“Todos los medios de comunicación estamos 'vendidos'. O 'comprados'. Como quiera leerse. Todos. Siempre habrá alguna noticia o información que no daremos por interés propio. Y los que dicen lo contrario con la boca llena de la palabra libertad mienten como bellacos o son unos ignorantes”
OPINIÓN. Tribuna Abierta
Nota de Redacción de la revista EL OBSERVADOR
31/12/18. Opinión. La redacción de la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com publica esta nota de final de año. Con ella quiere contestar a una pregunta que en las últimas semanas le ha llegado por diversos canales con más insistencia de la habitual: “¿Vais a seguir saliendo el año que viene?”. Esta Nota intenta dar una respuesta a la cuestión de si se...
...seguirá publicando EL OBSERVADOR en el año 2019.
Revista EL OBSERVADOR: ¡Adiós, 2018. ¿Hola, 2019?!
ESTA noche termina el año 2018 y a continuación, sin transición alguna, comienza 2019. A la redacción de la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com le gustaría decir que continuará publicándose durante todo el nuevo año por lo menos, pero no lo sabe. Es posible que sí, porque por encima de cualquier razón la gente que trabaja en ella y la edita día a día es muy cabezona y bastante pobre, dos razones por las que se puede hacer lo que se quiera: "En mi hambre mando yo". Dos razones que posibilitan intentarlo porque no hay mucho que perder. Procuraremos seguir publicándola en el año 2019, pero no tenemos ni idea si será posible. La mezcla entre buena voluntad y casi ningún ingreso por publicidad no es suficientemente cierta y segura como para continuar nada. Aunque si es lo suficientemente frágil como para poder escribir sin miedo a que el mundo se acabe mañana.
TODOS los medios de comunicación estamos 'vendidos'. O 'comprados'. Como quiera leerse. Todos. Siempre habrá alguna noticia o información que no daremos por interés propio. Y los que dicen lo contrario con la boca llena de la palabra libertad mienten como bellacos o son unos ignorantes. Precisamente aquellos que se muestran todos los días como paladines de la libertad de expresión o de comunicación o de transmisión de información son los más frágiles porque son los más grandes, porque son los que más tienen que perder. ¿Cómo va ser independiente y libre, por ejemplo, el diario El País, cuando Prisa debe a los bancos 1.455 millones de euros cuya renovación tiene que negociar todos los años? O el diario Sur, que tiene que presentar una cuenta de resultados en números negros a final de año a Vocento que también debe unos 200 millones a las entidades financieras ¿Cuántas noticias deja en el cajón o las convierte en fake news o simplemente las 'modifica' para poder publicarlas? Si eso lo hace el medio más potente de toda la provincia de Málaga, que ocurre con el resto... pues se lo pueden imaginar. Eso sí, si algún lector quiere que un director o personajillo de la redacción les caliente la oreja durante horas con milongas y concursos de a ver quién es el más libre, independiente y valiente, solo tiene que llamar a alguno de estos medios. En EL OBSERVADOR preferimos decir desde el principio que estamos 'vendidos' o 'comprados' por aquello de intentar comer, al menos, dos veces y media al día. Y solo le damos la tabarra a los lectores en nuestras informaciones. Debe ser el único medio de comunicación que no presume de ser ni libre ni independiente. Publicamos y que nos lean. El lector elige siempre en que medio se reconoce más.
LA prestigiosa Fundación para un Español Urgente (Fundéu) aconseja que "Las expresiones noticias falsas y noticias falseadas son alternativas a fake news". Es decir, que "El adjetivo inglés fake puede traducirse en español, según el contexto, como falso o falseado. De estas dos alternativas, el término falso es el más amplio, pues una información o noticia falsa puede serlo por faltar a la verdad de forma involuntaria o premeditadamente. El adjetivo falseado, en cambio, sugiere un matiz de adulteración o corrupción premeditadas". No nos equivocamos al afirmar que el 99% de las fake news publicadas por los medios, son noticias falseadas, no falsas. No involuntarias. Totalmente voluntarias.
