OPINIÓN. Relatos torpes Por Dela Uvedoble
Hilvanadora de historias
20/12/19. Opinión. La escritora Dela Uvedoble continúa su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con dos relatos acompañados de una imagen cada uno. Esta hilvanadora de historias nos regala todas las semanas dos textos con su imagen correspondiente dentro de la sección Relatos torpes. Hoy nos ofrece ‘Cifras y letras gordas (1985)’ y ‘Buenanoche (Un corralón de Málaga, 1910)’...
Cifras y letras gordas (1985)
“Mire usté señorita, de ninguna manera consiento que eso siga ahí. Me tapa la vista solutamente. Compré este piso porque domina toa la avenida y ahora con el letrero que han colocao ¡sin mí permiso!, me veo privá de ver a mi hija ende que sale del coleio hasta que cruza pa cá. Como no lo quite la denuncio”.
La empleada del despacho de lotería se tragaba la perorata mientras la niña que acompañaba a la quejosa hacía lo propio con una descomunal rebanada de pan con manteca colorá.
“Imposible no ver a esta criatura con ese volumen” pensaba.
“Lleva usted razón” dijo conciliadora “se lo diré a mi jefa. El caso es que preguntaron al portero y dijo que si”.
El mentado había asegurado a los instaladores que “no había problema”, como se ve sin consultar a la vecina Vigía.
La dueña mandó quitarlo encontrándose la empresa de marras cerrada hasta después de Navidad.
Contrató a unos manitas que lo bajaron pero la cuestión era donde dejarlo. Lo entraron en el despacho y a lo largo no cabía, de pie podía resbalar y desgraciar a alguien.
Terminó atravesado de manera que los “ludopáticos” debían acceder a ventanilla saltándolo.
Lo peor era que la administración, recién abierta, pasaba desapercibida sin luces, disuelta en la inmensidad del descampado con bloques a medio levantar.
Eso sí, con tres bares.
El luminoso, apagado y tendido, parecía un sarcófago. Más de dos metros abatidos por una niña glotona y su mamá.
No hay enemigo pequeño.
La jefa achuchaba, “¡Tienes que vender como sea!”, menguando su sueldo a propina.
Solo compraron el portero, los que hacían barra y su familia por ayudarla en el trance.
Fortuna es caprichosa y allí cagó el primer premio.
La foto del periódico no le hacía justicia, aplanados sus rasgos por el flashazo pero se veía perfectamente el cartel:
EL GORDO
VENDIDO AQUÍ
Se largó la lotera subalterna fundando una papelería con sección de libros y cuentos, saltando de la pecera a un océano alfabético cual sirena de dos piernas.
Encargó un letrero medido exactamente a la fachada y llamó a su tienda “La Vigía”, por supuesto.
Buenanoche (Un corralón de Málaga, 1910)
Entrega el último encargo y da de mano feliz con el aguinaldo en la faltriquera. En Nochebuena las señoras quieren estrenar o que los arreglos parezcan novedad.
Milagros, la costurera, hace honor a su nombre.
Hoy almuerza café y pan con manteca flandes, con las bullas de pascua no le da tiempo a guisar.
Esta noche pondrá potaje de bacalao como es costumbre, y un cuartillo Moscatel.
Algunas familias cenarán lomo en manteca traído del pueblo, otras pescao en adobo.
La mayoría maimones y dignidad.
Milagros mete en la olla los gabrieles remojados, una cabeza de ajos asada y limpia de tizne, verduras, especias y agua.
Un chorreón de aceite y al fuego.
Poca sal, por no estropearlo con el bacalao.
Tres horas acunándolo, añadiendo agua caliente para no asustar la legumbre y que salga tierna, meollo de un buen potaje.
Diluye, para engordar el caldo, los ajos aplastados y el bacalao desmenuzado.
Le sale requetebueno, los trompitos se deshacen en la boca dejando regusto a ultramar.
Se ha juntao con las comadres para comprar los avíos de borrachuelos, quien no pudo apoquinar los prepara.
Fríen la matalauva, el ajonjolí y la cáscara de naranja, vertiendo este aceite en el lebrillo, sobre la harina perfumada con cachorreña estrujá y vino de dos colores.
Amasan remangadas, sus puños saben de estas bregas.
Los pellizcos de masa se redondean y doblan, a veces rellenos de batata. Con un tenedor se sellan, friéndolos hasta dorarlos.
Escurridos se bañan en miel aligerada o llovizna de azúcar.
A la chiquillería le dejan masa para que hagan figuras a su antojo. Entretenidos y ahítos no dan quehacé.
Se llenan bandejas del humilde dulce, la de los niños salpicada de anisillos de colores, los mayores prefieren el anís en copa.
Nadie se queda sin catarlos y dan pa convidar a la pastorá cuando venga cantando:
“A Belén la llevan... a María Zambullo
Entre cuatro carros le llevan er culo
Loh pastore dicen, mira ca alegría
Que le peza, peza er culo a María”.
Puede leer aquí anteriores entregas de Dela Uvedoble:
- 13/12/19 ‘Ojos apropiados’ y ‘Aquellas navidades (1973)’
- 10/12/19 ‘Dientes, dientes’ y ‘Transición (1978)’
- 29/11/19 ‘Purísimo’ y ‘Genio y figura’
- 22/11/19 ‘El mote’ y ‘Templada sabe mejor’