“Plantean una alternativa inspirada en el decrecimiento y que aboga por un modelo económico basado en la redistribución, transformar la agricultura, reducir el consumo y los viajes y cancelar las deudas”
OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Antonio Somoza Barcenilla
Periodista
18/05/20. Opinión. Bajo el epígrafe Apuntes para la salida de esta crisis, EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, va a publicar en los próximos días una serie de artículos escritos por Antonio Somoza, en los que el periodista realiza un análisis distinto y sugerente sobre la situación en la que nos encontramos en plena emergencia sanitaria y esboza algunas ideas para dar una salida alternativa, desde un punto...
...económico y social, cuando tengamos que afrontar el futuro: algunas ideas interesantes para construir esa “nueva normalidad” de la que hablan los políticos.
Los dos primeros artículos, titulados “Una gran oportunidad” y “Hay vida más allá del turismo” han sido publicados en la edición andaluza de eldiario.es los días 28 de abril, el primero y 2 de mayo, el segundo. En los siguientes, originales para EL OBSERVADOR, irá desgranando la posible aplicación de sus propuestas a la provincia de Málaga y otros aspectos de interés como las posibles vías de financiación de las propuestas que sostiene.
Nuevo pacto verde
Hasta esta novena entrega de estos apuntes para buscar caminos alternativos a la salida de la crisis he ido desgranando algunas propuestas que nos permitieran superar los efectos económicos y sociales que nos encontraremos cuando remita la fase crítica de la pandemia. Parte de esas propuestas sólo dependen de la iniciativa privada, de que los empresarios se decidan a invertir en sectores distintos al del turismo y la construcción, pero la mayoría requieren de mucha inversión pública para llevarlos a cabo. Pero, ¿de dónde va a salir esa ingente cantidad de dinero de euros que permita salvar de la ruina y formar a los que resulten expulsados de sus actuales puestos de trabajo? ¿Cómo se van a financiar las infraestructuras ferroviarias para limitar las emisiones de los vehículos particulares causantes de la contaminación? ¿De qué manera se va a sufragar la investigación en ciencia y tecnología necesaria para relanzar los nuevos sectores? ¿Quién cubrirá las necesarias, imprescindibles inversiones en sanidad, Educación y Residencias de mayores?
Las posibilidades que ofrece la iniciativa privada en la diversificación de la economía malagueña son inmensas y ya hay algunos que han iniciado el camino. Esta misma semana se conocía que Juan Arrabal, dueño de la constructora Fearral, y Manuel López, propietario del hotel Málaga Nostrum, han montado una empresa textil en el polígono industrial Trévenez, que se dedica (ya están trabajando) a la producción de equipos de protección contra el coronavirus. Han contratado a 30 personas –parados de larga duración y un grupo de costureras que cosían mascarillas y batas desde que se hizo evidente el problema de desabastecimiento de estos productos-. Al principio, las costureras trabajaron de manera altruista y ahora lo hacen con un contrato. La iniciativa es un pequeño grano de arena, muy necesario, para reactivar la desaparecida industria textil malagueña, para reducir la dependencia exterior de la provincia en estos productos y para mitigar, aunque sea levemente, la incidencia del paro en la provincia. En pocos días están funcionando y ya tienen pedidos de empresas de varias provincias (1).
La avaricia y la codicia mueven el sistema
Es un pequeño paso, pero puede servir de demostración que empresarios de la construcción y del turismo pueden diversificar su actividad y que el tránsito de una economía de monocultivo hacia otra más diversificada y sana es posible, sobre todo, si las administraciones públicas se lo creen y aúnan esfuerzos para facilitarlo. Hay una medida que se debería adoptar a nivel europeo y que sería básica para revertir el proceso de deslocalización de empresas y para impulsar la producción y, por tanto, el empleo en los países que más hemos sufrido la crisis sanitaria y que peor panorama económico vamos a tener que afrontar en los próximos años. Se trataría de establecer una legislación “antidumping” en todas sus variables y de forma prioritaria en el ámbito social (2).
