“El estrés causado por las dobles jornadas y la responsabilidad de los cuidados termina afectando nuestra salud. Los niveles de ansiedad y agotamiento son más altos en mujeres, ya que asumen una carga de trabajo extra”

OPINIÓN. Por Leonor Yebra Sánchez
Directora de Barricada de Papel y colaboradora de CGT Andalucía, Ceuta y Melilla

07/03/25. Opinión. Leonor Yebra, drectora de Barricada de Papel y colaboradora de CGT, escribe para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com en el especial por el Día Internacional de la Mujer: “Nosotras somos quienes sacrificamos nuestras carreras y nuestras expectativas de futuro por una sociedad que nos educa para los cuidados desde que somos niñas. Mientras a los niños se les regalan cochecitos o...

...herramientas de juguete, a las niñas se les dan muñecas para que aprendan a cuidarlas. La educación en igualdad está avanzando, pero aún queda mucho camino por recorrer para que la carga de cuidados se reparta equitativamente”.

Brechas

¿En cuántas ocasiones has escuchado: “En mi empresa no afecta la brecha salarial porque cobramos lo mismo?”. Efectivamente, en un convenio colectivo no hay una parte donde se indique que, por ser hombre, se cobra una cantidad específica o, por ser mujer, otra distinta. La diferenciación se hace por categoría profesional o puesto de trabajo. Sin embargo, la brecha salarial, según su definición, es:

“Se conoce como brecha salarial entre hombres y mujeres a la diferencia existente entre los salarios percibidos por las personas trabajadoras de ambos sexos, calculada sobre la base de la diferencia media entre los ingresos brutos por hora de todas las personas trabajadoras.”

Analicemos qué factores pueden influir en los salarios percibidos por las personas trabajadoras con igual categoría y funciones:

  1. Reducción de jornada por cuidados: Las estadísticas indican que más del 90% de los aproximadamente 60.000 casos de reducción de jornada por razones de cuidado de hijos e hijas y otros miembros de la familia, registrados a finales de 2023, fueron solicitados por mujeres. Estos datos provienen de la Encuesta de Población Activa (EPA) referente al cuarto trimestre de 2023.
  2. Trabajo a tiempo parcial: El 25% de las personas trabajadoras con hijas e hijos a cargo tienen jornadas parciales, una cifra seis veces mayor que la de los hombres.
  3. Acceso a puestos directivos: A pesar de una evolución positiva, aún no hay igualdad. Por primera vez, las mujeres ocupan el 40% de los puestos directivos en España, la mayor tasa de la UE.

Veamos un ejemplo claro para entender mejor esta realidad: imaginemos a una mujer trabajadora en el sector del telemarketing, con un sueldo cercano al SMI, y con dos hijas a cargo. Convive con su pareja, quien trabaja como expendedor en una gasolinera. Para poder atender a sus hijas, deciden que una de las dos personas reduzca su jornada laboral. En la mayoría de los casos, es la mujer quien asume esta reducción, ya que su salario es menor. Esta decisión implica menos sueldo, menor cotización para la pensión y la renuncia a oportunidades de promoción. Su compañero, al mantener su jornada completa, termina cobrando más.


Además, al reducir su jornada, suele solicitarse una adaptación del turno de trabajo para ajustarlo a las necesidades de cuidado, evitando turnos de fines de semana o festivos. Esto amplía aún más la diferencia salarial, ya que su compañero puede recibir pluses por nocturnidad, domingos o festivos. Las opciones de promoción también se reducen drásticamente: pocas personas logran ascender con un turno fijo y jornada reducida. Además, las mujeres que asumen los cuidados suelen ser quienes faltan al trabajo por consultas médicas o urgencias familiares, lo que impacta aún más en su salario.

Sigamos con este caso dos años después. La pareja se separa y la mujer obtiene la custodia de sus hijas. Su expareja se desentiende de los cuidados y solo asume su responsabilidad un fin de semana alterno y una tarde entre semana. Como el horario de la madre no coincide completamente con el escolar, necesita más ayuda: o bien reduce aún más su jornada o bien recurre a familiares. Su expareja, en cambio, no se plantea pedir la custodia compartida ni reducir su jornada, ya que ello implicaría cobrar menos.

Si además el padre se niega a pagar la manutención y busca evadir su responsabilidad alegando falta de recursos, la madre y sus hijas pueden terminar en una situación de exclusión social. Lo que cobra no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas y se ve obligada a vivir con sus padres, sufriendo así violencia económica.

Otras Brechas

Todavía existe una brecha en el ámbito de los cuidados. En muchas parejas se argumenta que las tareas se reparten, pero, en la mayoría de los casos, esto no es del todo cierto. Es frustrante ver cómo, por el hecho de ser mujer, se asume de manera automática la tarea del cuidado y la limpieza del hogar. Cuando llega un bebé, es común que la madre sea quien se levante por las noches. Aunque ha habido avances en este aspecto, todavía queda mucho por hacer.

Veamos otro ejemplo: en muchas familias, cuando un padre o una madre necesita ir al médico, si hay una hija y un hijo, generalmente será la hija quien lo acompañe. Si hay un ingreso hospitalario, casi siempre son las mujeres quienes asumen el cuidado. Estos patrones continúan replicándose en nuestra sociedad, aunque muchas personas no quieran reconocerlo.

Momento de Reflexión

¿Realmente es justo que, por el hecho de ser mujer, no tengamos el mismo tiempo libre para disfrutar de nuestras aficiones? ¿Que se nos imponga la responsabilidad del cuidado, la limpieza y las compras? Es injusto ver cómo en muchos hogares la mujer está ocupada con las tareas domésticas mientras su pareja se va al gimnasio, al trabajo o a tomar un café con sus amigos. Puede parecer una exageración, pero es la realidad de muchas mujeres.

Nosotras somos quienes sacrificamos nuestras carreras y nuestras expectativas de futuro por una sociedad que nos educa para los cuidados desde que somos niñas. Mientras a los niños se les regalan cochecitos o herramientas de juguete, a las niñas se les dan muñecas para que aprendan a cuidarlas. La educación en igualdad está avanzando, pero aún queda mucho camino por recorrer para que la carga de cuidados se reparta equitativamente.

Brecha en la Promoción Profesional

Otro ejemplo de brecha es la promoción dentro de las empresas. Aunque algunas mujeres logran ascender, deben demostrar su valía con mucho más esfuerzo que sus compañeros hombres, ya que están constantemente bajo escrutinio.

Brecha en las Pensiones

Uno de los datos más esclarecedores sobre la brecha salarial es su impacto en las pensiones. Las mujeres tienen pensiones significativamente más bajas que los hombres debido a los años trabajados a tiempo parcial y las interrupciones laborales.

El Impacto en la Salud

El estrés causado por las dobles jornadas y la responsabilidad de los cuidados termina afectando nuestra salud. Los niveles de ansiedad y agotamiento son más altos en mujeres, ya que asumen una carga de trabajo extra que, en muchos casos, se da por sentada.

Conclusión

Todo lo expuesto demuestra la gran brecha social que sufrimos las mujeres. Son datos reales y situaciones cotidianas que muchas veces terminamos aceptando porque no encontramos una salida. Este 8 de marzo, tenemos la oportunidad de salir a la calle para visibilizar estas desigualdades. Todas podemos aportar nuestro granito de arena.

La lucha es el único camino.