“Me dispongo a repasar y a analizar lo que le ha pasado a esta izquierda desnortada e impropia que padecemos y que tiene a su electorado andaluz de lo más desconcertado e indignado cuando no en mayor desbandada”

El nuevo Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos con el apoyo de Vox “abre un escenario de incertidumbre totalmente imprevisible aunque con incalculables consecuencias para la convivencia y para la estabilidad democrática que ya estamos experimentando, aunque todavía sea en el mero debate político, sobre todo con la igualdad, la inmigración, la estructura territorial del Estado y la violencia de género”

OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Ignacio Trillo
Ex delegado de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Málaga

15/01/19. 
Opinión. El ex delegado de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y exmilitante del PSOE, Ignacio Trillo, realiza en un artículo para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un análisis sobre los resultados electorales del 2 de diciembre en Andalucía así como de los diferentes partidos que concurrieron a los comicios. El nuevo Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos...

...con el apoyo de Vox “abre un escenario de incertidumbre totalmente imprevisible aunque con incalculables consecuencias para la convivencia y para la estabilidad democrática que ya estamos experimentando, aunque todavía sea en el mero debate político, sobre todo con la igualdad, la inmigración, la estructura territorial del Estado y la violencia de género”, indica Trillo. Que hace un repaso por el panorama actual de PP, PSOE, Cs, Adelante Andalucía y Vox tras lo sucedido en las elecciones andaluzas. “Una mayoría de derechas que para gobernar debe apoyarse en Vox: un partido populista cuartelario, no constitucionalista, antiautonómico, xenófobo, machista, que hunde sus prehistóricas y siniestras raíces en el rancio aroma franquista y en los Reinos cristianos de Isabel y Fernando, cuando el espíritu del imperio hispano donde no se ponía el sol imperaba, mientras España aún no existía”, señala el exdelegado de Medio Ambiente de la Junta en Málaga.

El drama de la izquierda andaluza tras el 2D

AUNQUE
sea un fenómeno global la crisis de la izquierda y el ascenso de los populismos más retrógrados, no me voy a ir por las ramas mundiales. Así pues, no dejando de pensar a nivel planetario, voy a reflexionar localmente, referido a la aldea donde vivimos, Málaga, formando parte de Andalucía y con alguna referencia al techo de España.

Resultado final de las elecciones andaluzas del 2D que generó bajo un terremoto un nuevo mapa político en Andalucía.

EL
pasado domingo 2 de diciembre, Andalucía se vio sacudida por un terremoto electoral de alto grado en la escala de Richter. No fue producto de la lógica democrática de una alternancia normal en un mapa político consolidado, propio de la dinámica regeneradora que la práctica democrática insufla periódicamente a través de las urnas al sistema cuando se produce el agotamiento de la opción que gobierna. Más, en este caso, donde ha habido una larga gobernanza, 35 años, monopolizada en el tiempo por el PSOE-A porque así lo quiso el cuerpo electoral.

NO
ha sido Andalucía único caso en Europa -sí en España- donde por ejemplo el partido CSU de derecha que gobierna el land de Baviera (se denomina `estado libre´ y Alemania no se rompe) lo viene haciendo de forma continuada desde que hace 73 años acabó la Segunda Guerra Mundial, y con mayoría absoluta durante 69 años. He señalado que lo acontecido en Andalucía no ha sido producto de una alternancia normal porque representa una auténtica convulsión con retroceso político en su panorama social.

Santiago Abascal, presidente de Vox, reconquistando pueblos y las tierras de España como patético Cid Campeador en un Santiago y cierra España para traernos la unidad de destino en el imperio universal, donde no se ponía el sol, como portador de valores eternos.

UNA
mayoría de derechas que para gobernar debe apoyarse en Vox: un partido populista cuartelario, no constitucionalista, antiautonómico, xenófobo, machista, que hunde sus prehistóricas y siniestras raíces en el rancio aroma franquista y en los Reinos cristianos de Isabel y Fernando, cuando el espíritu del imperio hispano donde no se ponía el sol imperaba, mientras España aún no existía.

ESTE
Gobierno retro sombrío ha sido auspiciado por un cuerpo electoral hastiado a la vez que cabreado, con grandes dosis de analfabetismo político en sus filas –todo hay que decirlo- producto del gran fallo de la democracia en el que ha consistido su sistema educativo. Y que en su libre y sagrado ejercicio del voto ha optado por una dirección conservadora e involucionista, en tanto un amplio sector de la izquierda se ha abstenido.

ESTE
acontecimiento abre un escenario de incertidumbre totalmente imprevisible aunque con incalculables consecuencias para la convivencia y para la estabilidad democrática que ya estamos experimentando, aunque todavía sea en el mero debate político, sobre todo con la igualdad, la inmigración, la estructura territorial del Estado y la violencia de género.

El nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, en su etapa de diputado cunero por Santander con amistades “gürtelanas” enormemente peligrosas: Luis Bárcenas y Ana Mato.

EL
resultado proporcionado por las urnas va a posibilitar que el malagueño nacido en Barcelona, Juan Manuel Moreno Bonilla, que también estuvo de diputado nacional como cunero por Santander donde tan buenas migas hizo con el senador de la misma circunscripción, Luis Bárcenas, siendo tesorero del PP, puede llegar a presidir la Junta. Contrariando el discurso de su partido y del suyo propio -“señora Díaz, atrévase a firmar ante un notario que dejará que gobierne la lista más votada”- y haciendo pactos contra natura con una fuerza anticonstitucionalista y antisistema como Vox, gobernando en una coalición de perdedores, tal y como le reprochan a Pedro Sánchez.

JUAN
Manuel Moreno Bonilla, además, se convertirá en nuevo presidente de la Junta habiendo sido el candidato que más votos y escaños ha perdido porcentualmente. Y si se lo sumamos a las anteriores elecciones del 2015, la primera vez que se presentó, el PP conserva actualmente tan solo el 52% de los escaños y el 48% de los votos absolutos que logró el candidato Javier Arenas en el 2012. Un más que “excelente” balance para que siga eufórico.

EN
cuanto a Ciudadanos, el nuevo partido que llegó para regenerar la política y para acabar con la corrupción, es la primera vez que entra en un gobierno autonómico y se estrena de la mano de un PP calificado por los tribunales de justicia de, “organización criminal creada para delinquir”, con numerosos de sus dirigentes encarcelados y con cuantiosos casos judiciales aún pendientes de sentencia. Uno de ellos, pieza separada de la Gürtel, donde ha declarado el exalcalde del PP del madrileño municipio de Boadilla, Arturo González Panero, alias “el Albondiguilla”, inculpando de la trama mafiosa a Juan Manuel Moreno Bonilla.

El tripartito del ménage à trois que ha escandalizado hasta a la derecha civilizada europea.

ASIMISMO
, el partido exsocialdemócrata de Albert Rivera se entroniza en el Gobierno andaluz con el apoyo de Vox que tanto escandaliza y preocupa a sus socios y homónimos europeos. 

REFIERO
lo anterior por lo vírgenes e inocentes que pretenden aparecer hoy en día en Andalucía las derechas, disimulando sus putrefacciones, sacando pecho, a lo cutre, de que van a mirar y a sacar cuanto se ha venido ocultando debajo de las alfombras, encima en plena época de las nuevas tecnologías. Disputándose ya entre sí las auditorías privadas de los amigos a los que les van a adjudicar la investigación, obviando, o no sabiendo, que cuanto necesiten saber y conocer obra en poder de los interventores o en la Cámara de Cuentas. Pobrecitos, como nunca han gobernado y no andan preparados, así de cazurros son.

Y
ahora me dispongo a repasar y a analizar lo que le ha pasado a esta izquierda desnortada e impropia que padecemos y que tiene a su electorado andaluz de lo más desconcertado e indignado cuando no en mayor desbandada.


TANTO fue el cántaro a la fuente que al final se rompió. O lo que es lo mismo: la crónica de un desastre anunciado -¡cuántas veces vaticiné que más temprano que tarde podía producirse!- que fatalmente ha acabado haciéndose realidad. Es lo que sucedió en Andalucía el domingo negro, 2 de diciembre, noche de difuntos para la izquierda y para los sectores de progreso.

Y lo más grave para que acontezca una urgente rectificación es poner el contador a cero. Pero ha pasado más de un mes de ese hecho luctuoso y, para vergüenza de todos, nadie ha dimitido. Aquí no ha pasado nada. Hasta sus dos lideresas, Susana Díaz del PSOE-A y Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, siguen tan panchas.

Susana Díaz y Teresa Rodríguez siguen sin aprender, a muerte entre ellas.

COMO antes y durante la campaña electoral, sin hablarse entre ellas, como maniáticas niñas chicas, ni haber hecho, no solo una autocrítica seria que al menos hubiese sido lo exigible, sino una sola propuesta de iniciativa política postelectoral ante la desolación e impotencia de sus votantes. Que han venido contemplando con impotencia la formación de una mesa del Parlamento al gusto de las derechas, donde, rompiendo la máxima de Montesquieu, el legislativo no va a poder controlar al ejecutivo porque son miméticos. O como espectadores de una esperpéntica negociación, con indecente desmesura y descaro, realizada, con nocturnidad y alevosía, a cientos de kilómetros de Andalucía y sin la participación de los dirigentes andaluces de las derechas, como menores de edad o limitados.

