OPINIÓN. Tribuna Abierta
Por Loreto Wallace Moreno, espeleóloga

18/03/16. Opinión. Loreto Wallace distingue a los auténticos espeleólogos de los “visitantes de cuevas” que tan poco respeto muestran por estas frágiles obras de la naturaleza. Esta espeleóloga que hace llegar la tribuna de a continuación a EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com explica que muchos lo hacen por subir fotos fardando a las redes sociales sin pudor ni cuidado a las estalagmitas o columnas...

...de la cavidad. Otros tantos arrancan pedazos de la piedra para revenderlos después, desconociendo que al extraer estos materiales de la cueva pierden muchas de sus propiedades. “La mayoría de las (cuevas) que hoy son visitadas tendrán un cruel destino: la destrucción de su belleza. Así que, al igual que en la novela que dio origen a la inmortal película “Blade Runner”, yo me pregunto ahora: “¿Sueñan las cuevas con visitantes?”. Apostaría a que no”.

Málaga subterránea: un frágil y extraordinario patrimonio a conservar

UN
día cualquiera de verano un pequeño grupo se dirige a visitar la Sima Bego, en la Sierra de Mollina. Son cuatro espeleólogos. Dos de ellos se han ofrecido a enseñársela a los otros dos que no la conocen. Han oído hablar de sus maravillosas y extrañas formaciones: corales, huevos fritos, coladas blanquísimas, estalagmitas finas y rizadas elevándose en busca de sus compañeras del techo, buscando esa unión que se producirá en el transcurso de los siglos en forma de columna… Están deseando conocerla. Los cuatro aman las cavidades, para ellos la entrada a una cueva es entrar a un santuario donde, en esa paz y silencio que sólo en ellas se encuentra, el ser humano se siente menos protagonista y empequeñecido ante la obra de la naturaleza.

Sima Jabalcuza. (Sierra de Mijas)
 
LA
entrada a Sima Bego es un pequeño pozo de apenas 20 metros, con una sensación mayor ya que se abre en un borde del techo de la amplia sala que es la cueva. Es una bajada en aéreo, en la que disfrutas cada metro del cómodo descenso. Una sima para iniciarse en la espeleología… pero que… ¡ay!, ¡ahí está su gloria y su perdición!

LA facilidad de acceso a su interior, su divulgación en todos los medios de redes sociales, blogs o páginas webs de clubes ha hecho que numerosas personas conozcan su existencia y emplazamiento y vayan a visitarla. Son, los que yo denomino visitadores de cuevas. Y ¿qué es un visitador? Pues es aquella persona que sin sentir esa comunión con la cavidad, sin respeto en absoluto para el medio, las visita a toda carrera, por el solo placer de hacerlo, y si puede “llevarse un recuerdo de ella”, pues ¡mucho mejor!  Que no le hablen de hacer trabajos como fotografía, topografía, estudio biológico o climatológico... No, lo que hace son las fotos ésas en que me agarro a una columna, o a una fistulosa, ¡da igual que sea frágil y la rompa, hay otras! O pongo mi bota machacando los corales, pero en la foto que pondré en el Facebook, ¡no veas como va a flipar la peña…! Después de una rápida visita, ¡vamos para arriba, que tengo ganas de tomarme una cerveza…! Y el próximo finde, “¡adónde vamos, a ver si hay formaciones guapas y nos podemos llevar alguna… que me acuerde de coger un martillo, que algunas no veas para poder arrancarlas!”.


Entrando a Sima Sinnombre  (Sierra de las Nieves)

¿CREEIS que exagero? Pues os remito a las pruebas fotográficas: el antes y el después de las bellas formaciones de la Cueva del Refugio, en Alhaurín. Desaparecidas recientemente. Algunas debieron llevar un gran martillo para poder destrozarlas. Su gran tamaño así lo requería.

VOLVIENDO a la visita de nuestros cuatro amigos a Sima Bego, bajan, empiezan a andar con cuidado por las zonas donde no pueden estropear nada, casi no hablan, el sonido de aquellos espacios se escucha cuando tú estás en silencio… y os aseguro que hay mucho que escuchar y sentir. La gota que cae depositando esa millonésima de gramo que contribuirá a formar esa estalagmita, el batir del ala de un murciélago que sale hacia el exterior, el ruido de tu bota al posarse en el suelo, tu propia respiración o la de tus compañeros… y de repente, ¡la cruel realidad! ¿Qué ha pasado aquí? Una estalagmita está cortada y se han llevado la parte superior, los corales están casi todos pisoteados y rotos, el Solitario, una estalagmita alta, rizada, elegante, y que vigila la cavidad desde hace siglos, se halla sobre un pequeño bloque suelto…  Como esto siga así, la próxima vez estará destruido.


