“La propuesta pretende poner en juego un símbolo relativamente nuevo como es el sanitario con el EPI (equipo de protección individual), de fuerte connotación pandémica en estos últimos tiempos”

“En un ejercicio de absoluto cinismo, nuestro alcalde escribía por tuiter sobre incidencia en aumento, prevención y vacunación, tan sólo 24 horas antes de la masificada inauguración del espectáculo lumínico en calle Larios”

OPINIÓN. 
El ademán espetao. Por Jorge Galán
Artista visual y enfermero

09/12/21Opinión. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. El conocido artista Jorge Galán reflexiona en esta nueva colaboración para la revista, sobre su última performance realizada en el Centro de Málaga, a la que llama Acarrear el muerto. En ella, vestido con un EPI de enfermero (su otra profesión fundida con la de artista visual), arrastra una camilla con un muerto por esas calles iluminadas por las engañosas luces de...

...Navidad, ante la presencia de los viandantes.

Dice Galán: “Acarrear el muerto propone, en el recorrido del sanitario con el muerto en camilla por las calles del centro histórico de Málaga, el encuentro tanto verídico como metafórico de la realidad con el epicureísmo, la verdad con la ensoñación y la responsabilidad con la indiferencia”.



Acarrear el muerto


https://youtube.com/watch?v=LV0m-dwSA1o

Hace unos días activé mi último trabajo artístico en arte de acción, una performance titulada Acarrear el muerto que tuvo lugar en las calles del centro histórico de Málaga durante el espectáculo de luz y sonido que se celebra en estos días de fiestas.

La propuesta pretende poner en juego un símbolo relativamente nuevo como es el sanitario con el EPI (equipo de protección individual), de fuerte connotación pandémica en estos últimos tiempos. Una vestimenta escasamente conocida hasta hace poco, pero que cualquiera actualmente reconoce por la tremenda exposición que ha tenido a través de los medios de comunicación. Esta sobreexposición mediática ha establecido una unívoca relación alegórica entre vestimenta y pandemia. Ver un EPI es ver covid y coronavirus, a pesar de que se utiliza para cualquier enfermedad infectocontagiosa de cierta gravedad.



Llevamos ya casi dos años de pandemia, todos hemos vivido momentos que jamás hubiésemos imaginado. Confinamientos, distanciamientos, restricciones, aislamientos, miedo, pérdidas, medidas de protección, enfermedad, hospitalizaciones, cierre de negocios, modificaciones laborales, desempleo, empobrecimiento, desinformaciones y un larguísimo etcétera. El virus ha removido los cimientos el mundo que conocíamos y aún no ha dejado de hacerlo.

La razón por la cual este virus ha tenido tanta repercusión en nuestras vidas no se debe a su mortalidad, su letalidad o su virulencia. Su característica más nociva es su contagiosidad, que atenta directamente a nuestro modelo de sociedad de la aglomeración. La aglomeración "da sentido" a nuestras metrópolis, a nuestras viviendas de múltiples plantas, a nuestra circulación de infinitos nudos, a nuestros centros comerciales de incontables establecimientos, a nuestras celebraciones de permanentes apreturas y achuchones, a nuestros masificados espectáculos, eventos culturales y de ocio e incluso a nuestro reciente low cost o la propia investigación farmacológica, basados en lo cuantitativo.



El mundo en que vivimos está confeccionado milimétricamente para satisfacer a las masas y a la vez depende estrechamente de ellas. Es por ello que la regulación de este mundo de masas a consecuencia del virus ha resultado un despropósito y una incoherencia en incontables ocasiones. El problema coyuntural ha destapado uno estructural de dimensiones titánicas. Éste es el origen de la verdadera contraposición salud/economía.

Sin embargo el reconocimiento de ambos problemas no nos exime de responsabilidad. La pandemia ha remitido pero aún no ha terminado, a pesar de que la vacunación nos ha otorgado un tiempo de respiro. Resulta especialmente triste e indignante que después de dos años sigamos repitiendo errores en las mismas fechas, más aún cuando el motivo es tan nimio como un espectáculo de luces y sonido repetido de 10 minutos. Una pesarosa evidencia del hedonismo social e inducido institucionalmente que vivimos.



En un ejercicio de absoluto cinismo, nuestro alcalde escribía por tuiter sobre incidencia en aumento, prevención y vacunación, tan sólo 24 horas antes de la masificada inauguración del espectáculo lumínico en calle Larios, en el que además, para colmo del absurdo, parecía que las personas habían llevado a sus móviles a verlo, o al revés, los móviles a sus personas, no lo tengo demasiado claro.

La acción artística propuesta por tanto, no es sino un metafórico grito del sanitario, aséptico a cualquier otro interés que la salud, en un quijotesco enfrentamiento con el gigante lumínico y sus acólitos, acompañado por la extrema consecuencia de la realidad de la patología: la muerte. Muerte en forma hospitalaria, fría y sin ornamentos, como un simple cuerpo cubierto en una camilla preparado para el transporte, la camilla queda enlazada con una soga al cuello del sanitario, a modo de horca, único elemento que presenta divergencia a una simulación intencionada de una atención real. Una presentación a dos tiempos, una estratagema deliberada que remite a lo posible primero, y un elemento como la soga al cuello, que introduce la metáfora visual después.



Acarrear el muerto propone, en el recorrido del sanitario con el muerto en camilla por las calles del centro histórico de Málaga, el encuentro tanto verídico como metafórico de la realidad con el epicureísmo, la verdad con la ensoñación y la responsabilidad con la indiferencia. Igualmente expone una clara reivindicación de la figura del sanitario, sufridor por partida doble de la pandemia del que, en estos peculiares tiempos, la administración se deshace por miles cuando las cifras de incidencia mejoran, negacionistas y antivacunas acusan de conspiradores, e increíblemente se realizan pintadas de "sanitarios asesinos" o se habla de "dictadura sanitaria" entre otras lindezas, en referencia a un colectivo que ha hecho del cuidado de la salud de sus congéneres su trabajo diario.

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