“España está más adentro que nosotros y Málaga a casi cuatro millas; ¿Cuántas veces os dije que era justa la lucha de la flota republicana?; ¿Cuántas que El limonar nos contempla? Con columna de humo que asalta”
OPINIÓN. Tribuna Abierta
Por Fátima Frutos. Poeta
11/04/25. Opinión. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. La poetisa Fátima Frutos dedica unos versos a los hombres del submarino republicano C-3, hundido el 12 de diciembre de 1936 frente a las playas de El Palo: “Rasgué mi casaca de la Armada, cuando supe que más no te vería; Al viento he consagrado mis ansias de libertad, mi patria y mi osadía; La proa se inclina, vamos caídos...
...a estribor y toda una llamarada es mi voz; La voz de los que perecemos, capitán, con la República en mitad del corazón”.
37 Claveles
A los hombres del submarino republicano C-3, hundido el 12 de diciembre de 1936
Madre, yo tengo miedo de ahogarme sin verte de nuevo.
Sin decirte que no hemos perdido y proseguir tu rastro por la orilla.
¡Madre, que yo quiero ver Cartagena en tus pupilas! ¡Compañeros!
España está más adentro que nosotros y Málaga a casi cuatro millas.
¿Cuántas veces os dije que era justa la lucha de la flota republicana?
¿Cuántas que El limonar nos contempla? Con columna de humo que asalta.
Madre, yo quiero templar en la lejanía tus entrañas de azabache,
para que roces mi pelo hundido con tus lágrimas tras el ataque.
Rasgué mi casaca de la Armada, cuando supe que más no te vería.
Al viento he consagrado mis ansias de libertad, mi patria y mi osadía.
La proa se inclina, vamos caídos a estribor y toda una llamarada es mi voz.
La voz de los que perecemos, capitán, con la República en mitad del corazón.
Demasiado vacío, madre mía, el que nos espera en la profundidad.
Más de sesenta metros de coral anaranjado en forma de eternidad.
Al frente, alcornoques, pinsapos, murallas rocosas y cuevas marinas,
agallas de marineros valerosos, bravura que flota por entre las encinas.
Madre, yo quiero despedirme de ti con claveles rojos y un abrazo.
Vestido de ámbar y lila, como esa bandera que se asemeja a una misiva.
Sin aire en los pulmones, herido por torpedo, mi esperanza es memoria asida.
Prendido de tu vientre voy, rajado ya el casco, a tu útero vuelvo hecho retazo.
Madre, diles que recuerden mi nombre cuando esté sumido,
cuando sea en el Mediterráneo burbuja latente y aire compungido.
Y no me abandones ahora que oigo el eco de tus pasos, enjuto.
En mis sienes, las olas cautivas, espuma de puertos y marejadas.
Y yo descubriendo el tiempo que me engulle junto a mis camaradas.
Caminas de prisa por El Palo como una niña transida de emoción y luto,
tras mi alma de hombre libre, tras la contienda que a tus hijos retalla,
preñada de antorchas, campos hambrientos y frentes de batalla.
Madre, yo tengo miedo de ahogarme sin verte de nuevo.
Madre, abrázame ahora que bajo los claveles sobrevivir puedo.
Fátima Frutos. 6.4.2025