Este es el caso del proyecto Emwa Sidai (Colores Bonitos, en maa), un grupo local creado por las mujeres masai de Mfereji, para obtener su independencia económica y aumentar sus conocimientos y habilidades para promover su cultura, a través de la realización de bisutería tradicional masai

OPINIÓN. Caleidoscopio
Por Laura Martínez Segorbe. Cofundadora de la Asociación Enjipai para mejorar las condiciones de vida de los masai de Mfereji, Tanzania


09/11/18. Opinión. Laura Martínez, en esta nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, habla del proyecto Emwa Sidai (Colores Bonitos) de las mujeres masai, colectivo que es la piedra angular de la comunidad, basado en la realización de su bisutería tradicional para promover su independencia económica y su cultura. Un pueblo, el masai...

...que conoce muy bien gracias a que es cofundadora de la Asociación Enjipai AQUÍ (y en su perfil en Facebook, AQUÍ), en la que trabaja desde el año 2012 con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los masai de Mfereji, al norte de Tanzania.

Emwa Sidai. Colores Bonitos


EXISTEN historias que comienzan casi de la nada y poco a poco se convierten en una historia de éxito. Esto nos hace creer que otro mundo es posible si todos nos tendemos la mano. Este es el caso del proyecto Emwa Sidai (Colores Bonitos, en maa), un grupo local creado por las mujeres masai de Mfereji, para obtener su independencia económica y aumentar sus conocimientos y habilidades para promover su cultura, a través de la realización de bisutería tradicional masai. Las ganancias... podéis imaginar dónde van... a la comunidad y, especialmente, a la educación de sus hijas. Son enormemente creativas y ningún diseño es igual.

DESDE España, las ayudamos desde el principio, facilitándoles el material necesario (bolitas de colores, hilo, cierres) para que fabriquen su bisutería y luego puedan venderla. Ellas, en los mercados locales y Enjipai en España.

ENWA Sidai comenzó en el año 2015 cuando las mujeres masai de Mfereji nos comunicaron a María Cerezo y a mí, su deseo de empezar a mejorar la calidad de sus diseños, de su joyería tradicional. Pero necesitaban ayuda para empezar. Así que nos pusimos manos a la obra. En España, participamos en mercados y festivales donde vendemos su bisutería tradicional. Además, contactamos con ‘Share a coffee for’, un asociación que ayuda a proyectos pequeños. Es una cafetera digital que sirve café virtual en nueve tazas de colores, que equivalen a nueve áreas de ayuda. Cada café virtual (2€) que donas, se transforma en ayuda directa para el proyecto elegido. Un gesto sencillo como es la donación de un café virtual, ayuda a construir un mundo mejor (https://shareacoffeefor.org/acoffeeforher/ ). Al día de la fecha se han donado ya más de 300 cafés virtuales. Las mujeres masai están en la tacita morada.


CADA año, cuando vamos a Mfereji, nos reunimos con ellas y le entregamos todo lo recaudado y ellas nos vuelven a dar la bisutería que han realizado durante el año. Parte de estos ingresos lo vuelven a invertir en el proyecto, por lo que se está convirtiendo en auto sostenible.


CUANDO les hacemos entrega del dinero recaudado en España, nos hacen un fiesta digna de describir. Lo hacen cada año. Bailan de una forma espectacular. Las voces te hacen entrar en trance. Van formando un círculo y van saliendo en parejas o en tríos al centro (como si fuese una rumba) a cantar y bailar, y la verdad es que no sé cómo lo hacen porque están repletas de adornos. Muchos adornos. Son color y alegría. Lo que están haciendo es dar gracias. Dan las gracias constantemente.


PERO es que ellas son de bailar y cantar por todo. Dan las gracias por todo y todo el rato. Son agradecidas a la vida y a la muerte. Son ‘mujeres ciclo’. Dan las  gracias al cielo si llueve, a la tierra si le crece hierba para que su ganado pastoree, a la vida cuando nace algún niño y a la muerte, cuando se va alguno de ellos.

EL grupo además es un espacio importante para ellas, porque se reúnen, comparten alegrías y penas y se ayudan entre ellas. Esta semana, todos hemos compartido pena, por primera vez, desde que empezamos a trabajar juntas. Son gregarios. Si a alguno le pasa algo, le pasa a todos. Son solidarios por naturaleza y se cuidan los unos a los otros. Y yo ya soy de su familia. Por eso esta semana, nos tocó cuidar a una familia que perdió a uno de los suyos, uno de los nuestros: Lemanga. Uno de los pequeños de la aldea, de once añitos, que había accedido al colegio público por primera vez, se empezó a encontrar mal y fallecía repentinamente la semana pasada. Le llevamos a casa, con sus padres, para que descansara en paz, junto a los suyos, en su tierra, envueltito en piel de ganado, rodeado de piedras y palitos. Allí está ya nuestro pequeño, en la tierra ocre de la sabana africana, donde le acompañarán para siempre la ternura de las gacelas y los cantos que susurran los baobabs.


ESTA semana estoy triste. Todos lo estamos.

PUEDE leer aquí anteriores entregas de nuestra colaboradora.
-26/10/18 Una escuela en alguna parte…
-15/10/18 Jurisprudencia                      
-28/09/18 Lucha de Gigantes
-14/09/18 Caleidoscopio