“El “Repaso Semanal”, la sección que se reserva todas los domingos el subdirector de Sur, Javier Recio, para hacer un análisis/resumen de la actualidad de la semana toma el relevo del artículo de la Infamia por la que se había deslizado el director Manuel Castillo, el pasado día 22”
OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Antonio Somoza Barcenilla
Periodista. Exredactor del diario Sur
01/04/20. Opinión. El periodista en ejercicio y exredactor del diario Sur que dirige Manolo Castillo y cuyo subdirector es Javier recio, Antonio Somoza, contesta duramente en un artículo, desde una Tribuna Abierta para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com titulada De patriotas y guerracivilistas, el que el subdirector del diario de Vocento publicó en su medio de comunicación el pasado domingo...
...día 29 bajo el título El virus del guerracivilismo se propaga por España (AQUÍ).
De patriotas y guerracivilistas
El “Repaso Semanal”, la sección que se reserva todas los domingos el subdirector de Sur, Javier Recio, para hacer un análisis/resumen de la actualidad de la semana toma el relevo del artículo de la Infamia por la que se había deslizado el director Manuel Castillo, el pasado día 22 (AQUÍ). El pasado día 29, Castillo ha rectificado en parte y ha suavizado ligeramente el tono de su anterior artículo. Pero no pasa nada, aquí está su segundo para acelerar a fondo por la pendiente de la infamia en un artículo incendiario en el que, además, nos ilustra con unas lecciones muy esclarecedoras sobre su manera de entender la función de los periodistas (AQUÍ).
Un auténtico fárrago de ideas, consejos, medias verdades y mentiras manifiestas en las que realiza algunas acusaciones al Gobierno que, de ser ciertas, debería llevarlas hoy mismo a los tribunales y, si no lo son, deberían acabar con él sentado en el banquillo de los acusados. En los puntos 2 y 4 de este artículo se detallan esas palabras. En el fondo del artículo, Recio trata de demostrar que la objetividad es él, el único patriota de verdad. El resto del mundo en general y de los periodistas en particular somos unos guerracivilistas, más preocupados por la lucha de partidos que por el futuro de nuestros compatriotas. Hay que ser osado para mantener semejante argumento sin ruborizarse. Yo, desde luego, hace tiempo que renuncié a alcanzar la objetividad, una cualidad más propia de los objetos que de los sujetos que, por naturaleza, tendemos a ser subjetivos, aún sin darnos cuenta. A mi me basta y me sobra la honestidad, virtud nada fácil de conseguir, pero más real y fiable que esa objetividad tan curiosa que Recio parece identificar con neutralidad, aunque a renglón seguido no tenga empacho en afirmar que “hay cosas que son como son y no hay más ciego que el no quiera ver”.
Yo debo de ser ciego de nacimiento porque hay muchas de las verdades absolutas que establece a continuación que, desde mi punto de vista, son patrañas destiladas por una ideología muy clara:
- Sigo pensando que el anterior artículo de Manuel Castillo era muy poco patriótico, por mucho que se le llenara la boca con la palabra “Patria”. A los que diferimos sobre el significado del concepto patria y patriotismo, Recio nos adjudica ciertas actitudes de regímenes dictatoriales. Yo creo que Recio confunde censura con responsabilidad. Jamás he censurado a nadie, pero no creo que pedir sensatez en el ejercicio de nuestra profesión sea equivalente a una adhesión inquebrantable con nadie y muchos menos con ningún partido político. Recio es libre, desde su subjetividad, de pensar lo que le parezca, pero tratar de transformar sus prejuicios en una verdad absoluta, una de esas cosas que “son como son”, denota una arrogancia cuasi patológica.
- La supuesta discusión nacional sobre la celebración del 8 marzo, no deja de ser una interpretación muy alejada de la objetividad con la que trata de revestir su trabajo. Antes al contrario, es sólo un construcción bastante miserable de los partidos y los medios de derecha. Con ella tratan de matar dos pájaros de un tiro: acusar de delitos muy graves al Gobierno y, de camino, identificar al feminismo -uno de los movimientos sociales por la igualdad que más perturban a algunos patriotas de opereta- en el responsable último de la expansión de la pandemia.