El ámbito europeo es el más adecuado para establecer medidas de este tipo porque es en Europa donde se establecieron normas para favorecer la deslocalización de empresas y multiplicar los beneficios de los grandes empresarios. En este marco, empresas europeas -radicadas en todos los países-, de todos los sectores -incluidos los que hubieran sido básicos para dar un respuesta inmediata a la crisis sanitaria, desde el textil al agrícola- cerraron sus centros de producción en sus países de origen y los llevaron a países, de África, Asia y Latinoamérica en los que podían contratar a mano de obra sin derechos laborales y con sueldos propios del s. XIX, mientras vendían esos productos a precios del s. XXI en nuestras ciudades. Un siglo de plusvalías, mientras que los trabajadores europeos tienen cada vez más difícil competir con trabajadores explotados con normas muy próximas a la esclavitud. Para competir en igualdad de condiciones sólo hay dos vías, aceptar para nosotros mismos las condiciones de explotación que sufren los trabajadores de los países en los que han radicado su producción nuestras multinacionales, o ayudar a que esos trabajadores en semi-esclavitud mejoren sus salarios y sus condiciones laborales a las nuestras.
La CE reconoce ahora que insultó a Grecia en la salida de la anterior crisis
Para ello es imprescindible que la UE apruebe una normativa que prohíba la venta y distribución en Europa de cualquier producto que se haya manufacturado en condiciones salariales y laborales denigrantes. No es tan difícil, solo hace falta voluntad política de nuestros representantes para legislar a favor de los trabajadores tanto de los europeos, como de los que ejercen su labor en países sin derechos laborales. Y eso no supondría la quiebra de ninguna empresa, simplemente se reflejaría en una disminución de los beneficios que, hoy por hoy, son obscenos y generan una desigualdad que puede acarrear, en el corto plazo, el crecimiento de movimientos populistas de extrema derecha y a medio/largo plazo en estallidos sociales en todo el planeta que pensábamos superados.
El ejemplo de la crisis financiero/inmobiliaria
Pero esa ampliación de la plusvalía no es suficiente para calmar la avaricia de las élites empresariales y esos beneficios no se declararon ni en los países de producción ni en los de distribución. El destino final de esa ingente cantidad de dinero han sido los clásicos paraísos fiscales o los nuevos oasis fiscales, tipo Holanda, o, cuando han vuelto a sus países de origen, los refugios fiscales -como la Comunidad de Madrid o las Sicav- creados a la medida de la avaricia de unos pocos privilegiados. Y todo ello ante la pasividad o la complicidad de nuestra clase política. Es descorazonador comprobar como al estallar la anterior crisis en Europa, la clase política del norte de Europa señaló a dos responsables del estallido de la burbuja: primero los países del sur de Europa, los PIGS, porque, según ellos, habíamos gastado por encima de nuestras posibilidades y éramos un foco de corrupción, y segundo los paraísos fiscales.
El primero de los responsables para los economistas de países como Alemania y Holanda era un señuelo muy del agrado de su electorado, pero completamente sesgado porque obviaba el papel que tuvieron en el crecimiento de la burbuja inmobiliaria el exceso de liquidez que existía en Alemania tras el proceso de reunificación y los fondos de inversión del centro y el norte de Europa. No vamos a negar la corrupción de nuestra clase política, la padecemos a diario, pero si que resulta curioso que se señale sólo a los receptores de la corrupción y se obvie a los que alimentan la voracidad de nuestros políticos, en muchos casos, compatriotas de quienes señalaron a los PIGS y a sus habitantes como responsables de la crisis.
Conocen el remedio, pero les falta voluntad política para actuar
El segundo de los responsables, los paraísos fiscales, lo señaló el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en la reunión del G-20 en 2010 y tras un amplio respaldo inicial de todos los países más ricos del mundo, al final todo se quedó en agua de borrajas. Como explicaba el periodista británico Olliver Bullough “todos los países quieren desmantelar los paraísos fiscales, menos los suyos”. Sólo se lograron pequeños avances desde la opacidad absoluta a un espacio traslúcido muy alejado de la transparencia entre los paraísos fiscales clásicos y, a cambio, surgieron nuevos sumideros del dinero de los ricos en los nuevos “oasis fiscales” de países como Holanda, Irlanda o Luxemburgo donde cotizan grandes compañías que operan y hacen negocio en nuestro país pero que protegen sus beneficios a la sombra de los relajados tipos de interés. Y para colmo, se permiten la desvergüenza -como hizo el ministro de Economía de Holanda a la hora de rechazar los bonos mutualizados para buscar una salida solidaria de la crisis- de echarnos en cara la poca eficiencia fiscal de nuestros países.
