“Últimamente se ha desatado en la sociedad en general y en el turismo en particular, una verdadera pasión por lo autentico dando lugar a diatribas de no fácil solución”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
28/09/23. Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la autenticidad en el Turismo, que divide en cuatro categorías, la autenticidad sentida, la relatada, la reconstruida y la inventada, esta última ocurre “cuando se crea un castillo medieval...
...de la nada, una tradición falsa o una reproducción ridícula de un acontecimiento u objeto tradicional”.
En busca de lo auténtico
“El concepto de “autenticidad” como categoría ontológica muestra deficiencias evidentes a la hora de practicar un análisis, por su naturaleza decididamente esencialista. En su lugar, el tratar la autenticidad como un conjunto de rasgos, configurados como signos y, consecuentemente, relacionales, parece prometer un examen más fructífero y disponer de más potencia heurística”.
Alfredo Francesch
La autenticidad es un término de difícil definición, pero que tiene siempre una consideración positiva, teniendo en cuenta que excluye lo falso.
Según el área en que se aplique tendrá mayores o menores dificultades su concreción. En los bienes materiales siempre constará de parámetros objetivos a los que acudir como ocurre con las obras de arte, y los edificios, pero en los inmateriales es más complicado, ya que tendrá mucho que ver con nuestras sensaciones, y también con nuestros valores.
Últimamente se ha desatado en la sociedad en general y en el turismo en particular, una verdadera pasión por lo autentico dando lugar a diatribas de no fácil solución. Una valoración positiva de la autenticidad está muy relacionada por la experiencia particular del perceptor del mensaje, de su cultura y conocimientos sobre el tema y su entorno, y también sobre las opiniones o estímulos que haya recibido de su entorno (hechos estos aparte de aleatorios, manipulables).
De cara a esclarecer el tema yo propongo cuatro categorías fundamentales para aproximarnos a la autenticidad:
- La autenticidad sentida. Nace directamente de nuestros sentidos y nuestra memoria y se refiere a lugares, hechos o experiencias vividas. Es, por ejemplo, la comida que nos hacia nuestra abuela, la semana santa que vivimos en un lugar y tiempo determinado, o las fiestas de nuestro pueblo cuando éramos jóvenes. Tiene por lo tanto un gran valor sentimental, por lo tanto, de atracción.
- La autenticidad relatada. En este caso, la experiencia no es nuestra, es de un tercero, puede ser el abuelo o un amigo, incluso de un libro o de una película. En este caso la clave está en la magia emocional con que el ente trasmisor nos haga llegar el relato. Por ejemplo, el libro magnífico, “Por las huellas de Herodoto” de Antonio Penades, nos traslada sus sentimientos que de adolescente nacieron de la lectura de la “Historia” de ese autor de Halicarnaso, u lo hace de tal manera que nos incita a vivir los hechos que relata.
- La autenticidad reconstruida. Este es un caso más polémico, se trata de reproducir algo que ocurrió y que nos mueve a sentirlo auténtico. Puede ser desde un edificio, un hecho histórico o una costumbre perdida. Así, la reconstrucción de algo que solo quedan las ruinas, de una batalla que hubo hace tiempo o los cantos de siega perdidos que se recuperan por parte de una institución de la sociedad civil. La validez o, si se prefiere, la autenticidad en estos casos depende de cómo se lleve a cabo la “reconstrucción” (su ajuste a la realidad) y como se le explique al público el acontecimiento y su recuperación.
- La autenticidad inventada, diseñada o teatralizada. Es para mí, la falsa autenticidad, aunque se emplea mucho, sobre todo en el campo del turismo. Es cuando se crea un castillo medieval de la nada, una tradición falsa o una reproducción ridícula de un acontecimiento u objeto tradicional, como reproducir una dama de Elche en plástico para un llavero.
Aunque la autenticidad siempre será algo difícil de definir, creo que estas cuatro categorías pueden ayudar a su análisis, facilitando la heurística en los casos de aplicaciones prácticas.
Lo que si podemos asegurar es que lo “auténtico” es, ante todo, un sentimiento, aunque sus características puede objetivarse.
Sin embargo, hay dos cuestiones muy relacionadas entre si que deseo comentar. Una el papel de la interpretación en la percepción de la autenticidad. Otra el de los agentes locales. Hoy día la tecnología ha hecho avanzar muchísimo las formas interpretativas (realidad aumentada y virtual creación de avatares, inteligencia artificial...) dependiendo de estas la percepción de autenticidad, además los sujetos o agentes que la viven y ofertan pueden tener un papel decisivo en los resultados de dicha percepción.
Sobre esto hablaremos en otra ocasión.
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