“La prensa se convirtió en aquellos momentos en un instrumento de apoyo a los gobernantes conservadores, al mismo tiempo que se atacaba a los numerosos posicionamientos republicanos que iban surgiendo o al incipiente socialismo

OPINIÓN. Viejos periódicos. Por Julio Fernández-Sanguino
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales

13/07/23. Opinión. Julio Fernández-Sanguino, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, escribe una nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las medidas restrictivas impuestas en la Década Moderada: “El gobierno conservador al tomar el poder cesó a liberales y progresistas en los puestos políticos, administrativos o judiciales, por lo que no hubo problemas en la implantación...

...de la Ley de Ayuntamientos, a pesar de las críticas recibidas y de las tensiones generadas con anterioridad por la pérdida de autonomía de los entes locales”.

Medidas restrictivas implantadas por los liberales conservadores tras la toma de poder hace casi dos siglos y su posible proyección actual

Como se precisaba en un anterior artículo, la prensa histórica pone de manifiesto que en la Década Moderada se creó un lobby político-financiero con la finalidad de enriquecimientos personales. Paralelamente, con la toma del poder de los liberales conservadores en ese periodo histórico se implantaron medidas restrictivas en el país y se limitaron las libertades de los españoles.


Con la caída de la regencia progresista de Espartero, al margen de otras cuestiones que difuminan la política de entonces, se consiguió poner fin a las pretensiones liberales sobre una verdadera soberanía nacional con el predominio de las Cortes sobre la Corona y el fortalecimiento de los poderes locales a través de instituciones como los Ayuntamientos y la Milicia Nacional, así como afrontar otros temas, especialmente la tan necesaria reforma agraria o la necesidad de un sufragio más amplio, ya que al estar restringido el derecho del voto se marginaba a la mayoría de la población.

El gobierno conservador al tomar el poder cesó a liberales y progresistas en los puestos políticos, administrativos o judiciales, por lo que no hubo problemas en la implantación de la Ley de Ayuntamientos, a pesar de las críticas recibidas y de las tensiones generadas con anterioridad por la pérdida de autonomía de los entes locales. El Heraldo de Madrid de 6/1/1844 informaba sobre esta cuestión y de la dimisión del jefe superior político de Málaga.

Asimismo, se procedió al desarme y desaparición en 1844 de la Milicia Nacional, creada por la Constitución de 1812 y que había tenido un papel primordial en el Trienio Liberal y en las posterior Guerra Carlista, y de las Milicias Locales, por ser fuerzas populares que quedaban fuera del alcance de los gobernantes de Madrid y, además, podían estar influenciadas por las personalidades más destacadas de sus respectivos lugares, consideradas de tendencia progresista en la mayoría de los casos. Al mismo tiempo, se fundó la Guardia Civil como sucesora de la Santa Hermandad, que se constituiría como un cuerpo militar dependiente del Gobierno central al estar bajo control del ministro de la Guerra.

El 23/1/1844 el Eco del comercio informaba sobre Málaga y señalaba que el sistema constitucional se había abolido de hecho y que los españoles sufrían el duro y férreo yugo del despotismo militar. Se aterrorizaba a los escritores de periódicos por informar de la situación, a pesar de que debería corresponder a los jurados establecidos para los delitos de imprenta los posibles abusos cometidos, poniéndose fin en esa época a la competencia exclusiva en esta materia de los juicios por jurados. El periódico señalaba que de esa manera se ahogó la voz de la imprenta y que se había amenazado al pueblo valiente y liberal de Málaga, teniendo la audacia de significarle:

“Que el día que el comandante general desenvaine el sable, arrojará la vaina al mar, y a sus ochenta mil moradores los conducirá como un rebaño de tímidos corderos, y los obligará a bayonetazos a arrojarse también al mar”.

Entre otras medidas de años posteriores, se pueden señalar las tomadas en 1847. En ese año se reestructura el Ministerio de la Gobernación y se le desgajaron varias funciones que venía desempeñando para que se pudiera dedicar plenamente al orden público y a la organización municipal y provincial.  Por otro lado, se implantaron restricciones en la Universidad, que harían que se pareciese más a un colegio que a un centro de conocimiento superior, donde los estudiantes no podían ni asociarse ni tan siquiera reunirse, convirtiéndose los profesores en policías de la conducta estudiantil.

