“No, no ha sido la izquierda. La izquierda no es racista, no es machista, no es xenófoba. Podemos tener muchos pecados, que los tenemos, pero no nos comparen con según qué gente”

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


18/07/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los diferentes comportamientos entre los de “izquierdas” y los de “derechas”: “Hay que recordarles que no fue la gente de izquierdas la que ha renegado, reniega y renegará de cualquier deportista español que no sea del mismo tono de piel que Iniesta...

...No ha sido la izquierda la que piensa que las victorias de atletas españoles de color no son victorias españolas”.

No, yo no

Por mucho que se empeñen en señalarnos, en colgarnos la etiqueta, en darnos en exclusiva el papel de culpables y malos de la película, por mucho que pongan el grito en el cielo, no fuimos los de izquierdas.


Hay que recordarles que no fue la gente de izquierdas la que ha renegado, reniega y renegará de cualquier deportista español que no sea del mismo tono de piel que Iniesta. No ha sido la izquierda la que piensa que las victorias de atletas españoles de color no son victorias españolas. No es la gente de izquierdas la que ha tenido la falta de vergüenza, de educación y de cualquier característica que le acerque a un ser humano, de señalar a los niños de San Ildefonso, haciendo chanza de chavales huérfanos, por el simple hecho de que su color no es el estándar en sus mentes cerriles y arias.


Hay que acordarse de esos que se hacen llamar periodistas, afines y militantes de partidos de extrema derecha, que hace dos días se echaban las manos a la cabeza porque las estrellas de nuestro futbol eran dos chavales de color, esos dos mismos chavales que, con habilidad y paciencia, el líder de la España que madruga pero poquito, ha evitado que aparezcan en sus celebraciones por la reciente Eurocopa.

No es la izquierda la que ha roto los pactos en comunidades autónomas para que quede clara su postura de negarse rotundamente a acoger a 300 niños. Porque son tan españoles que les importa muy poco la situación que pasan en Canarias, desbordados ante tanta llegada de inmigrantes. Porque lo que les importa es que quede muy claro que a ellos les asustan los niños. Aunque a algunos de la formación verde, lo que más les asustaba era perder el jugoso sueldo que ganaban, básicamente, por no hacer nada, y volver a sus antiguos puestos de trabajo. Si es que existen.

No es la gente de izquierdas la que da la mano floja y blanda, como una merluza pasada de fecha, al presidente del Gobierno porque no le vota, no le gustan sus políticas, o porque no le sale de las narices. Sobre todo, cuando esa misma persona, pocos días antes, criticaba a un futbolista francés por opinar de política. Candidato al Balón de Oro, sin duda. Y a la Poca Memoria. No es la gente de izquierdas la que no piensa que no actúa a título personal, sino que representa a todo el país, en el que hay gente que ocupa todo el espectro político.

No, no es la gente de izquierdas la que afirma que antes había atletas y deportistas de color nacionalizados y a nadie le importaba. Esa es una falacia. Claro que les importaba. Pero en aquellos días, ser un racista, criticar a la gente por el color de su piel, comportarse como un energúmeno por la cuna de alguien, era algo tan grave que quien saliera del armario del racismo sentía el peso de toda una sociedad que lo señalaba y lo estigmatizaba. Porque había un consenso general acerca de lo que estaba bien y lo que era deplorable. Un consenso que la irrupción de los partidos de ultra derecha y el blanqueo por parte de los medios de comunicacion ha tirado por tierra y a la basura. Claro que había racistas, pero permanecían callados, sin pavonearse de la putridez de su forma de pensar.

No ha sido la izquierda la que ha dado vergüenza ajena en sus celebraciones, llegando incluso a provocar la queja del gobierno de Gibraltar. Se entiende que estaban de fiesta, pero esas demandas se las pudieron hacer al jefe del Estado, ya que fueron sus antecesores las que vendieron Gibraltar a cambio de mantener su trono.

No, no ha sido la izquierda. La izquierda no es racista, no es machista, no es xenófoba. Podemos tener muchos pecados, que los tenemos, pero no nos comparen con según qué gente. Que las comparaciones son odiosas, y éstas, más.

Carvajal, calienta, que vas al Hormiguero.

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