OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Juan Miguel González
Poeta y letrista de Tabletom
30/05/16. Opinión. El poeta y letrista de la banda malagueña Tabletom ha redactado un sentido homenaje a Cristóbal González Montilla, redactor de Cultura de El Mundo Málaga y posible afectado por el salvaje ERE que se cierne sobre Unidad Editorial, y que supondrá el cierre de varias delegaciones. A pesar de que la redacción en Málaga es rentable, las negociaciones se han cerrado y no en...
...muy buen término para los empleados del cuadernillo local. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com se hace eco de las palabras de Juan Miguel González.
Dos copas de “aguardiente suelto” por Cristóbal González Montilla
SIEMPRE resulta doloroso y traumático dejar a una persona sin trabajo, porque es despojada de una parte considerable de su dignidad, ya que se lesiona su autonomía económica, con la consiguiente merma de libertad. ¿Y qué sucede cuando un hombre o una mujer ve disminuida su libertad? Pues que corre el riesgo de que, a su vez, aumente su descreimiento en nuestro sistema democrático, y con él, su rencor social, volviéndose más vulnerable frente a las proclamas redentoristas de los nuevos populismos, viejísima versión de la barbarie totalitaria.
ENTRE los posibles damnificados de la presentación de un ERE por la editora El Mundo de Málaga se encuentra el periodista Cristóbal González Montilla, gran profesional, excelente informador, sagaz reportero y apasionado cronista de la cultura malagueña de los últimos veinte años. Lejos del relativismo moral y del resentimiento de los pusilánimes, tan proclives al revanchismo y al linchamiento sectario, Cristóbal es un hombre íntegro, noble y bondadoso, cuya moral, como escribió Ortega, “no consiste sino en la permanente voluntad de realizar lo mejor”. La valiosa labor cultural que realiza en El Mundo no sólo es encomiable por la creación de nuevos y heterodoxos suplementos literarios, sino por su valiente independencia frente a las ideologizadas camarillas, tan conservadoras y excluyentes, así como su defensa y publicación de otras propuestas culturales, menos complacientes con el subvencionariado endémico.
CRISTÓBAL González Montilla es un mocetón alto y desgarbado, de rizada melena y barba rala, como de amanuense o vihuelista sefardí. Vocacional peatón y caminante de largas zancadas, he podido comprobar muchas noches cómo se plantaba en calle Eugenio Gross, antes que yo, que, asombrado, lo seguía tras la ventanilla del 15. Incansable celebrante de la amistad, posee la reconstituyente virtud del sentido del humor, siempre indulgente, nunca insidioso ni atrabiliario, aun en los casos de tipos de acreditada bajeza moral. Tiene Cristóbal buen beber, pues sabe que toda reunión en torno a unas copas no es otra cosa que ceremonia y celebración de la vida, el amor y la amistad. Nuestro periodista jugó mucho de niño en Cuevas del Becerro, su pueblo natal. Quizás sea por eso que aún conserva una alegre ternura de corazón.
SIENDO estudiante ayudaba en el pequeño negocio paterno repartiendo, con una furgoneta, vinos, cervezas y refrescos en las vacaciones de verano. Tal vez sea por eso que sienta una natural compasión por los más necesitados y humildes, a diferencia de la hipócrita solidaridad y el rencor igualitarista de tantos burgueses devenidos en progres, debido al sentimiento de culpa producido por su diferencia de clase.
HOMBRES de tan sobrada integridad ética como Cristóbal y tan apasionada vocación profesional, acreditada por una trayectoria ejemplar y brillante, son imprescindibles en el periodismo español. Qué gran periodista nos perderíamos sus lectores si fuese obligado a abandonar su labor entusiasta de difusor cultural. Aún sigo emocionándome cuando releo sus magistrales entrevistas a poetas y artistas tanto del ámbito nacional como local. Cómo no recordar su magnífico artículo “Tres gin- tonic con Wendy”, premiado en la XXXII edición del premio Fundación de Unicaja, de artículos periodísticos, en el que el autor rinde un hermoso homenaje a Ana María Matute.
EN su querida Cuevas del Becerro, en la tienda-taberna regentada por su padre, destaca un célebre barril en el que aparece escrito con tiza el castizo y poético letrero: “SE VENDE AGUARDIENTE SUELTO”. Por justicia laboral y poética, deseo de todo corazón que pronto podamos brindar con aguardiente de ese barril la permanencia de Cristóbal y de sus compañeros, en el diario El Mundo de Málaga.
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