OPINIÓN. Grandes Éxitos
Por Ramona Ucelay. Escritora


11/10/18. Opinión. La escritora Ramona Ucelay publica en su colaboración semanal para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un nuevo relato titulado ‘Partes del cuerpo: ojos”. Lo acompaña con una ilustración también suya. Ucelay, licenciada en Bellas Artes, se encuentra inmersa en la escritura de su primer libro, Por eso lloraban las niñas...

Partes del cuerpo: ojos

EN
el andén del metro huele a caca. Pero muy fuerte, como si aún estuviera húmeda. No tengo ni idea de qué hace la gente en estos casos pero yo intento localizarla primero para ponerme a refugio del hedor después.

ESTOY
desesperada porque no la encuentro. Miro a mi alrededor. Solo hay féminas en este andén, cosa rara. Una señora me mira porque llevo el monedero bajo el sobaco como una madre antigua, aunque llevo las manos ocupadas escribiendo en el móvil como una auténtica millennial. Otras dos o tres tienen la cara “pa dentro”, señal de que ellas también están oliendo la mierda. Sigo sin localizarla. Llega el metro, nos refugiamos todas. Al final de la tarde la gente está muy callada. Solo veo mujeres. ¿Dónde están los hombres a estas horas?


EN la siguiente parada se sube un muchacho que viene directo a sentarse junto a la chica a mi lado: se conocen o son amigos o son familia o simplemente no son tan cercanos pero son del mismo país y eso te une aunque no quieras. Conversan sobre personas comunes, sobre sus turnos de trabajo, sobre lo que dijo tal o cual compañero. Me aburren.

MIRO
a la mujer de pie junto a la barra de mano, lleva un jumpsuit muy corto y holgado. En un frenazo del metro, casi se le sale una teta del trajecito. De repente todos estamos pendientes de que le salten los senos. Si lo pienso, dos tetas de frente son como dos ojos que te miran. En mi cuerpo habría cierto estrabismo, pero la idea de las tetas debe ser más o menos esa, ser vistas como unos ojos que te miran, al menos para un adulto, y no esperar que de las tetas salga ningún líquido que las dote de otra función, que ya se sabe que sirven para muchas cosas: si son grandes pueden recordar a un culo y sin son pequeñas a unos ojos que te miran atentos, o con la mirada perdida o desquiciada, según la complexión con que una haya sido dotada u operada. Esto me recuerda a una moda oriental de hace algunos años en que los amantes se lamían los ojos: la córnea, el iris y las pupilas, que son los pezones de la cara.

ME
pregunto qué pasaría si los testículos de los hombres estuvieran hacia afuera como las tetas. Tal vez usarían su propio sujetador porque se notarían mucho a través de los pantalones y no habría nada más desagradable que unos huevos caídos, y nada más sexy que unos huevos duros y empoderados en su sitio, que también dan leche pero sin lactosa. Si yo tuviera los testículos hacia afuera les pintaría un par de circulitos en el centro a cada uno, como los que tengo en las tetas.

PUEDE
 leer aquí anteriores artículos de Ramona Ucelay:
-04/10/18 Depilación Jessica

-27/09/18 Memento mori o La muerte nos sienta tan bien