La Troika, el grupo formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), fue el encargado de tomar las decisiones y aplicar las medidas para luchar contra los responsables de la crisis de 2010. Y se aplicaron con distinta intensidad ya que mientras que la lucha contra los paraísos fiscales fue relajada, por emplear un adjetivo suave; se emplearon con crueldad, sin piedad para hacer pagar a la ciudadanía de Portugal, Italia, España (Spain) y Grecia los supuestos excesos previos al estallido de la burbuja. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, reconocía en enero de 2019 que la UE insultó a Grecia en la salida de la crisis (4). Grecia fue el que salió peor parado, pero España también tuvo que pagar muy cara la crisis. Las privatizaciones de servicios públicos, incluida la sanidad, fue parte del peaje que tuvimos que satisfacer para salvar nuestro sistema financiero. Y, como explicábamos en el anterior capitulo de estos apuntes, los principales beneficiarios de esos procesos de privatización fueron dos de los responsables de la crisis, los grandes grupos inmobiliarios españoles y los fondos de inversión de Alemania, Holanda y otros países del norte. Una privatización, realizada en buena parte por el partido con más casos de corrupción en nuestro país, y que hemos pagado muy cara a la hora de afrontar la actual emergencia sanitaria.
La socialización de las pérdidas, base del capitalismo de amiguetes
Lo que resulta obsceno es la incapacidad de la Unión Europea para establecer criterios fiscales justos y homogéneos y lo que sería imperdonable es que en esta situación se volviera a recurrir a las viejas recetas, que los países del norte volvieran a imponer sus criterios, que volvieran a insultar a los países del sur para contentar a sus electorados y, sobre todo, a los propietarios de sus fondos buitre.
Un camino verde para salir del pozo
Esperemos que nuestros políticos no vuelvan a cometer los mismos errores del pasado. De hecho, ya hay una declaración de intenciones que nos hace mantener una pequeña luz de esperanza. Me refiero a la gran alianza europea para defender una salida verde a la crisis económica del coronavirus que se ha organizado por iniciativa del diputado en el Parlamento Europeo del grupo de Los Verdes Pascal Canfin (5). La iniciativa se hizo pública el pasado 9 de abril en formato de una carta remitida a la Comisión Europea. Entre los firmantes se encontraban representantes del Gobierno de España y de otros nueve países europeos de todas las ideologías y de todas las latitudes: Austria, Dinamarca, Finlandia, Italia, Letonia, Luxemburgo, Holanda, Portugal y Suecia. Pero, entre los firmantes, no sólo había representantes gubernamentales y parlamentarios (79 eurodiputados de 17 países de la UE), sino que también suscribieron el texto 37 directores generales de multinacionales y grandes empresas, 28 asociaciones empresariales, confederaciones y federaciones sindicales y siete ONG, además de varios grupos de expertos.
Para los firmantes de esta alianza, Europa debe dar “una respuesta económica coordinada fuerte” para superar un golpe más duro que el que supuso la crisis de 2008. La vía para dar esa respuesta, entienden, es realizar “inversiones masivas” que deberán “desencadenar un nuevo modelo económico europeo” que gire alrededor de los “principios ecológicos”. En su opinión, la transición necesaria para limpiar la economía europea de gases de efecto invernadero, unida a la protección de la biodiversidad y la transformación del sector agroalimentario, pueden generar “rápidamente empleos, crecimiento y mejorar el estilo de vida de todos los ciudadanos”.
Bases para un mundo distinto. Imagen captada el 12 de mayo de 2012 en la plaza de la Merced
Puede chocar encontrar entre los firmantes a países que han mantenido posturas enfrentadas en las salidas de la crisis, pero no es menos cierto que, en muchas ocasiones las posturas políticas responden a la necesidad de contentar a sus grupos de presión más que a las demandas de su sociedad civil. El caso de Holanda es paradigmático ya que, además de firmar este pacto, 170 profesores de distintas universidades del país han firmado un documento que va bastante más allá ya que plantean una alternativa inspirada en el decrecimiento y que aboga por un modelo económico basado en la redistribución, transformar la agricultura, reducir el consumo y los viajes y cancelar las deudas (se adjunta documento PDF en inglés con el texto del manifiesto y relación de los firmantes). Al margen de la opinión de los académicos -que podía/debería ser secundada por nuestros académicos- puede haber otros motivos que fuercen a Holanda a cambiar radicalmente su postura. El principal es la proporción de deuda publica/privada y del riesgo de que la actual crisis termine llevando al estado holandés a una situación parecida a la que se generó en España cuando la Troika, con la colaboración de nuestros gobernantes, decidió que el Estado asumiera toda la deuda privada…, fundamentalmente la acumulada por las empresas (6).
