OPINIÓN. Crónicas subacuáticas desde las Lagunillas
Por Nadador Anónimo
09/10/17. Opinión. El Nadador Anónimo, varado en un balcón de la céntrica barriada de Lagunillas, publica su segunda crónica con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com donde se hace un recorrido por la historia de las callles de esta zona. Desde su esplendor inicial, pasando por la etapa cuando la droga aniquiló la zona, hasta el presente y su resurgir gracias al movimiento ciudadano y cultural, y el futuro...
...incierto a causa de la especulación y gentrificación. También se referencia a los importantes personajes que aquí nacieron y vivieron, como el reconocido bailarín Miguel de los Reyes, y la política que reformó el sistema penitenciario en España y sacó los grilletes de las celdas, Victoria Kent. En la casa natal de esta última en la actualidad hay un espacio llamado “solar vecinal autogestionado”, un lugar de reunión lleno de plantas y grafitis.
Lagunillas de ayer, hoy…Y quizás, mañana
DECÍA en mi anterior crónica, que me había quedado varado en un balcón del número 28 de calle Lagunillas, justo en la plaza que ha sido epicentro del barrio y que, en Sí misma, es una especie de resumen concentrado de lo que fue, lo que es y lo que puede llegar a ser el entorno de Lagunillas.
DURANTE buena parte del siglo pasado, la calle era una de las más comerciales de Málaga, al menos de esta zona de la ciudad. Prácticamente todas las casas acogían en sus bajos un negocio: tiendas de alimentación, de ropa, carbonerías, aceiterías, panaderías, peluquerías, alternado con bares y algún que otro establecimiento típico de aquella Málaga de las cien tabernas y una sola librería, por cierto, librerías creo que no llegó a haber nunca ni una sola. Era una calle comercial y en el vecindario se mezclaban comerciantes con trabajadores de la hostelería, rentistas con pescadores, artesanos con funcionarios y siempre un pequeño reducto de desocupados. Era una calle a medio camino entre lo popular y la clase media, en la que en verano se elaboraban biznagas; en otoño se voceaban madroños; en primavera, espárragos trigueros y en invierno se entraba en calor a base de sopas y guisos de pescado y moluscos que dejaron su impronta con una definición -“El barrio de chupaytira”- que hace referencia tanto a esos guisos marineros como al carácter de sus habitantes, siempre en tránsito entre las clases populares y la burguesía con ensoñaciones señoriales.
YO mismo, me he quedado varado en un edificio muy particular: relativamente nuevo, se encuentra cerrado a cal y canto a pesar de su magnífica ubicación, a un paso del centro y con mucho espacio. Y cuando digo que está cerrado a cal y canto no exagero. Se conoce que el propietario no podía dormir bien pensando que un inmueble tan magnífico como ese no terminara siendo ocupado por cualquier sin techo por lo que se decidió a cerrar todos los huecos de la planta baja (el portal y una antigua tienda de muebles) y luego a tapiar las ventanas y balcones de la primera planta, todo un búnker con tres plantas y azotea y, por supuesto, con propietario.
JUSTO debajo de mi posición al otro lado de la calle permanece abierto uno de los últimos comercios de la calle, un asador de pollos con gran fama y que los fines de semana atrae a decenas de malagueños que hacen cola a la espera de poder llevarse un pollo recién hecho.
*Asador de pollos y callejón Carrasco
PERO volvamos a la historia del barrio. Los días de vino y rosas en los que las Lagunillas era un hervidero se marchitaron en el último tercio del siglo pasado. El que había sido un floreciente espacio comercial entró en declive por la aparición de otros usos y modas comerciales, los supermercados, las grandes superficies comerciales fueron ganando terreno hasta convertirse en los templos de un nueva sociedad basada en el consumo masivo. El pequeño comercio tomó una pendiente descendente que 30 años después nos ha dejado, además del asador de pollos, una tienda de comestibles, una pescadería, una frutería, una carnicería, un estanco, una droguería, una peluquería y un bar de los de toda la vida a los que en los últimos años se han sumado otros dos bares: La Polivalente, un local abierto a la cultura y El Tinglado, un pequeño establecimiento de bebidas y comidas sabrosonas.
EL inicio del declive comercial coincidió con la explosión de una de las etapas más negras de los últimos años: el desembarco del caballo en los barrios de Málaga, como en la mayoría de las ciudades en las dos últimas décadas del siglo XX. Lagunillas-Cruz Verde fue un ejemplo claro de los estragos de la droga en el tejido humano y en la fama de la zona en la ciudad. Todo el barrio fue marcado como peligroso y, en muy pocos años, las calles bulliciosas de antaño se llenaron de miedo y se vaciaron de gente que procuraba evitar pasar por el núcleo de la zona, que ha seguido evitando el barrio hasta fechas muy recientes.
