OPINIÓN. Tribuna Abierta. Por Luis Botella
Profesor de la Universidad de Málaga

30/05/14. Opinión. El profesor de la Universidad de Málaga (UMA) Luis Botella reflexiona en esta Tribuna Abierta para  EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el acto de campaña que el pasado 22 de mayo protagonizó el Partido Popular en el Pabellón de Deportes de la universidad malagueña y recuerda cómo se le negó la entrada a varios estudiantes de periodismo acreditados para realizar una práctica de la carrera.

PARA Botella esto es una muestra del “deseo por parte del PP de controlar la información y el mensaje político del evento”.

De Mítines, Universidades y Discriminación

ALGUIEN
ha cometido un error. O mejor dicho, muchas personas han cometido muchos errores hasta formar una tormenta perfecta de despropósitos. Sólo así se pueden entender los acontecimientos del jueves 22 de Mayo. Esa tarde a las 19:45 estaba programado un evento del Partido Popular (PP) dentro de la campaña para las Elecciones Europeas. A su vez, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) había convocado un escrache a las 18:00 como forma de protesta. Hasta este punto no hay ningún problema. Las organizaciones políticas tienen derecho a organizar sus eventos según la forma y manera que mejor consideren para hacer llegar su mensaje al electorado. Igualmente la sociedad civil tiene derecho a protestar siempre y cuando dicha protesta esté dentro de la legalidad. En este sentido resulta natural la presencia de los cuerpos de seguridad del estado para permitir que los derechos de todos los colectivos fuesen respetados. Es decir, que los políticos pudiesen transmitir su mensaje a un grupo de ciudadanos y que otro grupo de ciudadanos pudiese ejercer su derecho de protesta legítima. Hasta este punto no se puede objetar demasiado, sin embargo, al analizar el asunto un poco más en detalle es cuando los errores empiezan a hacerse obvios y uno empieza primero a rascarse la cabeza y termina por indignarse.

TODO empieza por el escenario elegido para dar su mitin por el PP en Málaga. De todos los auditorios públicos y privados de la ciudad decide organizarlo en la Universidad de Málaga (UMA), una institución pública del Estado cuya misión fundamental es la producción de conocimiento y su transferencia a la sociedad. Que se usen los espacios de una institución pública como la universidad para fines partidistas debería plantearnos una primera llamada de atención. Si interpretásemos la misión institucional de la universidad en un sentido estricto deberíamos condenar al Rectorado de la UMA por haber permitido el uso de sus instalaciones para un fin tan ajeno a ella como es un mitin político. Si, por el contrario la interpretásemos en un sentido algo más amplio, se podría entender que la celebración del acto político intentaba acercar la política a los estudiantes y entablar así un intercambio de ideas con ellos. Es decir, la idoneidad de la UMA como escenario para un acto político es algo que se puede debatir y considerar caso por caso. Sin embargo, la posibilidad de esa discusión e incluso la celebración de algún acto político en una universidad, no significa que valga cualquier cosa, lo que me lleva a considerar el cómo y el para quién del mitin del PP en la UMA.

EMPEZARÉ por el cómo. La Policía Nacional desplegó un cordón policial alrededor del Pabellón de Deportes de la UMA y estuvo controlando el acceso al recinto para evitar incidentes violentos en su interior. Llegados a este punto es cuando uno debería empezar a rascarse la cabeza ¿Cómo es capaz la policía de distinguir al ciudadano que quiere informarse del que quiere protestar? ¿Con qué criterios puede discriminar un agente de policía sobre el terreno al estudiante que quiere informarse para poder posteriormente ejercer su derecho al voto informado? En cualquier caso, la Policía Nacional no era el único dispositivo de seguridad, pues dentro del Pabellón la organización del evento también ejerció de filtro sobre los asistentes, permitiendo atender al mitin sólo a unos pocos. Y de nuevo deberían surgir los picores en las sienes ¿Con qué derecho un partido político se arroga el derecho de admisión en unas instalaciones que ni siquiera son suyas? Es más ¿Con qué criterio este partido político discrimina a los ciudadanos para permitirles entrar o no y escuchar su programa? A no ser, claro, que su objetivo no sea realmente el de difundir su mensaje a la ciudadanía y más concretamente a los estudiantes de la UMA, público preferente si el evento se organiza dentro de la universidad.

