Las autoridades sanitarias la definieron como un brote epidémico originado por contaminación fecal, accidental y masiva, del abastecimiento de agua potable

OPINIÓN. 
Málaga y sus historias
Por 
Ramón Triviño.
Periodista

21/10/20. 
Opinión. El periodista Ramón Triviño continúa su colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com en la que recopila curiosidades de la historia de Málaga con un texto sobre epidemias sufridas por la ciudad: “En 1939 se produjo otra epidemia que llenó los cementerios. La declaración oficial de la enfermedad no se hizo hasta abril de 1941. Los contagios se mantuvieron hasta 1943, pero la mortalidad...

...fue descendiendo con el paso de los meses”.

Málaga. Epidemias de fiebre tifoidea

El 15 de enero de 1951 se declara oficialmente en Málaga una epidemia de fiebre tifoidea, que causa 52 muertes y afecta a tres mil personas.


Las autoridades sanitarias la definieron como un brote epidémico originado por contaminación fecal, accidental y masiva, del abastecimiento de agua potable en una zona que comprende y afecta, aproximadamente, a la mitad de la población.

La campaña de vacunación, principal medida adoptada, afectó a 202.160 personas. El 24 de febrero se pusieron en marcha tres depuradoras por cloro. Las autoridades locales intentaron mantener en silencio la existencia de la epidemia para no afectar el tráfico comercial y al sector turístico.

Pero no era la primera vez que el tifus sembraba el pánico entre la población, sobre todo entre la más desfavorecida.

En 1939 se produjo otra epidemia que llenó los cementerios. La declaración oficial de la enfermedad no se hizo hasta abril de 1941. Los contagios se mantuvieron hasta 1943, pero la mortalidad fue descendiendo con el paso de los meses. La mayoría de los fallecimientos se registraron de abril a julio de 1941. En 1941 se contabilizaron 437 defunciones, 47 en 1942 y seis en 1943.

El hacinamiento en los corralones aumentaba el contagio

Los malagueños vivieron años muy difíciles. El hambre y la falta de alimentos eran la tónica predominante. A ello se unían la escasez de viviendas, lo que favorecía el hacinamiento en corralones e incluso en cuevas, así como la falta de medidas higiénicas.

Todos esos factores favorecían que el tifus se propagase con celeridad. Por sexos, atacó más a los hombres que a las mujeres. La población más afectada fue la que tenía de 30 a 59 años. Las clases pobres sufrieron más la infección, consecuencia directa de su desnutrición y de tener las defensas inmunológicas muy bajas.

Para contrarrestar la epidemia, el Ayuntamiento habilitó un hospital de infecciosos, abrió una estación de desinfectación y limpieza, se entregaba ropa limpia, se desinfectó el transporte público y se suspendió la Feria de Agosto para tratar de disminuir los contagios.


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