Y noticia falseada es la que en el titular puede leerse: "Abatieron a una perra de un disparo". No. Nada de abatir como si se estuviera plegando una mesa de playa: "Mataron de un tiro a un perra". O a un ciudadano, que es peor. Esto es muy simple y otros lo explican muchísimo mejor. El colaborador de esta revista y reconocido periodista, Dardo Gómez, lo desarrolla muy bien aquí: ¿Por qué decimos “fake news”?, cuando son mentiras y aquí: Las perversiones de la prensa eufemística.
¿Y a quién se venden los medios? ¿Quién manda en realidad en ellos? Antes de la crisis, solo había que mirar quien insertaba páginas y páginas de publicidad, cuñas o anuncios. Las empresas que pagaban esos reclamos eran las que mandaban en los soportes. Ya fuesen empresas locales de construcción o inmobiliarias tipo Aifos o de implantación nacional o multinacional, como la ONCE, cervezas Victoria o Heineken o establecimientos de ocio y de tipo tabernario como El Pimpi. No hay que olvidar a bancos y entidades financieras como CaixaBank, Unicaja y demás. Y las grandes sociedades que incluyen a los medios locales dentro de sus campañas nacionales de marketing, como los fabricantes de coches, Movistar, etc. Todo esto era así antes de la crisis. Ahora la cosa ha cambiado y no hay dinero para tanto... medio. Menos mal que siempre acuden al rescate los políticos y personajillos de las instituciones, que las manejan y manipulan a su mejor conveniencia con sus millonarios presupuestos públicos para utilizarlos en beneficio partidario o personal.
SEGÚN un estudio de los profesionales del marketing, casi el 50% de la publicidad que se inserta en los medios es institucional. En los soportes locales el tanto por ciento aumenta diez o veinte puntos al contarse las diputaciones, ayuntamientos y universidades del entorno como clientes más cercanos e interesados. Dinero de todos que se usa de forma particular. En Málaga, la Diputación Provincial, con su gabinete de prensa manejado por Marta Olea bajo las órdenes de su presidente Elías Bendodo; el Ayuntamiento con su gabinete de prensa manipulado por Jesús Espino, a las ordenes del alcalde Paco de la Torre; la Universidad, con su gabinete de prensa trajinado por Juan Francisco Gutiérrez Lozano y el vicerrector Juan Antonio García Galindo, todo bajo el mando del ínclito rector José Ángel Narváez; empresas públicas de todas estas instituciones más las de la Junta de Andalucía, etc... un chollo. Estos centros de poder insertan millones de euros al año en los medios para que se hable ‘bien’ de ellos. Y deciden a su voluntad, según si estos escriben 'cosas buenas', las cantidades que ingresan en los diferentes soportes: diarios en papel, emisoras de radios locales, cadenas de televisión y redes. Desgraciadamente, porque le hace falta, la revista EL OBSERVADOR no recibe desde hace años ni un euro del Ayuntamiento, ni de la Diputación, ni de la Universidad…
¿CONTINUARÁ EL OBSERVADOR publicándose en 2019, un año tan calentito electoralmente en el que la extrema derecha y la derecha extrema van a ir a por todas?... no tenemos ni puñetera idea. Lo que si tenemos es temor. Y no porque nuestro cierre sea un ataque a la democracia o a la libertad de información. No. ¡Que va! Sería una más de las cabronadas que hacen a diario los políticos y los manipuladores de entes públicos. Sería una cabronada tan grande como las que le hacen a otras empresas o colectivos sociales y civiles que ‘no les gustan’ y que por ello dejan a sus trabajadores en el paro. Un medio de comunicación no tiene que sentirse protagonista épico de un relato histórico. No debe aspirar a otra cosa más a que ser una empresa más donde se trabaje dignamente. Donde el personal cobre según sus capacidades y fuerza de trabajo aportada. Sin ser explotados. Justamente. Y en donde el producto que se ofrezca al cliente/lector sea de la mayor calidad posible. Lo mismo que hace una fábrica de latas de sardinas o de salchichones. Eso sí, intentando que sea de primera calidad. Para ofrecer mierda ya tenemos a los que tejemanejan los dineros de las instituciones de todos los ciudadanos: rectores, alcaldes, diputados, concejales, etc.
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