No contento con sumarse a esa caza de brujas, Javier Recio va un paso más allá. Reconoce que hubo otros eventos (se le olvidan algunos muy significativos que luego repasamos) multitudinarios (futbol, actos culturales) e incluso los bares estuvieron abiertos; pero en un triple salto mortal sin red, Javier Recio se viene arriba para afirmar que “se permitieron este tipo de concentraciones para no abortar las manifestaciones que se habían convertido en un asunto de Estado”, para más adelante afirmar: “Madrid, mi querido Madrid, está pagando con cientos de muertes que ese fin de semana miles de personas se contagiaran”. Muy emotiva la frase, casi tan emotiva como miserable, rastrera y falsa.
- A las falacias manifiestas que el autor trata de hacer pasar por objetividad; hay que añadir algunos olvidos y omisiones que son sumamente esclarecedores sobre la ideología que subyace tras su autoproclamada objetividad. Si tanto le preocupa el número de muertos atribuibles a las manifestaciones, es lícito preguntarse porque obvia tres realidades que también ocurrieron aquel fin de semana y los días laborables previos y posteriores al 8 de marzo. Me refiero a la celebración de misas, al mitin de Vox en Vista Alegre y a la movilidad de millones de trabajadores para acudir a sus puestos de trabajo, muchos de ellos utilizando transportes públicos atestados.
Lo de las misas tiene mucha importancia y no debería obviarlo alguien que se muestra aparentemente tan preocupado por la incidencia que pudo tener en la mortalidad las manifestaciones de aquellos días. Se calcula que ese fin de semana se celebraron en nuestro país unos 18.000 oficios religiosos, muchos de ellos en capillas de residencias de mayores, justo en el epicentro de la tragedia. La edad media de los asistentes a las parroquias convencionales, sin tener datos contrastados, mucho me temo que se sitúe bastante por encima de lo que se establece como grupo de riesgo extremo. No es arriesgado afirmar que el porcentaje de fallecidos en residencias de mayores que asistió a la manifestación del Día de la Mujer es próximo a cero. ¿Dónde situaría Javier Recio el porcentaje de fallecidos que sí asistió ese fin de semana a las misas que se celebraron en las parroquias y en las capillas de las residencias?
Y en el mitin de Vox de Vista Alegre, ¿a cuántos asistentes pudo contagiar directa o indirectamente el irresponsable Javier Ortega Smith que no se privó de repartir besos y abrazos entre sus incondicionales a pesar de los evidentes síntomas de gripe que presentaba? ¿No sospechaba el líder de extrema derecha que esos síntomas se podían deber al coronavirus, después de haber visitado en los días previos Milán y Vitoria desoyendo todas las recomendaciones del Gobierno de no viajar a zonas de riesgo? ¿No le parece al señor Recio reseñable esta irresponsabilidad en su supuestamente objetivo artículo?
Respecto a lo ocurrido en los centros de trabajo y en el transporte público hasta que se decreto el Estado de Alerta creo que también se debieron producir bastantes más contagios que en las manifestaciones del día 8. Ese puede ser uno de los motivos que han llevado a paralizar toda la actividad no esencial el pasado domingo.
Con estos recordatorios, sólo trato de hacer ver a Recio de la escasa objetividad de la que hace gala cuando mantiene, como si fuera una verdad absoluta, que “la gran discusión nacional gira en torno a la celebración del 8 de marzo”. Una aseveración bastante subjetiva y para nada inocente. No se asienta en datos objetivos. Antes al contrario es una construcción interesada del relato de la realidad que ha construido la derecha política y mediática con unos intereses políticos tan evidentes como despreciables y que ha calado en parte de la sociedad. Y luego, encima, tiene el cuajo de acusar a los demás de guerracivilistas, de fomentar el enfrentamiento entre ciudadanos. - Analizada la situación pasada desde el presente, tan común en estos tiempos de “capitanes Aposteriori”, está claro que se debería haber declarado el Estado de Alerta mucho antes, posiblemente el día 31 de enero, cuando se registró el primer caso de un turista alemán en La Gomera, o a mediados de febrero, cuando se comenzaron a suceder positivos en la península. Pero nadie, absolutamente nadie(*), tenía la sensación de peligro que justificara una decisión tan drástica que –hay que recordar- acarrea la suspensión de derechos constitucionales básicos (reunión, manifestación, culto religioso, paralización de la actividad económica o movilidad ciudadana). ¿Qué hubieran dicho los empresarios turísticos de nuestra provincia si el Gobierno hubiera ordenado el cierre de todos los hoteles, restaurantes y bares el día 31 de enero o a mediados de febrero? ¿Qué hubiera escrito Javier Recio en las páginas de esa especie boletín oficial de las empresas del turismo de masas en el que se ha convertido el Diario Sur?
