La principal, única y salvadora medida es que cuides tus conversaciones. O, mejor dicho, tu opinión al respecto de cualquier tema

OPINIÓN. Boquerón en vinagre. Por Francisco Palacios Chaves
Programador informático


19/12/24. Opinión. El programador informático Francisco Palacios escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los ‘cuñados’: “Es esa cita ineludible, incluso para esos parientes a los que esquivamos como si fuese inspector de Hacienda. Sabemos que, queramos o no, tendremos que pasar un buen número de horas en su compañía, con el agravante de los destilados...

Me refiero al todólogo diplomado por excelencia, al entendido en nada, al aleccionador de masas, al filósofo de barra de bar: el cuñado”.

Nochebuena. Guía para dummies

Ya las tenemos encima; sin darnos prácticamente cuenta, hemos pasado de la manga corta y el puesto de castañas asadas al abrigo gordo, la conversión de Calle Larios en una pista de aterrizaje para SpaceX y el cierre de parques por un quítame allá estas linternas. Son fechas señaladas en el almanaque y en el imaginario colectivo, esperanza de nieve tras los cristales, pagas extras en las cuentas bancarias y cestas de Navidad en las mesas.


Aunque parezca que todo son días de vino y rosas, si no andamos con pies de plomo y la diligencia de un globo en una orgía de puercoespines, se nos pueden atragantar, como ese mantecado que se queda pegado al cielo de la boca. Entre los momentos más peligrosos, en los que la felicidad del instante pende de un hilo, podemos señalar, sin lugar a duda, la cena de Nochebuena.

Porque, no nos engañemos, ese es un momento crucial del año. Es esa cita ineludible, incluso para esos parientes a los que esquivamos como si fuese inspector de Hacienda. Sabemos que, queramos o no, tendremos que pasar un buen número de horas en su compañía, con el agravante de los destilados. Me refiero al todólogo diplomado por excelencia, al entendido en nada, al aleccionador de masas, al filósofo de barra de bar: el cuñado.

Todos tenemos uno. Dios, en su infinita misericordia, para recordarnos la finitud de nuestros días y el infierno que nos espera, los ha repartido de forma que a todos nos ha tocado. Durante el resto del año, los hemos driblado como si fuésemos un delantero centro brasileño ante un central de Regional Preferente, con una rueda de tractor por cintura. Pero, ahora, su marcaje es ineludible, y su presencia, inevitable. Es por esto que voy a intentar darte unas pautas para que el trance pase sin dejar demasiadas secuelas.


La principal, única y salvadora medida es que cuides tus conversaciones. O, mejor dicho, tu opinión al respecto de cualquier tema. Evidentemente, las mujeres tienen más derechos que los hombres, lo del techo de cristal no existe y todo no es más que una maniobra de las feminazis para controlar el estado de las cosas. La prueba fehaciente es que no hay mujeres asfaltando carreteras, dejando a un lado el hecho de que ningún hombre contrataría a una mujer para asfaltarlas, lo cual deviene en su inexistencia. Pero eso es accesorio. El lobby gay y la Sirenita negra no son más que consecuencias de la Agenda 2030, ese plan oculto que nos lleva a la desaparición de la élite blanca, en beneficio de un intercambio racial. Que quien no lo vea venir es que no entiende lo que se dice entre líneas en los documentos de la ONU, que pareces tonto.

Los empresarios son unos santos. Que mandan a la gente a trabajar bajo una DANA, que si no fuera por los obreros seguirían trabajando los niños de 10 años, tendríamos jornadas de 12 horas, las vacaciones serían una leyenda urbana, y las pensiones una mera fantasía, son asuntos baladíes y circunstanciales. Porque ellos son necesarios. Generan empleo. Su sola presencia es capaz de crear puestos de trabajo, que no serían más que una mierda si no hubiese trabajadores que los ocupasen, pero eso no se lo digas que es cosa de rojos.

Evidentemente, estamos en una dictadura. Te dan pena esos periodistas que no pueden expresarse libremente su opinión, quejándose desde sus programas emitidos en prime time, con audiencias millonarias, amordazados, raptado su derecho a la libre expresión. Por supuesto, los bulos y las mentiras forman parte de ese derecho. Y el Rey también está inmovilizado bajo el peso de la autocracia comunista, que le tiene abocado a no poder opinar ni asistir a ningún evento al que se le invite. Aunque no se le haya invitado.

El gobierno debería estar ya en la cárcel. Que de momento, no se haya encontrado una prueba fehaciente de nada, que los jueces estén estirando los procesos como un chicle, que un papel arrugado sea tomado en consideración como hecho probatorio, mientras aún investigamos sin encontrar quien se esconde bajo el pseudónimo de M. Rajoy, son cuestiones sin importancia. Que son ganas de buscarle tres pies al gato.

Por supuesto, estamos en manos de independentistas republicanos y filoetarras que no hacen más que buscar su propio beneficio. El hecho de que hayan apoyado las subidas de las pensiones, del SMI, y de todas las medidas que se han tomado a favor del trabajador, las mismas para las que la derecha y su sucursal de más allá han votado siempre en contra, no son más que cortinas de humo. Como la de celebrar la muerte de un dictador, cuando lo que de verdad hay que hacer es aplaudir a los que celebran misas en su memoria. Como la de intentar inculpar a ese pobre novio que no hacía más que buscarse la vida, como un emprendedor más, labrándose un futuro. Que luego sea pareja de quien lo es, y que pague su casa y lo que sea menester con dinero de dudosa procedencia, no es más que una maniobra de distracción.

Con estos consejos, fáciles de seguir, podrás pasar la cena de Nochebuena sin acabar pidiendo la intervención de los cascos azules, ni parapetándote detrás del belén. Todo serán risas, camaradería, sobras para mañana y Almax por palets.

Y recuerda: si no tienes a ese cuñado, es que lo eres tú.

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