“Se resaltaba el cautiverio de Fernando VII en Francia como uno de los pilares para sustentar la guerra, sin menciones a su cómoda estancia en el país vecino gracias a la sustanciosa pensión de Napoleón, al que no dudaba en felicitar por sus triunfos mientras sus vasallos se desangraban

OPINIÓN. Viejos periódicos. Por Julio Fernández-Sanguino
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales


20/12/19. Opinión. Julio Fernández-Sanguino, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, realiza una nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com en la que habla del Atalaya patriótico de Málaga: “Inicia sus exposiciones con una descripción histórica de los proyectos, intrigas y negociaciones que Francia había empleado hacía casi un siglo para dominar y tiranizar...

...a España. A lo largo de números sucesivos se utilizaba este discurso para desacreditar a Francia, país al que se le achacaba ser el causante de todos los males existentes en Europa”.

El Atalaya patriótico de Málaga de 1809 o las fake news de la época

Con motivo de las últimas elecciones en España, la UE ha puesto a un partido político como ejemplo de agrupación beneficiada por intensivas campañas de desinformación y propagación de bulos en redes sociales, lo que le ha valido obtener unos buenos resultados. Por otro lado, algunos medios de comunicación han denunciado recientes campañas coordinadas tanto nivel nacional como internacional con la finalidad de verter patrañas para lavar la imagen de un gobierno golpista mientras que se intenta desacreditar a otros en América del Sur. Sin embargo, las noticias falsas o “fake news” se pueden observar igualmente hace dos siglos, aunque los medios de difusión fueran diferentes.


Como se señaló en un anterior artículo, al inicio de la conocida actualmente como Guerra de la Independencia la prensa editada en la España que deseaba a Fernando VII desempeñó papel primordial para orientar la opinión pública en favor de Gran Bretaña, tradicional enemigo de nuestra nación, y en contra de Francia. Asimismo, se convirtió en un instrumento necesario para tratar de desacreditar al enemigo, vertiendo todo tipo de noticias infundadas sobre Napoleón.

La contienda en noviembre de 1808 tomaría otro rumbo con la entrada del Emperador en España. En aquellos momentos, el empuje imparable de las fuerzas napoleónicas generó el retroceso de las tropas españolas y británicas, que se tuvieron que replegar hacia Coruña para reembarcar con destino a Inglaterra a mediados del mes de enero de 1809, falleciendo en la operación su General en Jefe Sir John Moore.

La nueva situación en el país tras el primer fracaso anglo-español de expulsar a los franceses tendría su repercusión en la prensa. En primer lugar, la Junta Suprema, asentada cómodamente en Sevilla, estableció que no se hablase de la guerra, imponiendo la censura. En segundo lugar, se trató de contrarrestar el pesimismo existente impulsando el patriotismo con diversas medidas.

En consecuencia, el Diario de Málaga seguiría con las directrices recibidas y en la ciudad se editaría el 11 de febrero de 1809 el Atalaya patriótico de Málaga como complemento informativo. Este semanario emprendía su andadura con una disertación titulada “Grito de la patria al espantoso retrato del traidor”, que comenzaba: “Asquerosos, viles, abominabilísimos traidores ¿aun exîstis? Quando el cielo os detesta; quando la tierra se da por ofendida al infame peso con que la oprimis; quando el aire se avergüenza de dar pábulo á vuestras execrables respiraciones: quando la naturaleza toda os escupe horrorizada de contener en sus vastos límites unos seres tan pestíferos, ¿exîstis aun?”.

Se ha reproducido este texto, que define la línea editorial del periódico, para mostrar la nueva postura informativa que se adoptó ante el cariz negativo que había tomado la contienda, siendo habitual la inclusión de otros textos similares en el resto de las publicaciones consideradas patrióticas, que no dudarían en incluir todo tipo de insultos y descalificaciones hacia los enemigos.

Por otro lado, el Atalaya patriótico de Málaga inicia sus exposiciones con una descripción histórica de los proyectos, intrigas y negociaciones que Francia había empleado hacía casi un siglo para dominar y tiranizar a España. A lo largo de números sucesivos se utilizaba este discurso para desacreditar a Francia, país al que se le achacaba ser el causante de todos los males existentes en Europa.

Sin pretenderlo, el semanario malagueño hace aflorar uno de los motivos de la guerra que se libraba en aquellos momentos, como era el evitar en las Españas las ideas de la Revolución Francesa, aunque no dudaría en retrotraer sus consideraciones mucho antes de este suceso; incluso, extendiendo a través de un supuesto dialogo entre Carlos III y Floridablanca los males de la Francia revolucionaria a los ilustrados españoles que habían desarrollado sus funciones políticas y culturales con anterioridad, debiéndose suponer, en consecuencia, que José de Gálvez estaría entre ellos, aunque no se le citase.

En esa descarada confusión de ideas, el Atalaya no dudaba, al igual que otras publicaciones contemporáneas, vincular a Fernando VII con el monarca castellano San Fernando del siglo XIII enterrado en Sevilla, evitando toda alusión a los Borbones de origen francés. Del mismo modo, se resaltaba el cautiverio de Fernando VII en Francia como uno de los pilares para sustentar la guerra, sin menciones a su cómoda estancia en el país vecino gracias a la sustanciosa pensión de Napoleón, al que no dudaba en felicitar por sus triunfos mientras sus vasallos se desangraban.

Al ser la prensa un instrumento más de la guerra en aquellos momentos, el Atalaya patriótico de Málaga cesaría su edición a primeros de julio de 1809 coincidiendo con el avance de las tropas conjuntas anglo-españolas hacia Madrid, después de que las fuerzas británicas desalojaran a los franceses de Portugal y se unieran con el Ejercito de Extremadura, con la finalidad de juntarse con el Ejército de La Mancha posteriormente en su avance. Se estimaba que ya no era necesario el semanario, pues, como señaló el Diario de Málaga el 2 de agosto siguiente, se presuponía que los ejércitos combinados derrotarían definitivamente a los franceses al contar con fuerzas triplicadas al ejército del centro napoleónico. Sin embargo, tras la Batalla de Talavera, fracasaría el segundo intento anglo-español de expulsar a los franceses de España, durando la guerra casi cinco años más.

Los periódicos sufrirían los vaivenes propios de aquellos momentos hasta el final de la contienda. A pesar de haber sido un instrumento clave para el retorno de Fernando VII, al conseguir el Trono deroga la Constitución y suprime la prensa por no ser ya necesaria y poder así desarrollar su reinado absolutista sin reproches.

Ahora bien, las críticas a la nueva situación que se vivía en el país tras la Guerra de la Independencia se pudieron ver en la prensa británica, destacándose una reseña del Morning Chronicle de Londres en la que se criticaba que en España los honores militares que correspondían por haberse peleado por la libertad e independencia se hicieran por el establecimiento del despotismo y el retorno de la Inquisición.

Este tipo de noticias serían silenciadas y en algunos casos criticadas por los periódicos palmeros del absolutismo de Fernando VII. Entre ellos, se puede citar al Atalaya de la Mancha en Madrid que el 3 de abril de 1815 no dudaría en considerar como funesta la información citada del diario londinense y sentenciar: “¡Ah párrafo excomulgado!”.

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