OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Matías Mérida
Profesor de Análisis, Evaluación y Gestión del Paisaje de la UMA
05/05/17. Opinión. El profesor de la Universidad de Málaga Matías Mérida analiza en esta colaboración en Tribuna Abierta para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com los resultados del estudio sobre impacto paisajístico (AQUÍ) que el Puerto de Málaga encargó a la empresa ‘Sfera’ y que publica diario Sur. “Y es que en paisaje las cosas son fáciles de comprobar, incluso...
...de imaginar con un mínimo sentido del espacio y de las dimensiones: un rascacielos en un lugar muy frágil paisajísticamente (muy visible y con mucha población alrededor) y en una ciudad sin rascacielos, inevitablemente generará un impacto paisajístico fortísimo, por no emplear otros términos”. “Era de esperar un resultado que se adaptara a los intereses del Puerto de Málaga: lamentablemente, se ha convertido en casi una tradición que los estudios de impacto ambiental realizados por algunas empresas suelan reflejar la opinión de la parte pagadora, de modo que el informe se transforma en un argumentario orientado a esconder los impactos de un proyecto, más que para detectarlos”.
El rascacielos, su impacto y el rey desnudo
SEGÚN recoge Sur, el Estudio Ambiental Estratégico de la Modificación de Elementos del Plan Especial del Puerto descarta la existencia de impacto paisajístico. Ciertamente, era de esperar un resultado que se adaptara a los intereses del Puerto de Málaga: lamentablemente, se ha convertido en casi una tradición que los estudios de impacto ambiental realizados por algunas empresas suelan reflejar la opinión de la parte pagadora, de modo que el informe se transforma en un argumentario orientado a esconder los impactos de un proyecto, más que para detectarlos. Pero, en el caso del rascacielos del Puerto llama la atención la contundencia empleada. En lugar de admitir el obvio impacto paisajístico e intentar matizarlo o minimizarlo, resaltando otras supuestas virtudes del proyecto, se ha apostado por una estrategia más audaz: negar la evidencia, el tremendo impacto, a modo de órdago paisajístico. Es como si un informe sobre el paro en España negara la existencia de paro en España. Recuerda a la conocida fábula del traje nuevo del emperador. Pero, como en el cuento, el rey está desnudo. Y, también como en el cuento, todo el que no está implicado en el disimulo puede verlo.
Y es que en paisaje las cosas son fáciles de comprobar, incluso de imaginar con un mínimo sentido del espacio y de las dimensiones: un rascacielos en un lugar muy frágil paisajísticamente (muy visible y con mucha población alrededor) y en una ciudad sin rascacielos, inevitablemente generará un impacto paisajístico fortísimo, por no emplear otros términos.
ANTE la contundencia de los hechos, resulta de interés revisar alguno de los argumentos recogidos en la información de Sur para negar la evidencia. Según se puede leer, el estudio aporta datos que, sin conocer en detalle el procedimiento seguido, inducirían a la negación del impacto. Por ejemplo, al parecer se afirma como eximente que el rascacielos sólo ocuparía, en unas imágenes tomadas desde algunos puntos de visión, como mucho un 2% del campo visual. Al margen de las numerosas cuestiones conceptuales y metodológicas que se podrían aducir (que habrá que analizar cuando se disponga del documento), ese supuesto 2% llama directamente a la confusión del lector: un 2 % de una imagen parecería una intrusión insignificante, casi despreciable. Pero no, parece muy poco, pero en realidad es mucho. Para hacernos una idea clara, basta observar la simulación fotográfica que adjuntamos, tomada la fotografía original desde los Baños del Carmen. En esta imagen, el rascacielos ocupa sólo el 0,31% de la imagen, pero su presencia en la imagen es, huelga decirlo, contundente, y sobradamente suficiente para evidenciar su elevado impacto paisajístico sobre la bahía. No es necesario que llegue siquiera al 2%.
PERO todo tiene una explicación: al parecer, los promotores apuestan por un procedimiento de evaluación ambiental simplificado, más corto. Admitir el impacto, aún supuestamente compensado por otros posibles beneficios, supondría seguramente la aplicación de una tramitación ambiental ordinaria, mucho más larga. El plan es obvio, tan obvio como tosco. Pero el problema no es el estudio, ni siquiera la empresa que lo ha realizado. El problema real es la decisión que tome la autoridad ambiental competente, la Junta de Andalucía: que acepte de forma implícita la inexistencia de impacto paisajístico, algo muy difícil de justificar, o decida tramitar este expediente de forma ordinaria. Lo que se plantea no es, precisamente, un simple cambio de usos del suelo. Es la generación de un impacto paisajístico brutal sobre la bahía de Málaga y los principales hitos paisajísticos de la ciudad que afectaría tanto a sus habitantes actuales como a las generaciones futuras.
EL Ayuntamiento aprobó, recientemente, encargar la realización de un estudio completo de visibilidad. Existen centros de reconocido prestigio en España dedicados al paisaje que resultarían idóneos para la realización de un trabajo objetivo y neutral. Esperemos que sea así y que la sensatez se termine imponiendo. Esperemos que los que deben decidir sean capaces de ver al rey tal y como está, desnudo.
[Fotografía y simulación: Matías Mérida. Fisonomía del edificio adaptada de la información publicada (autor: Álvaro Cappa)].
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