Cada vez que nos quejemos de nuestra situación, podemos hacer el ejercicio de bajarnos de este podio y poner los pies en la tierra. Empatizar con nuestras hermanas coloreadas y diversas

OPINIÓN. Por Tecla Lumbreras Krauel
Ex vicerrectora de la Universidad de Málaga

07/03/25. Opinión. La ex vicerrectora de la Universidad de Málaga, Tecla Lumbreras, escribe para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com en el especial por el Día Internacional de la Mujer: “Estoy cansada de leer en entrevistas que preguntan a compañeras qué se siente siendo mujer artista, mujer política, mujer científica. ¿Acaso no hacemos el mismo trabajo que un hombre artista?...

...¿Un hombre político? ¿Un hombre científico? Si queremos igualdad, vamos a empezar a interesarnos por el trabajo que hacen estas mujeres directamente. ¿A qué viene esa pregunta que parece sacada de un anuncio de compresas?”.

Ellas ya estaban aquí y allí

Mañana se cumplen 50 años de la declaración por la ONU del 8 de marzo como día internacional de la Mujer, quiero recordar a las mujeres invisibles, nuestras abuelas feministas que empezaron la lucha muchos años atrás, que hacían y no se callaban (aunque desafortunadamente por mucho que hicieran se las obviaba). Nuestras antepasadas fueron artistas, científicas, escritoras, místicas, intelectuales, cineastas, médicas, poetas, maestras, periodistas, políticas y revolucionarias ¿Sabíais que existe un mito griego del siglo VII a. C., recogido por Plinio el Viejo en el libro treinta y cinco de la Historia Natural, que pone el origen de la pintura, el dibujo y el retrato en manos de una doncella corintia de nombre Kora? ¿O que Alice Guy-Blaché fue la primera realizadora y productora de una película de ficción titulada La Fee aux Choux (El hada de los repollos), en 1896?

Es, por tanto, el momento de empezar a pensar la historia en femenino, el momento de rebuscar en los fondos de las bibliotecas, preguntar en nuestras familias, tomar nota de todo lo que hicieron nuestras camaradas y empezar a difundir. No parar de difundir, de dar ejemplos, dar nombres de mujer. Rascar un poquito para que cuando salga un nombre masculino, nos preguntemos quién estaba a su lado (los ejemplos son infinitos, como que al lado de Juan Ramón Jiménez estaba Zenobia Campubrí o que detrás de Fernán Caballero, estaba Cecilia Böhl de Faber).

El utilizar un seudónimo masculino fue una práctica generalizada en el mundo de la creación femenina, continuada en los años 50 del pasado siglo. Tal fue el caso de la artista estaudonidense Grace Hartigan que firmaba sus obras con el nombre de George, en homenaje a la novelista francesa George Sand y la británica George Eliot. O bien, que prefirieran usar las iniciales del nombre, como Elaine De Kooning (‘E d K’) y Lee Krasner (‘LK’). A pesar de que esta última, como recuerda la historiadora Uta Grosenick, fuera pintora antes, durante y después de Pollock. Sin olvidar a aquellos artistas de las vanguardias que llegaron incluso a usurpar la autoría de la abstracción, frente a la que fue su pionera: la creadora sueca Hilma af Klint, cuyos cuadros abstractos se realizaron años antes de que aparecieran las obras de Wassily Kandinsky, Piet Mondrian y Kazimir Malevich. Esta incertidumbre sobre las autorías femeninas se extiende a numerosas obras de la Antigüedad, del Medioevo, el Renacimiento y el Barroco, lo que nos lleva a considerar como cierto que “anónimo es sinónimo de mujer” aunque, como afirma Estrella de Diego, muchas fueron conocidas en su época y luego olvidadas.

Volviendo a la actualidad, estoy cansada de leer en entrevistas que preguntan a compañeras qué se siente siendo mujer artista, mujer política, mujer científica. ¿Acaso no hacemos el mismo trabajo que un hombre artista? ¿Un hombre político? ¿Un hombre científico? Si queremos igualdad, vamos a empezar a interesarnos por el trabajo que hacen estas mujeres directamente. ¿A qué viene esa pregunta que parece sacada de un anuncio de compresas?


Por último, quiero dirigir el foco de la igualdad a todas aquellas mujeres que lo tienen todavía más difícil que el resto. Hablo de mujeres negras, mujeres lesbianas y mujeres transexuales. Porque la diversidad también existe en los movimientos feministas y hay que visibilizar y ayudar a quitar lacras, tabúes y salir del privilegio de mujer blanca clase media-alta europea. Cada vez que nos quejemos de nuestra situación, podemos hacer el ejercicio de bajarnos de este podio y poner los pies en la tierra. Empatizar con nuestras hermanas coloreadas y diversas. Y más teniendo en cuenta el contexto internacional en la actualidad, en el que aquí y allí las políticas de la ultraderecha intentan acabar con los movimientos feministas.

Dicho lo cual, y habiendo lanzado estas minipildoritas de queja y reflexión. Me gustaría terminar con un poema de Koleka Putuma, una poeta queer sudafricana nacida en 1992 que se ha convertido en un éxito de ventas en Sudáfrica con más de 5.500 ejemplares vendidos y once reediciones de su libro Amnesia Colectiva:

Crecer negra y mujer
te enseñará
a acumular esqueletos,
a embalar tus gritos con grapas,
para que todo el mundo pueda pasar la página cómodamente.
la paginación se mantiene
a costa de tu cordura.
si nuestros cajones de la ropa interior pudieran hablar,
sangrarían (así te lo digo).
las almohadas se desangrarían en nuestros nombres.
lo lamentable de sanar es esto:
te convence de que el dolor es mejor que una costra,
con las costras, la gente hace preguntas.