“Para mi asombro, mis ojos se fijaron en estas palabras: ‘Es necesario identificar las fuerzas ciegas que están actuando para crear verdaderas soluciones’
OPINIÓN. Es posible. Por Rosa María Badillo
Historiadora y escritora. Coordina el proyecto Arco Iris de Madres Narradoras
17/10/18. Opinión. La historiadora y escritora Rosa María Badillo reflexiona en su nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la importancia de saber que podemos dirigir nuestra vida hacia lo que nos importa. “Yo también tenía esa capacidad, la de superar obstáculos, la de transformar lo más negativo en un impulso para mi crecimiento. Esta cualidad tan admirable, la...
...capacidad transformadora, es la que nos convierte en héroes a los seres humanos”.
Recuerda
Ya me entregué al poder que mi destino rige.
No me aferro a nada para no tener nada que defender.
No temo a nada para poder acordarme de mí…
Oración del guerrero
EN lo cotidiano está la maravilla. Porque en el diario vivir se encuentran las señales que nos indican el camino. Esta es mi experiencia y como prueba de ello relataré lo que me sucedió un día del pasado mes de agosto. Esa mañana el calor quemaba más que de costumbre. Acababa de dejar a mi hijo en la academia donde estaba recuperando algunas asignaturas. Me encontraba muy baja de ánimos; algunos acontecimientos de mi existencia me habían arrebatado la alegría de vivir. Me sentía emocionalmente como si estuviera pisando arenas movedizas.
NO sabía lo que hacer ni hacia dónde ir. Cabizbaja atravesé un lavadero de coches. Después me percaté de que cerca de allí había un parquecillo y me dirigí a un banco azul que prometía un poco de sombra. Tomé asiento y suspirando miré al frente. Un bidón de reciclaje de basura atrajo mi atención como un imán. Su color amarillo chillón hacía resaltar un cartel que tan sólo contenía una palabra en letra mayúscula: “Recuerda”.
EL significado de esta palabra reverberó en todo mi cuerpo. Hasta el punto de actuar como una palanca que me levantó del asiento e hizo que me sobrepusiera al dolor emocional que adormecía mis facultades. Una fuerza de voluntad inusitada me sacó de la isla de la apatía y orientó mis pasos. “Recuerda lo que eres”. Me iba repitiendo a mi misma mientras me encaminaba a un lugar donde, sin duda, encontraría respuestas. En mi mente estas palabras se ampliaban y cobraban sentido, convirtiéndose en una poderosa brújula: “Recuerda que eres un ser humano lleno de recursos y que puedes buscar lo que necesitas aprender”.
ABRÍ la puerta del edificio y un silencio nutricio me serenó al instante. La estancia, franqueada por un mar de libros, también brindaba el frescor del aire acondicionado. El ambiente acogedor de la biblioteca lo compensaba todo. Aquel lugar era el paraíso. Me senté delante de una mesa blanca dispuesta a indagar y dejarme sorprender por cualquier libro. Sólo tuve que mirar a mí alrededor y un rostro enmarcado en una portada me llamó desde una estantería. Era Blas Infante, el padre de la nación andaluza. Me levanté con curiosidad y leí el título del ejemplar donde se dibujaba su semblante: El ideal andaluz. Volví a mi sitio con el libro en las manos y lo abrí al azar.
PARA mi asombro, mis ojos se fijaron en estas palabras: “Es necesario identificar las fuerzas ciegas que están actuando para crear verdaderas soluciones”. Blas Infante se refería a las fuerzas que bloqueaban el avance de la Andalucía de su época. Sin embargo, al leer esta frase supe que contenía la clave para mi propia transformación: hacerme consciente de las fuerzas ciegas que dominaban mi vida. Tenía que observarme para descubrir las creencias limitantes y las emociones que habían provocado mi estancamiento.
SALÍ de la biblioteca diciendo para mis adentros: “Recuerda que siempre hay esperanza. Lo que tú no ves, lo pueden ver otros e indicarte el camino”. Ese era el legado de la cultura. ¡Qué satisfecha me sentía de haber estudiado! Me dirigí a recoger a mi hijo con otro talante y la vida quiso corresponderme con otra señal que crecía en el asfalto de la carretera. Al bajar el escalón para cruzar la calle, vi como de una madrevieja brotaba una planta que se alzaba al cielo con todo su verdor. El poder de la vida sabía abrirse paso en los sitios más inhóspito.
AL contemplarla tomé consciencia de que yo también tenía esa capacidad, la de superar obstáculos, la de transformar lo más negativo en un impulso para mi crecimiento. Esta cualidad tan admirable, la capacidad transformadora, es la que nos convierte en héroes a los seres humanos. Pero hay otra que nos dignifica aún más, la capacidad de convertir en sagrado cualquier momento de nuestra existencia. Me daba cuenta que estaba haciéndome responsable de mi vida. Por fin, me recordé.
PUEDE leer aquí anteriores artículos de Rosa María Badillo:
-19/09/18 El médico de las palabras
- 18/07/18 Proyecto Arco iris de Madres Narradoras
- 04/07/18 Desmontando la trampa de la codicia
- 19/06/18 Guerreras impecables: El arte de hacer posible lo imposible