“Afirma (Mary Morandeyra) que existen dos yoes en la mujer: un yo externo, que cambia de aspecto, de modalidad y hasta de moral, y un yo íntimo, que es el que debe reivindicarse”
OPINIÓN. El lector vago. Por Miguel A. Moreta-Lara
Escritor a veces
28/09/22. Opinión. El escritor Miguel A. Moreta en su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com de esta semana escribe sobre tres libros que ha ‘rescatado’ de una caja, de tres autoras latinoamericanas: la mexicana Lina Rey (seudónimo de María Consuelo Aguilar) y su libro Celebridades femeninas; la cubana Mary Morandeyra y su libro Mujer-Escucha; y Serafina...
...Quinteras (seudónimo de la poetisa y cantautora Esmeralda Gonzales Castro) con su libro Así hablaba Zarapastro.
Tres lindas (y olvidadas) americanitas
De una caja de libros, silenciosa y cubierta de polvo en mi garaje, de las muchas que me llegaron en 2009 al regreso de México, entresaqué en los días últimos de calor agosteño tres humildes y ajados volúmenes.
Lina Rey es la autora del primero de ellos, Celebridades femeninas, un librito de 92 páginas editado por los talleres lino-tipográficos Cosmos en México (1930). No he podido acarrear más datos sobre esta mujer que los que suministra el libro: el seudónimo Lina Rey esconde el nombre de María Consuelo Aguilar Vda. de Galvin [sic] y el texto recoge su discurso de recepción en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, pronunciado la noche del 18 de febrero de 1930. También confiesa ser geógrafa, enseñante y madre. La disertación -sorprendente sin duda para la varonía académica que estaría escuchándola- la resolvió con la presentación de una decena de semblanzas de mujeres: un auténtico “batallón de luchadoras”, y rematándola con una viva reivindicación de los derechos de la mujer mexicana. La obra está dedicada “A mi Madre. A mis Hijas” y el ejemplar que poseo tiene esta dedicatoria autógrafa: “Para mi amiga de la infancia y compañera de colegio Alfonsina. Consuelo”.
Entre las aludidas Celebridades femeninas, cuyas semblanzas traza Lina Rey, están las hoy muy (re)conocidas -pero no tanto en 1930- María Slodowska [Madame Curie], María Wollstonecraft (madre del feminismo y de Mary Shelley), la pedagoga María Montessori, Helen Keller (y su milagrosa y amada maestra Anne Sullivan) y la pionera Concepción Arenal. Pero hay otras figuras olvidadas y que de seguro no dejará de deleitar la curiosidad de mis improbables lectrices: la delicada poetisa feminista Akiko Yosano (1878-1942), autora de más de 50.000 tankas; la poeta, historiadora y novelista Ricarda Huch (1864-1947), la primera mujer en ser admitida en la Academia Prusiana de Artes y Ciencias en 1926 y que abandonó siete años más tarde por no querer prestar juramento de lealtad al estado nazi; la genial matemática Sofía Kovalévskaia (1850-1891), de etnia gitana (por su abuela) y descendiente del rey de Hungría Matías Korvin (por su abuelo), la primera mujer del mundo en doctorarse en Matemáticas y que, al ser contratada por la Universidad de Estocolmo hubo de afrontar las críticas machistas del escritor August Strindberg. Una hermana de Sofía Kovalévskaia, Anna Jaclard, fue una popular escritora, revolucionaria y feminista, amiga de Karl Marx y de Fiódor Dostoievski. También Lina Rey, esta desconocida autora mexicana, trazó en su libro el retrato de una de las más famosas pintoras y escultoras del siglo XIX: Rosa Bonheur (1822-1899), quien necesitó la “permission de travestissement” de la prefectura de policía para poder usar pantalones, que le eran muy necesarios por su trabajo de investigación sobre los animales, que luego plasmaría en la obra artística. Esta pintora de los animales tuvo dos parejas (y las dos, pintoras): Nathalie Micas y la usamericana Anna Elisabeth Klumpke.
El segundo libro recuperado de mi caja mexicana es uno de mínimo formato titulado Mujer-Escucha (La Habana, Carasa y Cía Impresores, 1932), que recoge una conferencia “pronunciada para un auditorio femenino” por Mary Morandeyra en el Teatro Campoamor de La Habana el 5 de diciembre de 1929. Morandeyra, poetisa nacida en 1905 de madre cubana y padre gallego, desarrolló su actividad cultural en Cuba y otros países de América. Formó parte de varias antologías de poesía hispanoamericana y en su bibliografía dejó, entre otros títulos, Auroras (1925, prólogo de Eduardo Zamacois), Plenilunios (1927, prólogo de Gregorio Martínez Sierra) y Estremecimientos (1929, prólogo de Zamacois). Su apostura física contribuyó a convertirla en la imagen de la mujer moderna cubana (incluso se prestó para la campaña publicitaria de un jabón). Matrimonió en 1941 con el filósofo y conferencista libanés Habib Estéfano, creador de la palabra “hispanidad” (paralela a la de “arabidad”). Esta relación la contó en su libro Habib Estéfano en mi vida (ante la conciencia de las colectividades de habla árabe en América), publicado en Buenos Aires (1946) y en México (1948). A la llegada al poder de Fidel Castro fue destituida de su puesto en el servicio exterior del gobierno cubano y acabó muriendo en el exilio usamericano de los anticastristas. Hay un penetrante artículo de Colombine (Carmen de Burgos) titulado “Escritoras americanas. El peligro rosa”, publicado en la revista madrileña La Esfera (nº 794, 23 de marzo de 1929), donde revisa a la emergente inteligencia americohispana y viene ilustrado con las fotos de ocho escritoras: la peruana Angélica Palma, las chilenas Armanda Labarca y Letizia Refeto Baeza, la argentina Adelia di Carlo, las mexicanas Catalina d’Erzell y Elena Arizmendi, y las cubanas Mariblanca Sabas Aloma y Mary Morandeyra.
