“Cada vez veo más al hombre como a un ser indefenso, dominado por el miedo y por la ambición, y tengo que confesar que eso me aterroriza”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


22/06/23. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las tres pasiones de Salvador de Madariaga: “Su tercera preocupación, tal vez la más trágica y noble a su vez, es contemplar el sufrimiento de la humanidad, que en muchas ocasiones llega hasta...

...la misma desesperación. Si el hombre vive en la tragedia, la humanidad es capaz de multiplicarla y hacerla insoportable”.

Vivencias y esperanzas

"Tres pasiones simples, pero abrumadoramente intensas han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación”
Salvador de Madariaga

Cada vez veo más al hombre como a un ser indefenso, dominado por el miedo y por la ambición, y tengo que confesar que eso me aterroriza. Esa propia indefensión nos lleva al amor, no tanto como ennoblecimiento del espíritu como necesidad de protección, como el niño que ante una situación de desamparo se acurruca en el seno de la madre. El otro amor, como proyecto de proyección humana en este mundo, como, al fin y al cabo, de unión con Dios, es mucho más complejo y en el también intervienen, junto a los sentimientos, la razón. Pero al que me refiero es algo más simple e inmediato que como el niño al nacer, necesita el hombre y al que acude como acude al llanto ante el hambre o el miedo.


Por otra parte, como argumenta ese gran pensador español, trasplantado al mundo anglosajón que es Salvador de Madariaga, otro punto que impele nuestra vida de un modo absorbente, es el conocimiento, esa curiosidad que decía Aristóteles, que sentía por explicar lo que estaba viendo delante de si mismo, incluso dentro de si mismo, aunque en este caso no la viera sino que la sintiera. Es este el principio del avance científico, ya sea acumulativo o especulativo. Los hombres inquietos, o que tuvieron la oportunidad de serlo, la mayoría de la humanidad tuvo que dedicar su más o menos extensa vida a buscar alimento y protegerse ante la naturaleza y los demás, trataron de buscar explicaciones de aquello que les llamó la atención, para luego aplicarlo a sus necesidades ya fueran materiales y espirituales.

Su tercera preocupación, tal vez la más trágica y noble a su vez, es contemplar el sufrimiento de la humanidad, que en muchas ocasiones llega hasta la misma desesperación. Si el hombre vive en la tragedia, la humanidad es capaz de multiplicarla y hacerla insoportable.

Sin embargo, todo esto no oculta la grandiosidad del ser humano y de sus obras a lo largo del tiempo, y no debemos de olvidar que junto a las ansias de amor y el sufrimiento, también está el goce y la satisfacción de la obra bien hecha, la comprensión y el perdón, la indulgencia y la clemencia. Todo eso también forma parte del ser humano y de las sociedades que forma, y creo que por eso la puesta merece a pena.

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