“Si buscáis en esta columna una crítica hacia nuestras tradiciones ya sean profanas o sagradas, no la encontraréis. Lo que sí quiero criticar es que se utilicen recursos públicos tan básicos como la ocupación de los espacios comunes, la limpieza y la seguridad en ese día para que unos terceros tengan beneficios”
“Cómo distribuyan esos beneficios no es lo que nos trae a esta denuncia, porque aludir a la función de la beneficencia o a la caridad y no a la legítima satisfacción de derechos sociales, me parece profundamente demagógico”
OPINIÓN. Tribuna abierta. Por Mar González
Coportavoz de Verdes Equo Andalucía19/10/21. Opinión. La coportavoz de Verdes Equo Andalucía, Mar González, escribe una tribuna abierta para la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la procesión llamada ‘la magna’, organizada por la Agrupación de Cofradías por su centenario, en la que participarán 16 de ellas el próximo 30 de octubre. Por esta procesión, la Agrupación quiere recaudar,...
...según las manifestaciones de su presidente, Pablo Atencia, unos 400.000 euros, con la venta de más de 24.000 sillas que pondrán en la vía pública de Málaga.
Una ‘magna’ desigualdad
El sabor a canela y limón, el olor a incienso y vela. El tacto del brazo de mi abuela, la vista llena de colores de flores o mantos en el suelo de romero y el sonido de las campanas, las saetas y las bandas de música. Eso me lleva a mi infancia, directa al barrio de mi abuela Loli. Perchelera enamorada de Málaga, cada Jueves Santo nos íbamos a la esquina con Calle Ancha a ver salir a “El Chiquito”, después nos íbamos para la Alameda Principal y al resguardo de los grandiosos árboles, colocábamos una sillita plegable para ver pasar los tronos. No había un día que no termináramos hablando con las personas que estaban en las entonces pequeñas tribunas. Mi abuela tenía ese don, las fronteras sociales las rompía con su salero. Málaga era más inclusiva, más diversa.
El próximo día 30 de octubre tendrá lugar la procesión llamada la magna, que en palabras del presidente de la Agrupación de Cofradías, Pablo Atencia, generará unos ingresos de 400.000 euros para la Agrupación con el alquiler de las sillas colocadas en la vía pública. Pero si buscáis en esta columna una crítica hacia nuestras tradiciones ya sean profanas o sagradas, no la encontraréis.
Lo que sí quiero criticar es que se utilicen recursos públicos tan básicos como la ocupación de espacios públicos, la limpieza y la seguridad en ese día para que unos terceros tengan beneficios. Cómo distribuyan esos beneficios no es lo que nos trae a esta denuncia, porque aludir a la función de la beneficencia o a la caridad y no a la legítima satisfacción de derechos sociales, me parece profundamente demagógico. Otro argumento es la generación de riqueza. Riqueza, que permítanme que les diga, cada vez se reparte peor. No es riqueza sino trabajo precario e inestable, pues los beneficios se los quedan las cada vez más numerosas franquicias que ocupan nuestro centro histórico o los negocios ‘amigos’ del alcalde.
Nadie dudará a estas alturas del trato tan favorable que tienen las cofradías por parte de la Corporación en el gobierno municipal, donde el presupuesto cultural y el social tienen como principal beneficiaria actividades y entidades religiosas, por no hablar de sus numerosas exenciones fiscales. Aún así, el motivo principal de esta queja es que esta fiesta popular deje de serlo con su prominente privatización: no puede ser que una fiesta popular ordene económicamente a la ciudadanía malagueña entre la que puede ver los tronos en “las calles grandes” y los que tengan que verlos a través de una reja colocada en una bocacalle, diferenciando socialmente a “malagueños de primera y segunda división”. Y todo esto además con el dinero que aportamos entre todos los contribuyentes.
Málaga es una ciudad cada vez más hostil con su vecindad y con sus barrios, que se encuentran abandonados, descuidando la economía local y obviando la situación de emergencia climática. Y será una ciudad culturalmente más pobre si nuestro alcalde, incumpliendo sus compromisos con la ciudadanía que gestiona La Casa Invisible, cede a las presiones interesadas de su socio Ciudadanos. Por el contrario, nos hace falta una Málaga que cuide y visibilice su patrimonio histórico, sin demoliciones de edificios de enorme valor arquitectónico. Que excave y luzca los yacimientos de calle Alcazabilla y todo su patrimonio cultural, que cuide su patrimonio natural, recuperando la última playa virgen del Arraijanal, cuidando su litoral o la biodiversidad de los Montes de Málaga, que diversifique su oferta turística, creando un modelo estable, sostenible y respetuoso que apoye a la cultura local con tantos artistas a los que se les deja fuera de espacios públicos o de bares, y a los que se les deniega el permiso para actuaciones musicales en directo.
Que nadie se adueñe de lo que es común, de lo que pertenece a todos, ni de nuestras calles, ni de nuestros recursos, ni de nuestras fiestas.
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