Para que todo esto sea posible y no vuelva ocurrir lo que pasó con la lucha contra los paraísos fiscales de Sarkozy, es necesario que la ciudadanía empuje para lograrlo, que no nos confiemos en las buenas palabras, porque los políticos y los medios de comunicación nos han demostrado en muchas ocasiones una preocupante tendencia a sufrir ataques de amnesia cuando les toca tomar decisiones que afectan a los intereses de los más poderosos, cuando se trata de tocar a los bolsillos de sus amos. Y hay riesgos de que así sea. Por ejemplo, hay una medida que es inmediatamente desacreditada cuando se plantea para el rescate social o el de las pequeñas y medianas, pero que ha sido utilizada de continuo, y se sigue utilizando, cuando se trata de rescatar a los grandes grupos económicos: la creación de dinero nuevo o “dinero de helicóptero”, eufemismo que se suele utilizar para camuflar cuando ellos utilizan un recurso que nos niegan a los mortales. El propio Financial Times, poco sospechoso de izquierdista, lo considera una respuesta válida a la crisis (7). Y la Reserva Federal de Estados Unidos lo ha proclamado a los cuatro vientos, sin complejos (8), aunque, en este caso ocultan que ese dinero infinito irá destinado a los mismos de siempre. Y ese es el gran problema, el gran riesgo: que todo el esfuerzo se dirija a cubrir el descalabro de empresarios tan ambiciosos como poco prudentes, en lugar de a los ciudadanos y a los pequeños y medianos empresarios que tendremos que afrontar la inflación que se genera tras la emisión de dinero nuevo, tal como lo analiza y alerta Esteban Hernández en este análisis (9).
Renta básica universal e impuestos a los ricos
La respuesta europea es fundamental para que se puedan poner en marcha programas como el Ingreso mínimo vital o la renta básica universal, dos proyectos ineludibles para rescatar a millones de personas que se van a ver afectadas por la crisis económica y para permitir la necesaria adecuación de las destrezas de la mano de obra que se va a quedar en el paro y que deberá adaptarse a las nuevas exigencias formativas de esa sociedad verde que parece la única salida lógica y sostenible para el planeta y para la especie humana. No deja de ser chocante que en nuestro país sólo la gran patronal, los partidos de extrema derecha y de derecha extrema y la Conferencia Episcopal hayan sido los únicos agentes económicos, políticos y sociales que han puesto pegas a su implantación, sobre todo si tiene visos de perdurar en el tiempo.
Y es chocante por dos motivos; el primero es porque contradice la opinión de sus referentes a nivel internacional ya que tanto el FMI (10), desde hace años, o el Banco Central Europeo (11), en boca de Luis de Guindos, al comienzo de esta pandemia o los premios Nobel de Economía, Esther Duflo y Abhijit Banerjee (12) o el propio Papa Francisco (13) han hecho declaraciones bastante claras defendiendo la idoneidad de esta propuesta. El segundo motivo es que, con distintos matices, los tres opositores a la instauración de una renta básica universal y permanente basan su rechazo en que “La necesidad perentoria de una renta básica ahora no debería ser una coartada para una especie de subsidio permanente que retirase del horizonte de la persona el pensar en poder ejercer un trabajo y desarrollar sus necesidades”, según las declaraciones del secretario general de la conferencia episcopal, Luis Argüello, a la revista Vida Nueva.