Afirma Recio en su artículo, como lo haría el “capitán Aposteriori”, que el Gobierno tenía informes sanitarios oficiales del peligro que se cernía sobre la población. Si el lo dice será cierto…, o no. De hecho, la más importante autoridad sanitaria mundial, la OMS, no declaró el estado de pandemia hasta el día 11 de marzo, tres días después del Día de la Mujer y sólo tres días antes de que el Gobierno declarara el Estado de Alerta. ¿Considera el señor Recio que la OMS también formaba parte de ese supuesto complot para sacar adelante las manifestaciones del día 8 a cualquier precio? Lo cierto, es que, aunque nos parezca increíble tras el bombardeo de noticias falsas y rumores maliciosos, España es el país que declaró el confinamiento con un menor número de casos de Covid-19 registrados. No lo digo yo, lo deja claro la comparación de los datos que maneja la Universidad John Hopkins, el centro mundial de referencia sobre la incidencia de la pandemia en el planeta.
Al margen de todos estos argumentos, hay uno más de puro sentido común. Si el Gobierno hubiera tenido constancia del riesgo para la salud de la manifestación del 8-M como asegura Recio, sería un poco irracional que las ministras que participaron se arriesgaran todas ellas a un contagio masivo. ¿Entrará este sencillo argumento de sentido común en la elevada lógica que sustenta el razonamiento de Recio? ¿O cree que son tan retorcidos como para urdir un plan como el que él plantea y al mismo tiempo tan simples como para arriesgar su propia vida en las manifestaciones?
- Tras muchas líneas dedicadas a dar rienda suelta a todos sus prejuicios, Javier Recio hace un repaso a la gestión de la crisis que, a su juicio, tuvo errores muy palpables. En la mayoría de ellos estoy de acuerdo, incluso considero que se han cometido más de los que él enumera. Pero me siguen asombrando, algunas de sus valoraciones y de sus olvidos. Recrimina que Pablo Iglesias se saltara la cuarentena que seguía por el positivo de Irene Montero; pero no dice nada sobre el comportamiento de Santiago Abascal que acudió la semana pasada al pleno del Congreso, saltándose la cuarentena después de haber dado positivo él mismo. Al parecer, el señor Abascal, no tiene que dar el ejemplo que se le exige al señor Iglesias, a pesar de que Santiago Abascal si que ha estado contagiado, cosa que no ha ocurrido, al menos de momento, con Pablo Iglesias. ¿O acaso considera Recio que los genes hispanos de Abascal desactivan la capacidad de contagio de sus virus chinos? ¿Por qué se olvida sistemáticamente el señor Recio las actuaciones irresponsables de los líderes de Vox? ¿En esto consiste la objetividad del señor Recio?
