OPINIÓN. @BarriosMalaga. Por Barrios Abandonados
Vecino de Málaga

13/06/17. Opinión. El nuevo método de recogida de muebles en Málaga no está funcionando con éxito. El vecino que gestiona el perfil en redes sociales Barrios Abandonados (@BarriosMalaga), recoge en su habitual artículo para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un relato en el que cuenta la situación que viven muchos vecinos, que ven como en sus calles se acumulan enseres durante semanas. Esta revista...

...ha informado en múltiples ocasiones sobre este problema que preocupa a los ciudadanos, y que pone en peligro la seguridad en las calles, aparte de provocar una mala imagen. Las escuetas pegatinas de Limasa en los contendores donde falta información, y la anulación del servicio gratuito por el que se llamaba para que se recogiesen los muebles, están desembocando en un aluvión de imágenes y  quejas en las redes sobre este conflicto.

Relato de Luis y la recogida de muebles en Málaga. Relato, que no cuento, el cuento lo tiene el Ayuntamiento con las pegatinas

LUIS tiene liado el fin de semana, le toca currar en casa, desmontar el cuarto de la abuela. Son muebles viejos, no se puede salvar nada, más quisiera, no están las cosas para tirar lo que pueda servir. La cama con su colchón, el ropero, la mesita de noche y la butaca. Y lo más jodido el espejo, un gran espejo de cuerpo entero, está montado sobre una gruesa madera, pesa un quintal y se repite para sí “es grande, muy grande, este no cabe en el ascensor”.

COMO cada sábado llega tarde a comer, es el día de más trabajo en la carnicería, no se le puede olvidar mirar el teléfono para la recogida de muebles, el Ayuntamiento lo pone fácil, un número gratuito, empezaba por 900. Lo utilizó hace un par de años cuando cambiaron de colchón, le dijeron el día que lo recogían los de LIMASA y que lo depositaran el día anterior, no recuerda si por la mañana no estaba, pero sí que en el día se lo llevaron, un buen servicio y muy simpático el chaval que le atendió por teléfono. El colchón no entró en el ascensor, pero pesaba poco, engorroso de llevar, pero pesaba poco. El espejo pesa mucho más, mucho más.

DESPUÉS de aparcar el coche, Luis se acerca al contenedor, pero algún vecino ha tirado un par de colchones y los ha colocado tapando el número de teléfono, “no pueden pensar en los demás, esta noche cuando los vecinos quieran tirar la basura lo tendrán difícil”, piensa. Y ahí tenemos a Luis colocando los colchones donde no estorben, “que les cuestas hacer las cosas bien, así están los barrios, y después protestan de que las calles están sucias”. Ahora descubre que ya no está el 900 para llamar, ahora el contenedor le dice que, los muebles solo se pueden tirar los LUNES, que no los tire otro día, y que si no le pondrán una multa que se llevará casi todas las ganancias del mes. “Bien pensado, un día para tirar, eso para los vagos que no son capaces de llamar al 900, si es gratis y son muy simpáticos, y al que pillen multa, yo el Lunes los tiro y me quedo tranquilo”.

CLARO que los tiró Luis, el domingo desarmó todo,  quitó clavos que pudieran herir a los operarios que lo recogen y los agrupó en pequeños paquetes atados con precinto cómodos de manejar. El espejo era otra historia, bajó por la escalera, bueno lo bajaron. Lo depositaron todo junto a los contenedores, con el mismo cuidado que si lo hubieran apoyado en una pared recién pintada. El espejo lo cambió de sitio varias veces, temía que pudiera caer sobre alguien. Cuando marchó hacia el trabajo, se volvió varias veces para ver si estaban bien colocados. Cuando volvió por la tarde vio que los muebles no se habían movidos, era lo normal, seguro que se recogían por la noche. Bastante debate tuvieron en casa, cada uno tenía una teoría sobre la hora en que se podía bajar, él pensaba que por la noche que no estorbara a los vecinos, María al medio día por si pasaban antes, y a su hijo le daba igual, preferiblemente cuando él no estuviera en la casa.

EL martes por la mañana los muebles le dieron los buenos días cuando salió del portal. Volvió a leer la pegatina donde estaban las instrucciones, “depositar el lunes”. Antes de ir a la carnicería, tomando café en el bar, lo comentó y le dijeron:


-“PUES tu tocayo se lo ha dejado claro a un vecino que pregunto”

-“¿MI tocayo?”

-“SÍ, el concejal de las basuras, le dijo que en la pegatina estaba muy claro, que solo tenía que leer NO LO DEPOSITE OTRO DÍA, además añadió que el horario es indiferente, recordó lo de la sanción y aseguró que no cederían ante presiones”.

EN el trayecto a su trabajo vio como trabajadores de LIMASA retiraban unos muebles, les preguntó por el tema. “El Ayuntamiento la ha liado” dijo uno subiéndose al camión, el otro se lo aclaró: “Nosotros terminamos el turno a las 13:00 horas, tenemos una ruta lo que no nos da tiempo se recoge la semana que viene, ¿los que se tiren por la tarde? Esperaran hasta el próximo lunes”.

SE pasó toda la semana vigilando los muebles en especial el espejo y porque su mujer no le dejó, sino lo hubiera subido de nuevo a casa. Aunque lo cambió varias veces de sitio por miedo a que a alguien le pasara algo. Durante esa semana se enteró que el Ayuntamiento aconsejaba que se tiraran la noche antes o por la mañana temprano del día indicado, eso sí con la boca chica, no vaya a ser que alguien pensara que se habían equivocado. No entendía como puede ser el Ayuntamiento tan descuidado, esto afea el barrio y pone en peligro a los vecinos.

AL lunes siguiente los muebles con el espejo se fueron para tranquilidad de Luis. El martes a la puerta de su negocio a Luis le esperaba una sorpresa,  en la misma entrada de la carnicería junto a los contenedores habían depositado muebles y dos grandes cristales, la pegatina le decía que los tendría que aguantar hasta el viernes. No, eso no, llamó al 900 que le dijeron lo que él ya sabía: “El viernes recogida”, llamó a los municipales, cuando llegaron le dijeron que era trabajo de LIMASA, les comentó el peligro de los cristales, por lo que llamaron a los trabajadores de la limpieza, cuando llegaron cargaron los cristales y dejaron los muebles  “nosotros sólo nos encargamos de los cristales”.


CADA vez que Luis levantaba la cabeza del mostrador, veía como los muebles ocupaban gran parte de la acera, poniendo en peligro a cualquiera que fuera un poco despistado. Para calmarse puso la radio, en ella estaba nuestro alcalde, era un programa donde los oyentes llaman para hacerle preguntas, dos de estas preguntas fueron sobre la recogida de muebles. “Esperemos que el alcalde se dé cuenta que algo falla si esto preocupa a los malagueños” pensó.  El alcalde reconocía que había que poner hora y preguntaba con voz de despistado si alguien sabía si no se habían puesto ya. “No está puesto” gritó para dentro Luis, tenía varias clientas delante de él. Pero lo que más le dolió, es cuando el alcalde pareció restarle importancia al gran error de las pegatinas y empezó a culpar a los malagueños pidiendo su colaboración. En ese momento las clientas se volvieron transparentes y Luis solo veía la gran pegatina del contenedor, esa en la que olvidaron poner un horario o eso dicen, esa que cuando cambien la tendremos que pagar entre todos. Esta vez Luis no lo pensó, gritó: “¿Es que se creen que somos tontos?” Mientras descargaba con fuerza el cuchillo sobre el pescuezo del pollo.

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