"Los tristes motivos que dieron lugar al vasallaje tributado a Fernando VII son generalmente conocidos, aunque algunos incomprensiblemente solo vean los festejos habidos en Málaga por entonces sin importarles que se debieron a la derogación de la Constitución de 1812"
OPINIÓN. Viejos periódicos. Por Julio Fernández-Sanguino
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales
16/05/22. Opinión. Julio Fernández-Sanguino, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, escribe una nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los reinados de Fernando VII e Isabel II: “Parece evidente que existe un paralelismo entre los dos casos señalados para mantener en el Trono a toda costa a unos monarcas que el tiempo ha constatado como poco edificantes. Ahora bien, vemos...
...que la historia se repite, como ocurrió en el siguiente siglo para salvaguardar al nieto de Isabel II en la denominada “dictadura blanda” en esa manía de algunos para justificar lo injustificable y tratar de edulcorar nuestra historia”.
Los mayos de acatamiento y sumisión a la Corona en Málaga
La Gaceta de Madrid de 7 de mayo de 1848 incluía una lista de personalidades que suscribían un manifiesto, como los más fieles súbditos, para felicitar a Isabel II y a su Gobierno por el triunfo conseguido en la madrugada de ese día sobre los trastornadores del orden público y ofrecían, como españoles y como caballeros, a los pies de S.M. sus haciendas y sus vidas. Con posterioridad, la publicación oficial, antecedente del actual BOE, incluyó el 18 y 22 de mayo dos listas con unos ciento cincuenta malagueños que suscribían el manifiesto indicado.
Este acatamiento y vasallaje recuerda al tributado con anterioridad a Fernando VII al finalizar la conocida actualmente como Guerra de la Independencia. El Ayuntamiento Málaga publicó el 15 de mayo de 1814 un escrito en el que se elevaba a la consideración de S.M. el heroico juramento de fidelidad hecho a la Real Persona y la disposición sumisa en la que quedaban los malagueños esperando sus órdenes soberanas. Posteriormente, se informaría de la sumisión y acatamiento a Fernando VII de cabildos, militares, instituciones y municipios, entre los que figuraban los representantes de Málaga con tributos de amor, fidelidad y obediencia.
Los tristes motivos que dieron lugar al vasallaje tributado a Fernando VII son generalmente conocidos, aunque algunos incomprensiblemente solo vean los festejos habidos en Málaga por entonces sin importarles que se debieron a la derogación de la Constitución de 1812. Sin embargo, no lo son tanto los relacionados con Isabel II, como se aprecia en los enrevesados discursos que se siguen manteniendo, bien por el habitual desconocimiento de nuestra historia, bien por arbitrarias manifestaciones.
La conocida como Revolución de 1848 tuvo una amplia repercusión en Europa, con la instauración de la República en Francia. En nuestro país tuvo un menor alcance, aunque hubo movimientos denominados, como no, revolucionarios, que fueron sofocados duramente. En ese contexto, no estaría de más recordar que el Manifiesto de Marx y Engels empezó a redactarse en 1847 y se publicó en Londres el 21 de febrero de 1848.
Si con Fernando VII se instauró el absolutismo en 1814 y en 1823 tras derogar la Constitución y llevar a cabo unas repugnantes represiones, Narváez, que había sido revestido de poderes extraordinarios en 1848 ante los acontecimientos que se sucedían en Francia y que suscitaron el miedo a una república en España, en la conocida como “dictadura legal” pudo emplear una dureza inusitada para amparar a la hija del rey absoluto y adoptar medidas extraordinarias, como la disolución de las Cortes y la suspensión de las garantías constitucionales, lo que posibilitó la represión a progresistas, liberales y republicanos.
Parece evidente que existe un paralelismo entre los dos casos señalados para mantener en el Trono a toda costa a unos monarcas que el tiempo ha constatado como poco edificantes. Ahora bien, vemos que la historia se repite, como ocurrió en el siguiente siglo para salvaguardar al nieto de Isabel II en la denominada “dictadura blanda” en esa manía de algunos para justificar lo injustificable y tratar de edulcorar nuestra historia.
A pesar de las evidencias expuestas, algunos ven la sumisión y acatamiento a la Corona de 1848, similar a la de 1814, con una proyección actual al margen de su contexto histórico, al igual que la calificación de verdaderos patriotas solo para una parte de españoles, reservada entonces solo a los partidarios de Isabel II y con anterioridad a los de su padre Fernando VII.
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