“Dejen de convertirnos en los abanderados y defensores del españolismo más rancio, para luego darnos de lado y despreciar nuestro acento(…) No se llenen más la boca como falsas plañideras pidiendo igualdad entre territorios, cuando durante tantos y tantos años no les ha importado que seamos y sigamos siendo la comunidad cabeza en paro, en desigualdad, en abandono escolar”
OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático
16/01/20. Opinión. El programador Francisco Palacios continúa con su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con un artículo sobre la manifestación que pretende convocar el presidente de Andalucía: “Para defendernos ante la supuesta asimetría de trato con respecto a País Vasco y Cataluña(…) Porque ustedes son los herederos de aquellos que nos consideraban como un territorio...
...de segunda clase, unos advenedizos que querían colarse en el club privado de las nacionalidades históricas. Y para colmo, querrán hacerlo de la mano de aquellos que quieren abolir lo que nos costó hasta sangre obtenerlo, una sangre que aún no descansa ni lo hará hasta que dejen de vetar el levantamiento del secreto que oculta la mano asesina”.
No ni ná
Cada día lo tengo más claro, cada día se hace más evidente. Y aquel que no quiera verlo, se topará de bruces con la tozuda realidad. Andalucía no es España. España es Andalucía. Y es tan evidente que no se podría entender lo que llamamos “lo español” sin “lo andaluz”. No les quedaría una seña de identidad identificativa, un símbolo reconocible por todo el mundo si no fuera por lo que encierra esta nación, este continente que separa África y Europa.
No se me malentienda; el andalucismo, el nacionalismo andaluz, no es excluyente ni independentista. Fíjense si somos abiertos que, por abrir, abrimos hasta las vocales. No buscamos un RH especial ni un gen distintivo, sino que somos el más claro ejemplo del mestizaje entre civilizaciones. Pero eso no implica que seamos gilipollas ni que tengamos las tragaderas de la protagonista de Garganta Profunda.
No necesitamos comprarle el discurso a nadie, porque tenemos el nuestro propio. Lo social. La igualdad. La lucha por devolverle la tierra, el mar y el IVA al que trabaja, acabar con el latifundio del señorito a caballo con su Range Rover, patillas cortijeras y chalequito gordo, el que pone la mano para cobrar las subvenciones y te mira con desprecio porque recibes el PER.
Ahora, nuestro presidente nos quiere sacar a la calle el 28 de febrero, para defendernos ante la supuesta asimetría de trato con respecto a País Vasco y Cataluña. Que la intención pueda ser buena no se lo niego, pero hombre, mira que hay días. Porque ese 28-F los andaluces celebramos que somos lo que somos y que tenemos lo que tenemos a pesar de ustedes, los del “Andaluz, este no es tu referéndum”. Porque ustedes son los herederos de aquellos que nos consideraban como un territorio de segunda clase, unos advenedizos que querían colarse en el club privado de las nacionalidades históricas. Y para colmo, querrán hacerlo de la mano de aquellos que quieren abolir lo que nos costó hasta sangre obtenerlo, una sangre que aún no descansa ni lo hará hasta que dejen de vetar el levantamiento del secreto que oculta la mano asesina.
Dejen de usarnos de paragolpes, que ya bastantes embestidas sufrimos cada día. Dejen de convertirnos en los abanderados y defensores del españolismo más rancio, para luego darnos de lado y despreciar nuestro acento. Dejen de meternos en una trinchera que no es la nuestra, de usarnos como si fuéramos un bolardo o una de esas puñeteras columnas de parking que, a fuerza del uso, está desconchada y llena de roces. No se llenen más la boca como falsas plañideras pidiendo igualdad entre territorios, cuando durante tantos y tantos años no les ha importado que seamos y sigamos siendo la comunidad cabeza en paro, en desigualdad, en abandono escolar.
Han tenido una magnífica oportunidad, usted y sus socios, de defender a Andalucía. Todo el mundo estaba pendiente de ustedes y sus discursos durante la última sesión de investidura. Pero parece que 8 millones de andaluces no son motivo suficiente para que, al menos una vez, se les nombrara. Aunque fuera por error. Y tuvieron que hacerlo un catalán independentista y un nacionalista vasco. Los únicos que se acordaron de nosotros. Mal que les pese. Pero es así. Y todo esto sin que se les caiga la cara de vergüenza, a ustedes y al resto de parlamentarios andaluces.
Siguen pensando que el andaluz es el necesario actor de atrezzo, el extra que pasa de largo en segundo plano para rellenar, para que parezca que hay vida por detrás de los grandes actores centralistas, los protagonistas de la película. Los camareros del chiringuito, las kelis de los hoteles. Pero deberían saber que sin nosotros, sin nuestro apoyo, sin nuestro voto, su película sólo la echarían los domingos por la tarde en Antena 3.
¿Quieren darle dignidad a Andalucía? Olvídense de paragolpes y piensen en ella como el motor que podemos ser. Defiendan la educación gratuita para todos, la sanidad pública, el pequeño comercio, el autónomo, las mujeres, los sin techo. A los que cruzan el estrecho huyendo de una muerte segura. Andalucía no es sólo calle Larios. También es Los Asperones. No permita que se desahucie a ancianos y niños. Menos tauromaquia y más Lorca. Menos caza y más Trajano. Más Andalucía y menos España.
Ya lo dijo Blas Infante, mal que les pese a sus socios, Padre de la Patria Andaluza: “Se mata a un hombre, pero no se puede matar una idea”. Y tengan en cuenta que el día que Andalucía tenga una única voz, España se queda sorda.
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