La cuadratura del circulo de la derecha y de los empresarios
Hasta aquí unas declaraciones que son más o menos coincidentes con las sostenidas por los empresarios y por los políticos de PP y VOX. No obstante no creo que haya esa unanimidad con el resto de declaraciones de los obispos para los que esa renta mínima “es indispensable ahora para quienes se han quedado en paro y la necesitan”, aunque no debería “hacer el juego a las exigencias del capitalismo internacional que implanta máquinas que hacen el trabajo y así sustituir y descartar a las personas”. La derecha política y el empresariado no están por la labor de denunciar y luchar contra las exigencias del capitalismo y, en función de la experiencia, es lógico tener serias dudas sobre la implicación de la Iglesia en ese enfrentamiento más allá de proclamas retóricas. En cualquier caso, es un ejercicio de cinismo que precisamente los empresarios, los políticos del PP y de Vox y el Episcopado basen sus críticas en un canto a las virtudes de una cultura basada en el esfuerzo personal, algo que ellos nunca han practicado.
Para terminar este capítulo, unas líneas para analizar el rechazo de los mismos políticos y empresarios a la creación de un impuesto a los ricos. Un impuesto que, en los términos que ha planteado UP, iría destinado a reflotar el país al que ellos aseguran amar tanto y que apenas supondría un rasguño superficial a las cuentas corrientes de aquellos que dispongan más de un millón de euros, quedando exentos de ese cálculo hasta 400.000 euros de la primera vivienda (20.000 euros para alguien que esté en la parte inferior de la horquilla que seguiría teniendo a su disposición el casoplón de 400.000 euros y una cuenta corriente con 980.000 euros). Una medida, necesaria e incluso corta, pero que puede servir de ejemplo pedagógico sobre la utilidad de un sistema fiscal progresivo, centrado más en los impuestos directos que en los indirectos y en contra del cual los ricos años llevan años haciendo una campaña, con ayuda de “sus” medios de comunicación y que ha llegado a calar en buena parte de las clases populares. Eso si, los que exigen continuas bajadas de impuestos no tienen ningún problema moral para exigir al estado más subvenciones, más ayudas, más y más y más, pero siempre para su exclusivo beneficio. No hay que olvidar que, en muchos casos, esas fortunas se han amasado, en buena parte, gracias a ejercicios de ingeniería financiera o del recurso continuo a paraísos u oasis fiscales. Una práctica nefasta para la viabilidad de servicios públicos, como la sanidad, y un rejón de muerte para muchos pequeños y medianos empresarios que se ven obligados a enfrentar la competencia desleal de los grandes empresarios e inversores.
Para terminar este capítulo voy a utilizar un mensaje recibido uno de estos días por las redes sociales que describen muy bien a las personas que se oponen a cualquier subida de impuestos a las élites: “Si ingresas más de 1 millón de € al año y te enfurece que te "roben" un 2% para paliar los efectos económicos de la mayor crisis desde la II Guerra Mundial... eres un miserable. Y si no los ganas y aun así te enfurece, además de miserable, eres estúpido”.
(1) https://www.diariosur.es/malaga/nace-fabrica-malaguena-20200511185445-nt.html#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=wh&vli=Málaga
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Dumping
(3) https://www.elcorreo.com/culturas/libros/paises-quieren-desmantelar-20191124171012-ntrc.html
(4) https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/01/15/economia/1547555732_542830.html
(5) https://www.lavanguardia.com/natural/20200414/48502376874/nace-una-alianza-social-politica-y-economica-para-la-recuperacion-verde.html
(6) https://www.eldiario.es/economia/relojeria-economia-holandesa-familias-UE_0_1017348563.html
(7) https://www.cronista.com/financialtimes/Imprimir-dinero-es-una-respuesta-valida-a-la-crisis-por-la-pandemia-20200407-0084.html
(8) https://es.beincrypto.com/la-reserva-federal-afirma-que-tiene-una-cantidad-infinita-de-dinero-en-efectivo/
(9) https://blogs.elconfidencial.com/espana/postpolitica/2020-05-15/erte-ayudas-renta-minima-clo-deuda-coronavirus_2595648/
(10) https://www.eleconomista.es/economia/noticias/8668618/10/17/El-FMI-recomienda-subidas-de-impuestos-a-los-ricos-y-un-salario-basico-universal-para-atajar-la-brecha-social.html
(11) https://elpais.com/economia/2020-03-23/luis-de-guindos-defiende-una-renta-minima-de-emergencia.html
(12) https://www.eldiario.es/theguardian/crisis-coronavirus-convertirse-catastrofe-desarrollo_0_1024698342.html
(13) https://infovaticana.com/2020/04/13/el-papa-recomienda-que-se-instaure-una-renta-basica-universal/
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