OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Luis Manuel Goñi Stroetgen
Economista y profesor
06/10/16. Opinión. En los próximos días se puede firmar un tratado de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea (CETA) que podría tener repercusiones muy negativas en la vida de los ciudadanos europeos, especialmente en las economías más débiles del sur de Europa, como es el caso de la española. Luis Manuel Goñi Stroetgen, economista y profesor, manda a EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com...
...esta Tribuna Abierta profundizando en las posibles consecuencias de este acuerdo. Para tratar de frenarlo, se van a realizar diversos actos la semana que viene, que culminarán con manifestaciones y concentraciones el 15 de octubre. En el caso de Málaga, ese día tendrá lugar una concentración en la Plaza de la Marina a las 19.00 horas convocada por la plataforma No al TTIP. Goñi recuerda que a partir de ahora habrá que decir “No al CETA porque el TTIP ha quedado en punto muerto y el CETA tendrá casi las mismas repercusiones que el TTIP”.
El CETA, caballo de Troya del TTIP
MUCHOS nos quedamos tranquilos cuando hace un mes nos enteramos de que el contestado TTIP, acuerdo entre la UE y EEUU para el comercio y la inversión, se paralizaba ante la oposición algunos gobiernos europeos, entre ellos Francia y Alemania; así como por la incógnita del resultado de las elecciones en Estados Unidos.
PERO la alegría duró poco porque ahora nos enteramos que el 21 de octubre se celebrará en Bruselas un Consejo Europeo, con la asistencia de los jefes de estado y de gobierno de los países miembros de la UE para tratar la aprobación de la CETA, Acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá. Está pensado que se ratifique en la cumbre Unión Europea - Canadá del 27 de octubre. En cuanto esté rubricado y el Parlamento Europeo dé luz verde, empezará a aplicarse de forma provisional hasta que lo ratifiquen los parlamentos nacionales de los veintiocho países miembros de la UE. Aunque esto último no es seguro porque la Comisión Europea intenta evitar este último trámite para agilizar la aplicación del Tratado.
TENIENDO en cuenta que casi todas las empresas multinacionales estadounidenses tienen filiales en Canadá, para EEUU, el CETA será la puerta trasera de entrada de esas empresas en la Unión Europea. La trampa está en que este tratado es menos conocido, pudiéndose pensar que es menos perjudicial que el TTIP. Así, ante la fuerte oposición popular contra el TTIP y los procesos electorales que se avecinan en Francia y Alemania, se cuela un desconocido CETA. Bastaría que una empresa estadounidense tenga una sucursal o filial con negocios en Canadá para que pudiera aprovecharse de los beneficios que produce el CETA. Además hemos de tener en cuenta que EEUU tiene firmado la NAFTA, un Tratado de libre comercio con Canadá y México.
RESALTAMOS dos razones que, por sí solas, justifican la oposición a estos tratados:
- LA pérdida de la soberanía de los estados. El tratado permitirá a las empresas multinacionales demandar a aquellos estados que aprueben leyes que afecten a sus intereses (beneficios). Es una cláusula de protección de las inversiones extranjeras.
EN este caso el litigio se solventará en un tribunal específico al margen de la justicia ordinaria. Este mecanismo de resolución de disputas entre inversores y estado permite que los inversores extranjeros lleven a los estados ante un tribunal de arbitraje internacional. Esto significa que los estados corren el riesgo de tener que afrontar demandas millonarias por adoptar medidas de interés público que vayan en contra de los intereses de las grandes empresas.
SEGÚN Kucharz de Ecologistas en Acción “tanto el TTIP como el CETA son unas herramientas poderosas en manos de las empresas transnacionales para impedir cambios en las regulaciones nacionales que busquen proteger la salud pública, el medio ambiente o mejorar las condiciones laborales”. Por otro lado, todas las leyes o normas que afecten al comercio entre EEUU o Canadá y la UE se van a debatir por las confederaciones de empresarios antes de llegar a los parlamentos.
- LA desprotección de los consumidores. Partimos de la base de que la normativa canadiense en materia medioambiental, sanitaria y laboral es más permisiva que la europea y que el tratado implica la homologación de las legislaciones. Con la excusa, bastante discutible, de favorecer el empleo a través del incremento del comercio, se impulsará la eliminación de las actuales barreras aduaneras que controlan las entradas de productos en la UE. Por ejemplo, tanto en EEUU como en Canadá está permitido tratar el ganado con hormonas que les hacen engordar y crecer más rápido así como utilizar plantas genéticamente manipuladas para producir alimentos. En la actualidad la Unión Europea está bloqueando las importaciones de estos productos.
LAS pequeñas economías agrarias europeas tendrían que competir en condiciones de desigualdad con la producción canadiense de grandes explotaciones con estándares mínimos de seguridad. En Canadá existe una legislación más permisiva en cuanto a los alimentos genéticamente modificados, uso de pesticidas, tintes alimenticios, pollo clorado, entre otros.
A los citados anteriormente se añaden otros efectos perniciosos sobre el medioambiente como el uso de sustancias químicas contaminantes, aumento de las emisiones de CO2, puerta abierta al fracking; la liberalización de los servicios públicos o la pérdida de empleos por la competencia desleal de las empresas multinacionales canadienses y norteamericanas que, en general, operan con menores derechos laborales y sindicales.
Y lo peor de todo es que los tratados internacionales no pueden anularse hasta pasados 5 años, mientras que las inversiones que fueron realizadas en virtud del mismo siguen teniendo vigencia otros 15 años más.
PARA tratar de evitar la implantación ahora del CETA y más tarde del TTIP, el próximo día 15 de octubre, se celebrarán manifestaciones y concentraciones en las grandes ciudades españolas y francesas. En Málaga a las 19.00 hora habrá una concentración en la Plaza de la Marina convocada por la plataforma de Málaga No al TTIP. El futuro de los ciudadanos europeos está en juego.
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