Por otro lado, la crisis económica e industrial que se iba acentuando en toda Europa terminaría provocando movimientos revolucionarios en 1848, año en el que se publicó en Londres el Manifiesto de Marx y Engels, extendiéndose los conflictos sociales especialmente en Alemania y en Francia. En España se generaron intentos de sublevación contra el gobierno de Narváez alimentados por liberales y progresistas, que fracasarían por mala planificación y la dura represión llevada a cabo.


El 13 de abril de 1848 el Ministerio de Gracia y Justicia publicó una circular, recogida en la Gaceta de Madrid dos días después, motivada por el carácter eminentemente social de la revolución que agitaba a una gran parte de Europa y tras los desórdenes ocurridos en la capital. En ella se conminaba a jueces y fiscales a aplicar con celo la ley del 9 de mayo de 1845 de lucha contra la vagancia, equiparando a los perturbadores del orden y especialmente a los trabajadores como vagos y maleantes para tratar de evitar que formaran opinión y que constituyesen posibles asociaciones obreras.

En el aspecto político, España se vio sacudida por la insurrección popular acontecida en febrero de 1848 en Francia y que dio paso a la Segunda República en el país vecino. Para salvar la Corona española, Narváez se empleó a fondo para atajar este tema dentro de la represión generalizada llevada a cabo en el país en uno de esos golpes de Estado que con el paso del tiempo se edulcoran, quedando para la posteridad que las reivindicaciones de los trabajadores o las posiciones socialistas o republicanas fueron consideradas como movimientos revolucionarios, mientras que las sangrientas y desproporcionadas represiones se siguen recordando como medidas de orden.

La prensa se convirtió en aquellos momentos en un instrumento de apoyo a los gobernantes conservadores, al mismo tiempo que se atacaba a los numerosos posicionamientos republicanos que iban surgiendo o al incipiente socialismo. Se puede destacar a La Patria, que recogería "Los problemas del socialismo" expuestos en el Ateneo de Madrid en el curso 1848-1849, donde se le consideraba como subversivo para la paz y al equilibrio del Estado.

La situación política se iba enrareciendo y en los años finales de la Década Moderada se tuvieron que imponer nuevas restricciones informativas mediante un Decreto que publicó la Gaceta de Madrid el 5 de abril de 1852. Estas medidas influyeron en el cierre de periódicos, dando lugar a que el 12 de enero de 1854 los principales escritores españoles, amantes de la independencia y de la libertad de imprenta, suscribieran un manifiesto apoyando a los periódicos reprimidos y protestando contra las ilegalidades del Gobierno, que, además de aplicar con dureza la censura decretada, se llegó hasta el extremo inconcebible de presionar a las redacciones de los periódicos para que se abstuviesen de publicar determinados asuntos.

Como suele suceder tras las caídas de los regímenes dictatoriales, aunque se les quiera camuflar con otros epítetos, la prensa vuelve a ser plural. Al instaurarse el Bienio Progresista, La Ilustración de 24/7/1854 hizo un resumen de la situación vivida durante la Década Moderada e informó de la censura impuesta, precisando, en unos momentos en los que la prensa periódica había ido como esclava atada al carro de la tiranía.

Algunas de los temas expuestos ya han sido desarrollados en otros artículos, pero se estima que es pertinente su recuerdo en estos momentos. La prensa histórica, que se puede consultar, pone de manifiesto que con la entrada de los gobiernos conservadores hace casi dos siglos no se arreglaron los problemas con los que pretendieron justificar los pronunciamientos cívicos-militares que se emprendieron para llegar al poder. Algunos temas siguen enquistados y la situación en el país empeoró en aquellos momentos. Entre otras cosas, se formó un lobby político-financiero para enriquecimientos personales, se implantaron medidas anticonstitucionales y restrictivas, se acentuó el centralismo, se instauró la censura periodística y se limitaron las libertades personales de los españoles, especialmente en los ámbitos político, académico y laboral.

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