LA asunción de responsabilidades ante los fracasos ha proseguido como asignatura pendiente Más cuando a consecuencia de sus derrotas millones de andaluces se van a sentir afectados por las políticas involucionistas y neoliberales que a partir de ahora van a implementar las derechas.

LOS dirigentes de las izquierdas no pueden ni quieren hacer análisis de lo sucedido en las urnas porque con las conclusiones tendrían que saltar automáticamente de sus puestos por los aires.

EN este sentido, afectando a la formación Adelante Andalucía, la dirigente de Podemos, Teresa Rodríguez, en una operación no suficientemente explicada todavía, pasó, de haber sido parlamentaria andaluza en la anterior legislatura por su tierra natal, Cádiz, a ser, en esta cita del 2018, candidata cunera por la circunscripción de Málaga, donde era totalmente extraña, sin raíces algunas. Pues bien, en este 2D cosechó en la provincia natal picassiana el peor resultado de su coalición con IU (pérdida de 6,81 puntos), seguida precisamente de su gaditano terruño (merma de 6,37 puntos) donde resultó igualmente incomprensible su marcha.

TAMBIÉN a reseñar, hecho tampoco casual, que la tercera provincia con mayor pérdida de votos por Adelante Andalucía fuera Córdoba (-5,80 puntos) donde más electores consiguió IU en las elecciones autonómicas del 2015 seguida de Málaga. Lo que añade otro factor negativo, ya advertido previamente en las elecciones generales del 26 de junio del 2016, como ha significado la difícil fusión del voto de IU con el de Podemos, por corresponder sus electores y militantes a dos culturas distintas, como el agua y el aceite, de la izquierda que no se fusionan, no suman.

El nivel de la izquierda se pone más al descubierto cuando un personaje de demostrada mediocridad ha sido el artífice de esta operación que ha tenido en Andalucía su experiencia piloto con amenaza de extenderse como plaga al resto de España.

EN cuanto al PSOE-A, que desarrolló una campaña totalmente personalista basada en su líder sevillana, donde más bajó fue en Huelva (-9,36 puntos electorales) y en Sevilla (-8,11). Precisamente donde figuraban en la cabeza de las candidaturas los dos dirigentes, Mario Jiménez y Susana Díaz, más desgastados en la batalla por la defenestración de Pedro Sánchez, por motivo de posibilitar la continuidad de Mariano Rajoy al frente del Gobierno de España y por la pérdida de las primarias internas que celebró el PSOE federal.

LLEGADO hasta aquí no me voy a entretener en el futuro oscuro que auguro para Adelante Andalucía, en crisis con su poder central en Madrid, que como nueva formación deberá aprender de sus propios errores. Aunque sí constatar la velocidad de la luz que tomó Podemos para que con sus gruesos errores políticos unido al ‘yoyismo’ de ‘superego’ freudiano que caracteriza a su inconsecuente líder estatal, en un plis-plas, haya despilfarrado su proyecto y con ello el cúmulo de ilusiones que generó su nacimiento así como el potencial de entusiasmo que albergó en un importante sector de la izquierda.

VAYAMOS ahora al veterano PSOE-A que acumula 138 años de edad y cuyo cambio y regeneración que le sería obligado para volver al poder en Andalucía se hace muy complejo, por no decir imposible, ante la naturaleza de ‘monstruito’ que ha adquirido y su incapacidad para cambiar.

POR lo pronto, una líder, Susana Díaz, fracasada, tanto en su gestión en la Junta como en su concepción de partido, que acumula dos derrotas consecutivas en año y medio, y que en su soberbia se niega a dimitir, a pesar de las señales más que de humo que le han hecho llegar sus jefes desde Ferraz. Faltando además a su palabra dada, que nada vale ya al incumplirla, de marcharse si perdía las elecciones,  con lo que disipa todo tipo de credibilidad hacia su persona y queda anulada para hacer oposición parlamentaria convincente.

PUES bien, Susana Díaz está dispuesta con su aire de desafío chulesco -no se sabe bien si por no disponer de otra opción de empleo en el campo laboral, vive de la política desde su más tierna adolescencia al igual que gran parte de los dirigentes que le acompañan- a defender con uñas y dientes su puesto sin importarle el daño que causa a su partido -incluso a provocarle una escisión- como tampoco la cantidad de alcaldías que el 23 de mayo perderá el PSOE-A por su permanencia y por ende la no regeneración de la organización.

Una Susana Díaz en la noche de autos, descompuesta ante su inesperada derrota, acompañada de su equipo más que amortizado, ya pensando en no irse sino en enroscarse. Lo que responde a los nombramientos que viene efectuando como la que aparece a su izquierda, la sevillana Verónica Pérez, que abandonó sus estudios a los 17 años para dedicarse a la política y que se hizo famosa en aquella ridícula rueda de prensa que celebró en la puerta de Ferraz, en la operación golpista contra Pedro Sánchez, autoproclamándose ser la máxima autoridad del PSOE federal y que ahora ha sido nombrada nueva portavoz del grupo parlamentario socialista andaluz.