- Otro de los errores palpables del Gobierno que denuncia Recio en su artículo es la compra “tarde y mal de unos test rápidos que no tienen eficiencia”. Está claro que esa compra fue un error, pero de ahí a deducir que el ejecutivo ha hecho el ridículo internacional por esta compra, sin la menor reflexión y la menor crítica sobre las perversiones de un sistema, el capitalista, que permite y favorece a comerciantes sin escrúpulos, va un trecho. Con esa valoración lo único que consigue es apoyar posturas insolidarias y un tanto xenófobas como las que han mantenido los representantes de Holanda ante la UE. Por cierto, ¿considera Recio que el gobierno holandés también ha hecho el ridículo internacional cuando compró a China 600.000 mascarillas defectuosas? Puede que Recio si lo considere, aunque no lo diga, aunque lo mismo ni lo piensa. En este caso, lo que está claro es que la oposición (salvo la extrema derecha) y la prensa de Países Bajos, lejos de hacer sangre con su gobierno, han arropado sus gestiones y han apuntado sus dardos al verdadero responsable, el autor del fraude. Debe de ser que la prensa holandesa está con las adhesiones inquebrantables de otra época y de algún tipo de régimen dictatorial.
- Entiendo y comparto, que el modelo de ruedas de prensa establecido por el Gobierno en esta situación de crisis no es el más transparente, pero no leí (puede que se me escapara) ninguna crítica de Recio, cuando se multiplicaron las ruedas de prensa sin preguntas. Él sólo ve intereses perversos de manipulación. Ni por un momento se le ha ocurrido pensar que a lo mejor era una medida para evitar el contagio de profesionales de la información en ruedas de prensa en las que responden a las preguntas personas que están en primera línea de la lucha contra el virus. Por cierto el lunes por la mañana, un día después de que se publicara el artículo, se anunció que el doctor Fernando Simón ha dado positivo por Covid19.
- En todo su artículo, sólo hay una referencia a algo positivo que ha hecho el Gobierno durante estos días. Se refiere al plan de medidas económicas para intentar ayudar a los más desfavorecidos. Curiosamente ese plan, que ahora aplaude, parece que en buena medida ha salido adelante por iniciativa de Podemos. No trato de restar méritos al PSOE, al contrario, ya que llevar adelante un gobierno de coalición requiere mucha capacidad de diálogo y de cesión y, en este sentido, la actuación de Pedro Sánchez me está sorprendiendo agradablemente. Pero si que me gustaría recordar a Recio que en el artículo de la Infamia, su director Manuel Castillo, abogaba por sacar del Gobierno a Podemos, justo dos días antes de aplicar a la plantilla de Sur un ERTE, aprobado por el Gobierno gracias, en buena manera, a la presión de la ministra de Trabajo, Yolanda Díez, que, aunque les parezca increíble, es militante de Podemos. Hago esta última puntualización sobre la militancia de Yolanda Díaz, porque Recio parece haberlo olvidado.
Espero que estos dos escritos (este y el publicado ayer) no se lo tomen, ni Recio ni Castillo, como un intento de acallar la libertad de prensa. Es tan sólo un ejercicio de mi capacidad de crítica -que cultivo como periodista y como ciudadano- aplicado, en esta ocasión, a la actuación de los medios de comunicación en general y de Sur -el que fue mi diario hace ya unos años- en particular. Me imagino que el sentido crítico de los periodistas se puede aplicar a todos los ámbitos públicos, incluido el de la comunicación. ¿O sólo lo consideran válido cuando se aplica al gobierno de la nación cuando este lo controlan partidos que no gustan a los poderosos de este país? No he leído prácticamente ninguna crítica en Sur sobre la actuación de las comunidades autónomas; ni sobre la responsabilidad de los empresarios que desmontaron industrias en España para optimizar beneficios en el sudeste asiático con trabajadores semi-esclavizados; ni, por supuesto, ni una sola mirada crítica sobre el modelo de turismo de aluvión en nuestra provincia. Tampoco leí demasiadas protestas en todo el grupo Vocento cuando Mariano Rajoy se escondía tras el plasma para no recibir preguntas incomodas sobre la corrupción en su partido. Antes al contrario, allí mandaban a sus periodistas a ver al presidente protagonizar un monólogo en un monitor, sin poder formular ni una sola pregunta, a pesar de que no había ninguna recomendación sanitaria que aconsejara el distanciamiento social.
* Para hacerse una idea de cómo, tampoco el director de Sur podría intuir la que se avecinaba es conveniente leer el artículo (muy digno por cierto) que firmó Manuel Castillo el 8 de marzo con motivo del Día de la Mujer en el que no incluye ni una sola referencia a la pandemia.
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