“Está claro que no vivimos en un país de consenso, al menos entre las dos grandes opciones que aún no han aprendido a poner las “razones de Estado” por delante de sus propios intereses basados en cuotas de poder”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA09/02/23. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre política: “No debemos olvidar que el ascenso de las ideologías fascistas y populistas en general se hizo en muchas ocasiones a través de procedimientos democráticos más o menos desvirtuados...
...Unos y otros solo tuvieron que esperar su tiempo para ser creídos. Por esto la importancia de blindar a la sociedad para que esto no suceda”.
De las mentiras falsas a las falsas verdades
“La gente cree lo que quiere creer, y por eso es tan lógico y fácil que todo tenga su tiempo para ser creído”
Javier Marías
Esta idea que repite el autor en su trilogía ‘Tu rostro mañana’, nos pone en alerta sobre las “cosas imposibles de creer” y por ello “imposibles de que pasen”.
Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores, pero se la creen, o no, los contemporáneos. Por eso nos seguimos creyendo que los que perdieron fueron los malos malísimos y los que ganaron los buenos buenísimos. Por ello el continuo enfrentamiento entre los que estás de un lado y del otro.
No debemos olvidar que el ascenso de las ideologías fascistas y populistas en general se hizo en muchas ocasiones a través de procedimientos democráticos más o menos desvirtuados. Unos y otros solo tuvieron que esperar su tiempo para ser creídos. Por esto la importancia de blindar a la sociedad para que esto no suceda. Saber que la libertad de expresión tiene como límite el honor personal y los derechos de las minorías, que es necesario el respeto a la división de poderes y que la igualdad entre las personas incluye el bienestar económico y social para todos, y vigilar para que todo esto se cumpla, es necesario para evitar que llegue la hora de los impostores.
No cabe la menor duda de que es difícil muchas veces donde poner la línea roja y que cuando esto sucede unos de un lado y los otros desde enfrente nos gritarán que estamos dando ocasión a la catástrofe, por ello la importancia del consenso en estas (y otras muchas) decisiones políticas. Pero está claro que no vivimos en un país de consenso, al menos entre las dos grandes opciones que aún no han aprendido a poner las “razones de Estado” por delante de sus propios intereses basados en cuotas de poder. Esto, unido al cáncer de los nacionalismos, nos lleva a forzar coaliciones, que algunos llaman “contra natura” en las que se cuelan partidos de dudoso pedigrí, pero que permiten las labores de gobierno. Desde ese instante las acusaciones de comunistas y fascistas aparecen inmediatamente.
Si esto no se arregla con sentido común podemos liarnos a garrotazos como el cuadro de Goya, que eso si lo sabemos hacer muy bien.
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