Sima Hedionda (Sierra de Casares)

A nuestros amigos se les encoge el corazón. Esta expresión es más real que la vida misma. Esto es lo que sientes cuando observas la destrucción y la sinrazón de tus mismos congéneres. Y se plantea una pregunta: si las cuevas sueñan, ¿entra en sus sueños que las visitemos? Para semejantes visitantes preferirán que las dejen olvidadas durante otros muchos siglos, como hasta hace poco estuvieron: solas, sin que nadie las destruyera.

ASISTIMOS a un auge de la espeleología. La facilidad de la técnica la pone al alcance de personas que jamás se hubieran planteado este deporte si tuviera más dificultad. El auge de los deportes de aventura, el mayor tiempo de ocio de la sociedad actual… Todo ello ha hecho que haya una afición creciente para conocer estos espacios. Tampoco se quedan atrás algunos espeleólogos, que con tal de dar “el pelotazo” (como algunos dicen), no tienen en cuenta la fragilidad del medio que están explorando. Hay veces que parece que, más que el afán de descubrir y conocer el medio subterráneo, la finalidad sea el dar a conocer en las redes lo conseguido. Yo no digo que eso sea malo en sí, pero si para aparecer como los “máquinas y campeones” hay que olvidar el frágil equilibrio de este mundo, mejor es no salir tan triunfante.

Cueva de la Araña (Sierra de la Camorra)

OTRO aspecto a tener en cuenta es la cantidad de basura que en algunas cuevas de fácil acceso, utilizadas para las excursiones, se amontonan. El 8 de febrero del pasado 2015 el Club Ges de la Sem organizó una salida de limpieza a la Cueva de la Higuera, en Torremolinos. Se sacaron 12 sacas grandes de basura repletas de los restos más variopintos: latas, cristales, pilas, restos de cuerdas, 1 jersey, botellas enteras, restos de comida, plásticos… En fin, todo un repertorio de la basura más variada. ¿Cómo era posible que se hubiera acumulado semejante cantidad en una pequeña cueva?

LA espeleología significa etimológicamente “tratado o estudio de las cavidades”. Viene del griego (speleon, cavidad; logos, tratado). Para estudiar una cavidad hay que entrar en ella, y por su propia morfología se requiere una serie de técnicas y materiales para poder avanzar por las mismas (técnicas de progresión vertical), unidas a unos conocimientos del medio. Muchas ciencias abarcan su estudio: la climatología, la bioespeleología, la geología, la flora… Todo ello precisa de un “tempo” tranquilo y de observación que muchas veces va reñido con el espíritu que empieza a imperar hoy día en nuestro deporte.


Cueva de la Limosna (Canchos de Juan)

EN eso podemos diferenciar al auténtico espeleólogo del visitador de cavidades. ¿Y cuál es la solución? ¿Cómo podemos proteger estas cuevas de delicado equilibrio, de la visita de personas sin ningún respeto hacia ellas? ¿Cerramos las cavidades para que sólo puedan ser visitadas por algunos privilegiados? Nunca he estado de acuerdo con esa solución, pero al visitar algunas cuevas como La Sima de la Higuera, en Murcia, en el que está regulada y controlada su entrada, sin por ello impedir el acceso a quien quiera conocerla, he empezado a pensar que ésta puede ser una buena solución para salvaguardar de la destrucción alguna de las cavidades más emblemáticas de nuestra provincia.

MUCHAS veces el destrozo de las formaciones es para después venderlas, sin saber que al estar faltas de su medio natural, al aire libre pierden esa belleza y brillo que las caracteriza en su lugar de origen. La prohibición de su venta ayudaría a que los que destrozan por ese motivo no pudieran lucrarse al no poder introducirlas en el mercado.


Cueva de la Limosna (Canchos de Juan)

HAY cavidades en que por su tamaño y debido a la crecida periódica de las aguas, apenas tienen formaciones y el paso de sus visitantes influye poco en su conservación. Pero en estas otras, llenas de formaciones, frágiles, de fácil acceso… La mayoría de las que hoy son visitadas tendrán un cruel destino: la destrucción de su belleza. Así que, al igual que en la novela que dio origen a la inmortal película “Blade Runner”, yo me pregunto ahora: “¿Sueñan las cuevas con visitantes?”. Apostaría a que no.


Cueva del Refugio, con todas las estalagmitas cortadas

Cueva del Refugio, antes de que cortaran las estalagmitas


Techo de estalactitas en la Sima Jabalcuza (Sierra de Mijas)


Cueva de la Araña (Sierra de la Camorra), bosque de estalactitas y columnas

Sima de la Curra (Sierra de Alcaparain)

Recogida de basura en la Cueva de la Higuera (Sierra de Torremolinos), a cargo del Ges de la Sem

Techo con coladas

Espeleotemas

El Castillo. Sima Bego (Sierra de Molina)

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