OPINIÓN. LOL. Por Alberto R. Aguiar
Periodista
12/01/17. Opinión. El periodista Alberto R. Aguiar dedica su nuevo artículo de opinión en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com a celebrar el 30 aniversario que cumple este año este medio, repasando algunos de los temas que han sido y son importantes para esta revista a lo largo de los años. Y lo hace cambiándose de bando, hablando “de lo bueno que tiene Málaga”. Pero a su manera...
Treinta años y muchísimas revoluciones
HE llegado a leer quejas de que en esta web solo se escribe de las cosas malas de Málaga. A finales de 2017 esto que usted tiene abierto en su ordenador llevará ya 30 años escribiendo “solo” de las cosas malas de esta ciudad (“de esta puta ciudad”). Primero en papel, después en internet, con mucha difusión y cada vez menos amigos. Pero qué le vamos a hacer. Una obsesión se convierte en imprescindible cuando resulta ser algo que nadie más hace.
PERO no vengo a hablar de la trayectoria de esta revista ni de la alarmante cantidad de años que suma ya su fundador. No vengo a hablar de eso porque Fernando sigue guardando en su locura un ímpetu juvenil que muchos quisiéramos y porque joder, hacerlo sería atusarse el pelo frente al espejo delante de mucha gente (y digo mucha, mucha más gente de la que algunos quisieran pensar). En fin, hacerlo sería algo incómodo sobre todo porque yo he sido y sigo siendo parte de esta casa, y no me toca a mí darle sus merecidas palmaditas en la espalda.
HOY vengo a hablar de la materia prima de EL OBSERVADOR. De lo que le da la vida y alimenta su espíritu. En definitiva, de los cainitas que pueblan Málaga, y que envilecen esta ciudad. Tratemos el tema con calma, no vayamos a irnos por donde nos vamos siempre y convoquemos otra huelga de basuras, que ya irá tocando otra por eso de las tradiciones y folclores de una Casona, la del señor De la Torre, hábil en darle patadas hacia adelante a sus problemas y seguir sumando legislaturas sin solucionar nada.
HABLO de un cainismo que no es exclusivo de Málaga, sí, pero que explota como cualquier otro cuando medios libres le señalan sus miserias. Málaga, la ciudad del paraíso, en la que hay natas en las playas, turistas de rebote por el terrorismo, centros urbanos convertidos en parques temáticos, zonas marginales con torres que se vienen abajo, barrios de artistas con tiendas eróticas, y quizá pronto unos rascacielos donde la gente quería un simple parque.
HAY que comprenderlo. Es más cómodo echar la vista a un lado. De hecho, me cambio de bando. Ahora solo hablaré de lo bueno que tiene Málaga. Málaga, Málaga, Málaga, Málaga, Málaga. Que se me llene la boca de Málaga.
SI el alcalde es habitual de El Pimpi, entonces es que El Pimpi tiene esa gracia especial andaluza. Por qué cuestionar si su terraza es excesiva, si ocupa toda una plaza, si tiene una barra de cócteles al aire libre que contraviene la normativa. Para qué quejarse, con la de empleo que se crea. Pobres hosteleros, ¡qué pesados son los demás!
POR qué no irse a la Plaza de la Constitución, donde el Café Central. Otro negocio espléndido a la hora de arrasar con el espacio público, con techados retráctiles anclados que también contravienen la normativa porque se deben guardar dentro del local. Es un rincón señero y típico, como el de esa panadería cercana que coloca sus mesas encima de un monumento que a día de hoy es casi invisible. ¿Y el dinero que genera, qué? Qué ganas de joder tiene la gente en esta ciudad, ¡ay!
Y qué problema habrá ahora con que las azoteas sean zonas urbanizables. Te aparece un hongo en un árbol como te aparece un chalecillo en los cielos de calle Beatas, una terraza fashion a un palmo de mano de la Alcazaba, o una terracita con lámina de agua y ascensor privado para hijos pródigos como Antonio Banderas. Esas cosas surgen, hombre. ¿Qué le importará a la peña? ¡Ojú, ojú, ya son ganas de aburrirse y malmeter!
LOS Pérez de la Fuente, insignes arquitectos pródigos de esta Málaga bella, han convertido buena parte de su centro en un parque temático. Tenemos un Paseo del Parque que puede servir para hacer esquí cuando caen cuatro gotas, baldosas que dificultan el paso a los minusválidos por si usted tiene prisa y poca paciencia. Así da gusto. ¡La Almendra está llena de vida! Con su olorcito a fritura de pescado y a aceite sin cambiar, con su gente que ni se puede pasar, con sus tronos y sus Cofradías sacando una procesión diaria. ¿Qué dices de que hay solares acumulando mierda? Hombre, pues claro. Eso es algo perseguido, para que la ciudad respire, que no tienes ni idea. En fin, esa gente que no hace más que rajar de lo mismo y pumpún y pumpún…
NO. Esto no me vale.
TRAS la escuela que es esta revista, se me hace difícil hacer lo que hacen los demás. A EL OBSERVADOR le pasa tanto de lo mismo. Por eso aquí no se estila lo de poner titulares cortos.
SOLO almas dóciles carecen de esa virtud tan cotizada en Málaga, la autocrítica. Esa virtud que es el único motor del progreso, y que en estas páginas funciona a muchas revoluciones. A tantas que a veces quema. En 30 años ha habido muchos incendios, para qué negarlos. Pero si ni Pendón ni la crisis han podido, este barco no lo hunde ni dios. A por otros 30.
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