LA droga vació de visitantes las calles y fue expulsando a muchos vecinos que buscaban otras zonas más tranquilas para vivir. En la última década del siglo pasado las administraciones iniciaron un proceso de re-urbanización del barrio que incluyó el derribo de muchas casas muy deterioradas (prácticamente todas) de la calle Altozano/Cruz Verde y unas cuantas en calle Lagunillas y la construcción posterior de viviendas sociales. Con estas nuevas viviendas se atendió a las necesidades de vecinos de la zona que habitaban en infraviviendas, a algunos habitantes de los últimos núcleos chabolistas de la ciudad y a damnificados por las inundaciones de 1989 de distintos barrios. Familias muy diversas, de distinta procedencia, con distinto perfil, pero acuciadas por la necesidad.
POR ejemplo, el actual número 25 de calle Lagunillas (justo enfrente de mi atalaya) es uno de esos edificios que se levantó sobre el solar de tres viviendas, dos individuales y una gran corrala, y se convirtió en el hogar de un buen número de familias de origen diverso y con problemas (parecidos a los que se producían en los núcleos agrarios de concentración) para generar vida de barrio. No obstante, el deterioro de la calle se frenó, pero las reticencias de los malagueños a pasear por aquí perduraron.
*Lagunillas 25
ANTES de terminar esta segunda entrega de estas crónicas subacuáticas voy a dar un doble salto mortal con dos tirabuzones desde el pasado hasta el futuro centrando mi vista en la gran plaza que se creo con el proceso de urbanización de los años noventa y que se dedicó a un cantante y bailarín del barrio, Miguel de los Reyes, que también cuenta con una estatua en su memoria, aunque ubicada en el otro extremo de la calle, junto a la plaza de la Victoria (espacio más conocido como Jardín de los Monos). En ese solar de la plaza de Miguel de los Reyes se levantaban una serie de casa bajas, que había sido viviendas de familias burguesas acomodadas en los primeros años del s.XX. En una de ellas nació y pasó sus primeros años, una de las mujeres más increíbles que nacieron en Málaga: la abogada, jurista y política Victoria Kent, la autora de la gran reforma penal de nuestro país, la que quitó los grilletes de las cárceles. Yo me atrevería a decir que también fue una de las pioneras del feminismo en España, aunque muchos le niegan este título por su oposición en las Cortes de la II República a conceder el sufragio femenino.
*Plaza de Miguel de los Reyes
ESTE año se cumple el 30 aniversario de su muerte y Victoria Kent tiene algunos lugares que recuerdan su memoria en la ciudad, pero no hay ni uno solo en su calle, ni en su barrio. Durante algún tiempo se barajó la posibilidad de crear un centro de interpretación de su figura en un edificio que se levantaba casi enfrente de su casa. El inmueble tenía un tipo de protección arquitectónica por su singular fisonomía externa y creo que el Ayuntamiento llegó a hacerse con la propiedad cuando ya estaba bastante deteriorado por el abandono de su anterior propietario. Pero el municipio tampoco hizo nada hasta que la casa se declaró en ruina y hubo que derribarla para evitar una desgracia. Es una táctica que se repite, sobre todo para zafarse de protecciones arquitectónicas..., el abandono hace el trabajo sucio para proporcionar solares... La misma casa en la que me encuentro varado lleva ese mismo camino. Es un edificio amplio en el que podrían vivir varias familias, pero el propietario prefiere mantenerlo cerrado a cal y canto... Hay que cosas que no logro entender..., debe ser que como sólo salgo a nadar las noches de luna nueva y terral, pues eso, se me escapa la lógica de la propiedad privada.
*Solar reivindicado por el barrio
NO obstante, en el solar que quedó en la derruida casa que iba a servir para homenajear a Victoria Kent, es donde se ha producido ese salto mortal hacia el futuro y la esperanza. Tras el derribo, nadie se ocupo del espacio que inmediatamente fue tomado por los coches como lugar de aparcamiento; pero pasados unos meses un grupo de vecinos decidió intervenir y reconquistó el espacio a los vehículos para convertirlo en un “Solar vecinal autogestionado”, lleno de plantas y con grafittis. Aquí de vez en cuando los vecinos, organizados en una asociación de defensa del barrio, se reúnen para tratar de luchar contra la especulación y contra el desplazamiento de los pocos que quedan, porque tengo que apuntar que en los últimos años, Lagunillas ha pasado de ser un lugar maldito, a tener viva propia, primero y casi de inmediato, a ser un enclave codiciado y amenazado por la especulación... Pero eso, me temo que será tema para la próxima crónica.
*Detalle del solar
PS: Espero que los vecinos organizados del barrio me puedan echar una mano si el propietario de mi varadero tarta de deshacerse de mi. Esta mañana he escuchado una conversación muy amenazante para mi futuro y creo que voy a necesitar una pequeña ayuda de mis amigos (Whit a little help from my friends)
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- 15/09/17 Noches de luna nueva y terral