó en los años de la Movida madrileña y gracias a la influencia de El Fary. Las plazas no se pueden sostener solo con las corridas de toros. Del mismo modo que las ganaderías no se pueden mantener por sí mismas sin las ayudas del Estado. Ya saben: esta misma gente que odia el cine y denuncia las ayudas públicas a la producción de películas, jamás dicen ni pío de los muchos más millones de euros que cuesta el mantenimiento de la repugnante industria de la cría de animales para hacer con ellos espectáculos de tortura. Ni siquiera la televisión logra levantar la querencia por la “fiesta”. El más directo antecesor de la telebasura se mantiene como espectáculo por la intervención de las instituciones y la inyección permanente de dinero público, y ya no puede competir con sus más directos sucesores catódicos de luxe.

LO que ahora anuncia Coso de Badajoz, según dice la nota que Diputación de Málaga retransmite -como si en lugar de la institución contratante fuese la recadera de la empresa concesionaria-, está muy lejos de ser “la dinamización” de ese espacio. Es simplemente buscar ingresos con cientos de actividades alternativas porque de otro modo no es rentable, por muy relacionadas que estén.

ASÍ que se anuncian exposiciones, conciertos, proyecciones, etc., en la arena, en la grada, en los pasillos… Donde sea y como sea, con tal de pillar el dinero que se precisa para que el negocio no sea deficitario. Habrá que saber de qué modo todo eso llega a ser rentable; si una matanza de toros en directo no es rentable, ¿por qué iba a serlo la proyección de un vídeo de una matanza de toros que puede cualquiera conseguir por otro lado? ¿En qué lugar de la cadena financiera se sitúa una exposición fotográfica? La idea de que una plaza de toros pueda ser un centro cultural es buena, siempre que se suprima de todo referente tauromáquico y se entregue su gestión a un equipo centrado en la acción artística. Lo que ahora se propone no es más que un remiendo que no ha funcionado en ningún lugar del mundo conocido (ni en Francia, con lo culto que es allí todo el mundo).

ESTA empresa pretende hacer de todo a todas horas y todos los días, con el permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide. ¿Tiene todos los permisos? Es difícil de creer. Las estructuras de los edificios públicos se corresponden con las actividades para las que se destinan y en las condiciones prescritas. Es decir, la plaza de toros tiene unas puertas de acceso, unos pasillos por los que se circula, un graderío y un centro de arena. El público no tiene acceso al centro, por donde solo pueden circular los toros, el torero que se encarga de su tortura, el tipejo del castoreño que revienta el animal a lanzazos, el que le mete clavos en el lomo y otros pocos más, entre ellos los que se llevan el cadáver del pobre animal que había sido criado y seleccionado para este honor tan grande.

LOS pasillos de la plaza de toros no son una galería de arte ni un centro de exposiciones. Estos son establecimientos que precisan de un permiso específico, por el que pagan su licencia fiscal y sus permisos y cotizan… Y tienen sus sistemas de seguridad correspondiente al tipo de espacio y actividad, las que marca la normativa específica. Las salas de conciertos, las salas de proyecciones, exactamente igual. ¿Tienen los pasillos de una plaza de toros exactamente las mismas características? Y en el caso de que no sea así, ¿está en condiciones de garantizar la seguridad Coso de Badajoz? Se supone que la Diputación de Málaga estará al tanto no solo de la actividad que va a pagar con dinero público, también es de suponer que tendrá plena información de cómo está la situación con respecto a los sistemas de seguridad y los permisos correspondientes. Sería imperdonable que en un momento en que el presidente del organismo provincial, Elías Bendodo, es abogado, se den circunstancias anómalas en un caso así, tan delicado.

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