“La calle Vendeja debe su nombre a las faenas de embalaje de las pasas y los higos que se realizaban en sus almacenes coincidiendo con la vendimia. Durante esos meses llegaban al puerto malagueño gran cantidad de barcos de todas las nacionalidades dispuestos a embarcar los productos malagueños”

OPINIÓN. Málaga Onírica
Por Ortiz Morales. Investigador audiovisual

28/05/19. Opinión. El investigador audiovisual Ortiz Morales, autor del libro Málaga Onírica, recientemente reeditado y en el que se incluyen cinco nuevos trabajos, recoge en su habitual colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com homónima a su publicación, una de sus originales láminas realizadas con la técnica del trampantojo de estilo naíf. Esta nueva entrega está...

...dedicada a la calle Vendeja, situada en la actual barriada del Soho. “En el momento de su construcción, los edificios de esta calle fueron los más meridionales de la ciudad, inmediatos al puerto y absolutamente vinculados con la pujante burguesía que floreció en Málaga a finales del siglo XVIII, cuya principal actividad fue el comercio marítimo”, indica Ortiz Morales. Que recoge además en su lámina “un teatro que, siendo de mala calidad en sus materiales aunque enclavado en un sitio excelente, se dejó perder en vez de reconstruirlo con buenos materiales ya que se había convertido en una seña de identidad cultural de la zona: el teatro Vital Aza, situado junto a los actuales jardines de Alfonso Canales desde aproximadamente 1900  hasta 1942, en que cerró sus puertas”. Un conjunto que completa la Torre de la Equitativa, “convertida en alminar medieval”.

La calle Vendeja

LA calle Vendeja debe su nombre a las faenas de embalaje de las pasas y los higos que se realizaban en sus almacenes coincidiendo con la vendimia. Durante esos meses llegaban al puerto malagueño gran cantidad de barcos de todas las nacionalidades dispuestos a embarcar los productos malagueños siendo, también, la zona donde se almacenaba el género que se podía introducir para su venta en los pueblos de la Andalucía interior.


POR ello, en el momento de su construcción, los edificios de esta calle fueron los más meridionales de la ciudad, inmediatos al puerto y absolutamente vinculados con la pujante burguesía que floreció en Málaga a finales del siglo XVIII, cuya principal actividad fue el comercio marítimo. Todavía de esa época, y hasta hace muy poco en un estado razonable de conservación, se podían observar dos magníficos ejemplares, siendo uno de ellos casi seguro del arquitecto Martín de Aldehuela, junto a otros dos del siglo XIX que, unidos a la espectacular presencia del árbol denominado “Palo borracho” daban a los jardines que se llamaron posteriormente de “Alfonso Canales” un ambiente muy entrañable y que intentamos mantener en la oleografía. (Si bien el estilo hispano-árabe de los jardines ha sido sustituido por otro funcional no hace mucho, y las fachadas barrocas, algunas con pinturas murales, de calle Vendeja han sido “modernizadas” implacablemente, destruyendo sus patios interiores y levantando fachadas altas y “funcionales”. En cualquier caso, todavía hoy se puede apreciar parte del estilo dieciochesco destruido en la parte de los edificios que da a Trinidad Grund, aunque no sabemos por cuánto tiempo).

COMPLETAMOS el conjunto con un teatro que, siendo de mala calidad en sus materiales aunque enclavado en un sitio excelente, se dejó perder en vez de reconstruirlo con buenos materiales ya que se había convertido en una seña de identidad cultural de la zona: el teatro Vital Aza, situado junto a los actuales jardines de Alfonso Canales desde aproximadamente 1900  hasta 1942, en que cerró sus puertas. A lo largo de los años, además de teatro, fue también circo, cine y en especial, escenario de zarzuelas y espectáculos variados. Era circular, completamente de madera y con su techumbre de toldos. Delante de la fachada principal se acotó una gran extensión de terreno (el espacio que, en la actualidad, corresponde a los jardines) para que así la espera del público durante el tiempo que mediaba entre las sesiones en que se solían dividir los espectáculos se hiciera en estos terrenos ocupados por mesas de un café, rodeadas de árboles y macetas, bellamente iluminados. Por su enclave y proximidad al mar, este café fue uno de los lugares más concurridos para las tertulias, y lugar preferido de escritores y periodistas.

LA Torre de la Equitativa, convertida en alminar medieval, le hace un mínimo guiño al presente y sus volúmenes exagerados de rascacielos venido a menos, sin demasiado convencimiento, en una integración que se antoja tan difícil que es solo posible en distorsiones oníricas.

Soporte: lienzo.
Material utilizado: programas informáticos Adobe Photoshop, Illustrator y After Effects.
Técnicas empleadas: computación gráfica e impresión digital.
Dimensiones: 150 cm x 52 cm.

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