OPINIÓN. Caleidoscopio. Por Laura Martínez Segorbe
Cofundadora de la Asociación Enjipai para mejorar las condiciones de vida de los masái de la aldea de Mfereji, Tanzania

10/02/21. Opinión. La cooperante internacional Laura Martínez, en esta nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre la falta de vacunas para los países más pobres: “Lo peor de todo es que distrayendo nuestra atención en el acceso y la distribución de la vacuna en los países más empobrecidos hace que olvidemos el...

...acceso a otros derechos fundamentales e igual de importantes, como el acceso al agua, el acceso a la alimentación, el acceso a una vivienda digna, el acceso a tantas cosas…”.

“No encerrarán mi pensamiento entre murallas. Resido en las estrellas”

Después de leer mucho sobre virus, vacunas y sinvergüenzas que se saltan el turno para vacunarse cuando no les corresponde, me doy cuenta una vez más que la historia es la misma siempre. Y más aún cuando escucho sus variopintas respuestas sobre el tema. Curas, alcaldes, militares. Los de siempre. Y como siempre parece estar el mundo, por cierto, un mundo más que globalizado, donde la compra y distribución de las vacunas depende del negocio que cada país haga por su cuenta con las farmacéuticas y no de un plan de distribución global de vacunas. Como es evidente, no existe tal plan. Por mucho que publiquen que los representantes que gestionan COVAX están en ello. Lo peor de todo es que distrayendo nuestra atención en el acceso y la distribución de la vacuna en los países más empobrecidos hace que olvidemos el acceso a otros derechos fundamentales e igual de importantes, como el acceso al agua, el acceso a la alimentación, el acceso a una vivienda digna, el acceso a tantas cosas… La realidad es, aunque suene utópico (afortunadamente algunos hemos sido fundados en la utopía), que ninguno estamos a salvo hasta que todos lo estemos. Y en relación a la vacuna, siendo muy optimista, no será hasta el 2023. El resto, es decir, el agua, la alimentación, la educación, va para largo, como ya sabemos todos, porque además de la pandemia sanitaria tenemos que sanar la pandemia espiritual y humana, que tan degradada está. En este sentido, la moral está en la UCI. Ya lo escribió Albert Camus en La Peste cuando decía que las peores epidemias no son las biológicas, sino las morales. Y éstas si que son difíciles de solucionar.


Ante tanto desasosiego y en una sociedad a la que parecen no dolerle los muertos, nos salva, como siempre, la cultura. Quien aún crea lo contrario, que tome entre sus manos un libro y disfrute, viaje, sueñe, para así seguir creyendo. Y aprovechando que el año pasado fue el centenario de la muerte de Benito Perez Galdós, acabó este artículo con una frase de su libro Fortunata y Jacinta: No encerrarán mi pensamiento entre murallas. Resido en las estrellas.

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