EL resultado de este doble filtro de seguridad fue cuanto menos una vergüenza. Pudieron entrar sin mayores dificultades aquellos ciudadanos y estudiantes que la organización designó como no problemáticos. Dentro de estas personas afines había miembros de la comunidad universitaria, como por ejemplo estudiantes miembros de la asociación universitaria Conecta Málaga, que pudieron asistir sin mayores problemas, así como ciudadanos ajenos a la universidad. Sin embargo, más interesante que preguntarse por quién sí pudo entrar, resulta preguntarse por quién se quedó fuera o se le echó. Aquí es cuando uno pasa de los picores a la irritación, pues descubrimos que fuera no sólo quedaron miembros de plataformas cívicas con ganas de protestar, si no también miembros de la comunidad universitaria que quería escuchar las ideas del PP en su universidad. Y esto ya resulta suficiente malo por sí mismo. Pero finalmente, sólo se puede caer en la indignación cuando uno analiza el motivo por el que a esos estudiantes se les negó el acceso o se les expulsó una vez dentro, después de que la policía no los considerase una amenaza para la buena marcha del evento.

PARA empezar se le negó la entrada a un estudiante de periodismo que quería cubrir el evento para un periódico universitario, La Taberna Global. La excusa que se le proporcionó es que carecía de acreditación para cubrir el evento. Un segundo caso fue la expulsión de un grupo de estudiantes acreditados a los que finalmente se les negó la posibilidad de cubrir el evento, impidiéndolesrealizar una práctica de periodismo para su carrera. Hasta aquí ya se puede observar sin dificultad un deseo por parte del PP de controlar la información y el mensaje político del evento. Esto no es otra cosa que decir que el PP quería limitar al máximo las posibilidades de crítica a su mensaje. Pero no contentos con eso, la organización expulsó a dos estudiantes simplemente por pertenecer a una asociación de estudiantes ajena a la ideología del PP. Cuando un miembro de Conecta los identificó como miembros de la asociación Eureka UMA una vez dentro del recinto la organización, los expulsó del evento. En conclusión, el PP hizo un esfuerzo activo por evitar que su mensaje llegase a una parte de la comunidad universitaria que no estuviese ya convencida de su ideario. Además, en el proceso, rompieron con la esencia de la universidad, el debate y el pensamiento crítico, al negar la participación de una parte del colectivo de estudiantes de la UMA por criterios ideológicos.

UNA vez pasada la primera indignación y enfado hace falta poner toda esta situación en perspectiva y sacar ciertas conclusiones sobre nuestra clase política y sobre la posición de la universidad. Para empezar, habría que considerar la actuación del PP. El profesor Cipolla en su categorización de las personas en función a sus comportamientos definía al idiota como la persona que se hace mal a sí mismo y a los demás. Bajo esta definición no nos queda más remedio que calificar de esta forma al PP, pues se ha hecho daño a sí mismo y a los demás, a la comunidad en este caso. Ha actuado en contra de sus intereses cuando ha trabajado activamente por impedir que su mensaje llegase a cuantos más ciudadanos pudiese, limitando así el alcance del mismo. Y esto dice mucho de la clase política que nos gobierna, pues nos confirma que están más interesados en mantenerse en el poder que en convencer al electorado. Parece que les resulta más apetecible lanzar un producto de mercadotecnia que realmente luchar por las ideas en un debate abierto. Pero como he afirmado antes, también actuaron contra los intereses de la comunidad, pues su burdo intento de controlar su mensaje político iba directamente encaminado a eliminar el disenso y la crítica. De esta forma, el PP ha dejado patente su miedo a enfrentarse con los ciudadanos, y la prensa misma, si no es desde una posición de superioridad, en donde pueda controlar las preguntas, pactar el formato y presentar el mejor perfil de sus candidatos. Tanto es su miedo que prefiere atropellar a los estudiantes de la universidad antes que entablar un debate o aceptar la diversidad de opiniones y la posible crítica.

PERO, sobre todo, al hacer de la ideología el factor para discriminar la asistencia o expulsión de los estudiantes violentaron los principios básicos de la propia institución que acogía el evento, pues la universidad es consustancial al debate y al pensamiento crítico. La universidad no puede permitir que entre sus paredes se discrimine por razones ideológicas a nadie y mucho menos a miembros de su propia comunidad y si esta vez ha ocurrido, alguien en el Rectorado debería dar explicaciones.

DESDE la universidad se puede hacer política y se debe hacer política, pero no de cualquier forma ni a cualquier precio. El hecho que se celebre un evento político en la universidad no es en sí mismo algo malo, al contrario. Puede ser muy positivo para toda su comunidad, siempre y cuando se respeten las condiciones de ser un debate abierto y plural en donde esté presente siempre el pensamiento crítico. Eso significa libre acceso para todos los miembros de la universidad sin importar su posición política y posibilidad de réplica al discurso del político. Y si no quiere aceptar esos principios, el Rectorado debería declinar que se organizasen tales eventos dentro de la Universidad. Si no, el futuro presentará nuevas tormentas perfectas de despropósitos provocadas por idiotas.