Mujer-Escucha se inicia con una frase estupenda: “Yo no voy a hablar mal de los hombres”. Luego anima a su público femenino a considerar al elemento masculino con un tratamiento fraternal: hermano-hombre. Y, a continuación, aclara con esta cuchillada: “Hasta san Francisco de Asís llamaba al lobo hermano lobo”. En otro momento se pregunta: “¿Somos adúlteras por amor, por curiosidad, por despecho, o por necesidad fisiológica?”. Afirma que existen dos yoes en la mujer: un yo externo, que cambia de aspecto, de modalidad y hasta de moral, y un yo íntimo, que es el que debe reivindicarse. Así que exhorta a las mujeres:
“Cultivad el yo interior, que compone todo ese insondable mundo que se oculta más allá de la piel de seda que los hombres desean en nosotras. Hasta él, sólo nosotras podemos llegar; porque en él está toda nuestra sensibilidad; porque en él está toda la poesía del mundo” (p. 77).
El libro, a manera de prólogo, se abre con un poemita laudatorio del poeta y libretista cubano de teatro lírico Gustavo Sánchez Galarraga, autor junto a Ernesto Lecuona de una importante producción de gran éxito. Mi ejemplar está autografiado por la autora con esta dedicatoria: “Margarita por algo más que por mujer por alma. Mary Morandeyra. 1936”.
Llego al tercer rescate, un libro de papel amarillento y quebradizo, titulado Así hablaba Zarapastro de Serafina Quinteras, impreso en Lima (Imprenta Goicoechea, 1951). El seudónimo, evidente homenaje a los hermanos Quintero, esconde a la poetisa y cantautora peruana Esmeralda Gonzales Castro (1902-2004), que pertenece a una estirpe de poetisas: hija de Delia Castro Márquez y madre de la muy celebrada Blanca Varela. Serafina Quinteras, además de por su actividad en un dúo musical, se hizo muy popular por sus colaboraciones de poesía humorística en la prensa limeña. De hecho, en el libro que comento, que es una antología de esa vena socarrona, aparece una pieza titulada “Proyectomanías” de singular gracia y gancho, que grabaron en 1954 “Los troveros criollos” con el título de “Parlamanías”, que les pongo aquí para su deleite (https://www.youtube.com/watch?v=6ol8wxcJEwk&t=7s):
Vamos al Congreso a hacer firuletes;
una vida nueva vamos a empezar;
vamos a rajarnos hasta los juanetes.
¡No defraudaremos la fe popular!
Traemos mil planes de todo tamaño,
de todo calibre, de toda extensión;
gracias al rey mago, en estos seis años,
vuelta de campana dará la Nación.
Haremos casas de ochenta pisos,
ómnibus nuevos, más de cien mil;
vendrán expertos en logogrifos
y en el cultivo del perejil.
Las carreteras correrán solas;
buques y aviones en pelotón;
y las corvinas, sobre las olas,
nadarán fritas con su limón.
Serán vitalicios todos los empleos,
con sueldo, propina, bonificación;
y se harán escuelas para analfabetos
que hayan terminado segunda instrucción.
Vacas y gallinas irán por las calles
dando leche y huevos a más y mejor…
¡Abajo problemas internacionales
y a pan y manteles toda la nación!
El libro Así hablaba Zarapastro está dedicado “A la memoria de mi madre, Deli Castro de González” y mi ejemplar también tiene una dedicatoria autografiada: “Con mi más cumplido homenaje, a la distinguida intelectual mexicana, Margarita Michelena. Serafina Quinteras. 30/9/51.”. Margarita Michelena fue una poeta, traductora y periodista mexicana que fundó y dirigió en 1979 el primer diario a nivel mundial elaborado solo por mujeres, Cotidiano, bajo el lema “La expresión de la mujer en la noticia”. De un poema suyo, “Hipótesis del vuelo”, extraigo estos versos:
Para saber por qué vuelan los pájaros
no hay que ver los sofismas de sus alas,
sino escuchar el río iluminado
que empieza en su garganta.
Puede leer aquí los anteriores artículos de Miguel A. Moreta Lara