La experta en Cooperación Internacional para el Desarrollo, Laura Martínez, presenta una nueva colaboración para EL OBSERVADOR en la que quincenalmente habla sobre sus experiencias y vivencias marcadas por la forma de vida de la comunidad africana de los masai
OPINIÓN. Caleidoscopio
Por Laura Martínez Segorbe. Cofundadora de la Asociación Enjipai para mejorar las condiciones de vida de los masai de Mfereji, Tanzania15/10/18. Opinión. Laura Martínez, en esta nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, habla de Denis Mukwege y Nadia Murad, los recientemente nombrados premios Nobel de la Paz 2018. Un ginecólogo que recupera a mujeres violadas como Nadia, una esclava sexual del ISIS. Reflexiona sobre estas personas y sobre ‘su’ África cuando...
...se sienta a conversar con su vecina masai en Mfereji, en Tanzania: “En África tenemos mucho de jurisprudencia. La humanidad se practica a diario. Son héroes cada día y durante toda la vida. Por eso hay que hablar de África. Darle voz. Porque hay que hablar de hombres y mujeres valientes, hermosos, luchadores... de personas con valores supremos. Esos son los ejemplos que debemos seguir”, piensa Martínez.
Jurisprudencia
EN 2008 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó la Resolución 1820, determinando que el uso de la violencia sexual como arma de guerra y conflicto armado constituye un crimen de guerra y una amenaza para la paz. Esto también está normalizado en el Estatuto de Roma de 1998, que regula la labor de la Corte Penal Internacional. De esto hace ya diez años.
LA semana pasada conocíamos la noticia de que a un ginecólogo le han dado el premio Nobel de la Paz 2018, compartido con una superviviente de la esclavitud sexual y de la barbarie más absoluta del Estado Islámico. No quería dejar pasar la ocasión de escribir sobre ellos. Porque no solo es que sean unos valientes. Es que representan valores humanos que hoy en día cotizan a la baja en el mercado. La justicia. El honor. El valor. Ambos acosados, amenazados, no han dejado ni un solo día de trabajar en pos de los demás. Se trata de la ayuda, el compromiso y la solidaridad. Así es como se demuestran las cosas: trabajando por y para los demás. Trabajando para uno mismo. Para ser mejor.
DENIS Mukwege trata primero, psicológicamente, a las mujeres violadas en la República Democrática del Congo y luego las recupera físicamente mediante cirugías muy complejas. No hace falta ser explícito en este tema para entender la gravedad de las violaciones. Mujeres y niñas destrozadas. Es tan espeluznante que duele hasta escribirlo. Él hace todo esto y lo hace gratis. No necesita ningún premio porque él es el premio en sí. Para cada mujer a la que ayuda es un verdadero milagro que exista. Para nosotras, el resto de mujeres, un orgullo enorme. Hay personas de tal grandeza que aturden.
ÉL decía hace unos años: "Sólo hago lo que tengo que hacer. Como ser humano, no puedo entender que no se actúe en esta situación. No siento que esté haciendo nada especial". Como hombre, además, tiene la responsabilidad de trasladar a otros hombres que rompan su silencio frente a los abusos: "Debemos decir a las mujeres que vosotras sois como mi madre, como mi mujer, y que esa violencia no es aceptable".
LEJOS de la República Democrática del Congo... Nadia Murad, de nacionalidad iraquí y perteneciente a la minoría yazidi. Ella ha sufrido en carne propia la violencia sexual. Esta vez por parte del Estado Islámico. De entre las ciento de miles de mujeres y niñas que el ISIS ha tomado como esclavas sexuales, Nadia Murad es una de las pocas mujeres que ha logrado escapar y denunciar estos abusos. Es activista. Es defensora de los Derechos Humanos.
A Denis y a Nadia el Premio Nobel les sobra, como les sobra la justicia que emana con cuentagotas de la Corte Penal y del Consejo de Seguridad de la ONU. Les sobra porque ellos son la justicia.
HAN puesto en riesgo su vida y la de sus familias. Ellos son la valentía. Ellos son los que promueven la fraternidad, la solidaridad, el esfuerzo, el trabajo y el amor. Ellos son la aplicación del derecho internacional. Son los que realmente deberían crear jurisprudencia.
EN África tenemos mucho de jurisprudencia. La humanidad se practica a diario. Son héroes cada día y durante toda la vida. Por eso hay que hablar de África. Darle voz. Porque hay que hablar de hombres y mujeres valientes, hermosos, luchadores... de personas con valores supremos. Esos son los ejemplos que debemos seguir. Son la columna vertebral del mundo. Estas personas tienen todo lo que hace falta para triunfar. Sería lindo que dejásemos de entorpecerles el camino.
Y se me viene a la cabeza, subiendo desde el corazón, justo ese instante en el que me siento al caer la tarde, en la puerta de la casita de excrementos, barro y palos (manyatta), de mi vecina masai en Mfereji, con su cuerpo fino de alambre, esa mujer adiestrada en la paciencia y en la reconstrucción de las ilusiones pisoteadas, cuando se repente me mira fijamente a los ojos, y comenzamos a hablar sin apenas entendernos y a ambas se nos estira el corazón. Cada gesto o palabra se nos mete a las dos bien adentro, como el blues. Después de una dura jornada, me dedica un rato, me hace sentir parte del engranaje, así que no queda otra que hacer la parte que me toca para que el mundo sea un poquito mejor. Debo escucharla. Ese compromiso es darle voz a la mujer masai y a la mujer africana. Porque están muy lejos y nadie las oye... Y aunque hay mucho arrogante suelto que no está dispuesto a sentarse, a escuchar, a aprender... a entender, la única manera de crear una atmósfera de confianza, para poder vivir mejor, es respetándonos los unos a los otros. No podemos vivir ignorando lo que le pasa a otro. Aunque nosotros vivimos en la parte bonita del mundo, debemos adquirir compromiso, ser conscientes de la responsabilidad que tenemos e intentar cambiar lo que no es justo. Ojalá seamos lo suficientemente valientes para alzar la voz. Ojalá seamos valientes.
MASAI
MANTIENEN intacta la revolución más difícil:
atreverse a ser.
Son el estado de las cosas
en su estado más salvaje,
los movimientos secretos
de lo que sentimos pero no vemos.
El ser masai es como estar
en una estancia justo en el momento
en qué apagamos una vela
y sigue iluminándose la estancia
con la oscuridad y sus hechizos.
Tanta voluntad puesta en su ser
que la realidad se desvanece
y se revuelve con la tierra y con el viento.
PUEDE leer aquí anteriores entregas de nuestra colaboradora.
-28/09/18 Lucha de Gigantes
-14/09/18 Caleidoscopio