A añadir que, un partido como el PSOE-A, al no renovarse su dirección y composición y disponer de una estructura adaptada exclusivamente a la inercia de haber estado instalado en el poder institucional durante décadas, no va a saber hacer oposición. Y habiendo utilizado como componenda orgánica el clientelismo y el empleo público para su sostén, ajeno a su inserción en el tejido asociativo y en los nuevos vientos y fenómenos de corrientes de opinión y de pensamiento surgidos por la crisis sistémica que nos envuelve, no aparece vertebrado con la sociedad civil. Por tanto sin complicidades, sin capacidad de reacción y de movilización para una nueva etapa que se le abre de peliaguda travesía por un desierto desconocido por los socialistas andaluces porque nunca lo han transitado. Es el mismo caso, sin los extremos que se dan en Andalucía, que le ha sucedido al PSOE en Valencia, Madrid o Castilla-León, cuando pasaron del poder autonómico a la oposición.

Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, que presionan hasta ahora inútilmente para que dimita Susana Díaz, pero que tan poco se han dado cuenta de dónde falla el modelo de partido que dirigen.

LO extraño es que la necesidad de un nuevo modelo de partido, separando su estructura orgánica de la institucional, tampoco la vea el PSOE de Pedro Sánchez. Que sigue la inercia de sus antecesores, no dándose cuenta que para mantenerse en el poder, ante las enormes fuerzas de toda índole con las que se enfrenta, necesita apoyarse en un partido sólido, separado de las administraciones, íntimamente insertado y hegemónico en la sociedad civil. Y no proseguir bajo la tutela suicida de un sistema de baronías con una dirigencia y militancia dependiente de las instituciones donde gobierna. Hasta que no se dé cuenta, por ejemplo, que un José Luis Ábalos es más útil como responsable de Organización que como ministro de Fomento, el problema del PSOE -en Andalucía o allí donde fuere- siempre será el mismo, gobernará solo si el hedor de la derecha hace insufrible al cuerpo electoral el aire que se respire.

Las caras de un PSOE-A de Málaga que a gran velocidad va apagándose como era de prever donde su dirigencia ha estado viviendo de la política desde su uso de razón y con el propósito quizás ahora truncado de haber llegado así hasta la jubilación.

Y para concluir, me referiré al PSOE de Málaga, que ha quedado el penúltimo de la fila provincial en voto socialista con la pérdida de dos parlamentarios de la lista de candidatos infumables que presentaron. Tampoco aquí ha pasado nada. A día de hoy, hasta la militancia sanchista que queda se halla dividida en cuanto a la estrategia a emplear y con la totalidad de los que se fueron yendo por aburrimiento convencidos de que nada era posible cambiar, o represaliados, continuando en sus casas.

SOLO suena como eco el run run sobre quienes ante la pérdida de la Junta se pueden quedar sin empleo y si eso puede o no oscilar la correlación de fuerzas existente. Con las sedes cerradas e inactividad en sus agrupaciones, con la “pelúa” que está cayendo, y solo con el gran problema umbilical, por quienes mantienen férreamente el poder, centrado en si van a meter a Paco Conejo “el piscinero” en las listas electorales municipales por Málaga capital a la vista de que no ha salido de parlamentario y tampoco tiene otra opción laboral de vida.

Paco Conejo, presidente y portavoz del grupo socialista de la Diputación de Málaga y concejal en el Ayuntamiento de la capital. Secretario de Relaciones Institucionales de la ejecutiva del PSOE-A. Perdedor en su día de las elecciones municipales en su pueblo natal de Alhaurín El Grande de donde huyó. Nueve años matriculado en Ingeniero Técnico Industrial para no pasar de primer curso, actualmente estudiante de Derecho desde hace una década, que a la pregunta de un periodista en esta campaña de si la había acabado, respondió “en eso estamos”. Que ha sido presidente de la Fundación María Zambrano y también a una pregunta de ese mismo profesional de la información de que le dijera el nombre de un libro de la pensadora veleña, no supo contestar. Aquí lo vemos, no se sabe bien si buscando la causa de su derrota electoral, realizando ya prácticas para dedicarse al campo, o simplemente buscando alúas en un terreno seco.

UNA especie de apaga y vámonos que el cuento se agotó. Aquel de articular un partido -llamado de la clase obrera, que por cierto dejó de ir al paraíso, donde paradójicamente ninguno trabaja en otro oficio que no sea en la política y casi todos proceden del fracaso escolar- fusionado con una institución que ahora han perdido. Triste a la vez que patético.

¿HAY alguien para reinventar la izquierda?

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