“La democracia va más allá de un concepto y del mero enunciado de un hombre un voto, es una utopía cuya consecución está más allá del horizonte, un ideal al cual se tiende y a cuyo alcance no debemos de renunciar”

OPINIÓN. 
Piscos y pegoletes
. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA


11/04/24. 
Opinión. El Doctor en Ciencias Económicas y especialista en turismo y ordenación del territorio, Enrique Torres, escribe en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la democracia: “Bajo el título de democracia se esconden realidades muy diversas. Por ejemplo, las hay mal estructuradas, como la propia estadounidense, con ponderaciones irracionales, producto...

...de la historia pero, sobre todo, de los momentos históricos en que se fraguaron. Así, durante muchos años ni mujeres ni negros votaban en las elecciones”.

Elecciones y democracia

“La democracia proporciona un entorno que respeta los derechos humanos y las libertades fundamentales en el que se ejerce la voluntad libremente expresada de las personas”
ONU

Según el semanario The Economist, en 2024 acudirán a las urnas, en diferentes tipos de elecciones y en 76 países de todo el planeta, alrededor de 4.000 millones de personas, prácticamente la mitad de la población mundial.

Estas cifras, así planteadas, parecen llamar a la esperanza. Pero una mera reflexión sobre ellas y las realidades que esconden nos muestran que no es así.

Bajo el título de democracia se esconden realidades muy diversas. Por ejemplo, las hay mal estructuradas, como la propia estadounidense, con ponderaciones irracionales, producto de la historia pero, sobre todo, de los momentos históricos en que se fraguaron. Así, durante muchos años ni mujeres ni negros votaban en las elecciones. Otras son perversas, pues solo acceden a las candidaturas determinados individuos, normalmente miembros de algún partido, otras no garantizan los procesos de elecciones, recuentos y control de resultados, y en casi ninguna existe igualdad de oportunidades entre los votantes y votados para realizar sus funciones.


Todo lo anterior no es razón para denostar, y menos para descalificar, el proceso democrático. Aunque sea el menos malo de los sistemas, muchos creemos que merece la pena insistir en él.

No debemos de olvidar que siempre existieron regímenes alternativos a la democracia y también hubo entre ellos unos que fueron sumamente eficaces y adecuados al momento histórico en que se dieron. Hay que reconocer que, en estados de guerra, pandemias o emergencias por catástrofes, las democracias pueden resultar poco adecuadas para la toma de decisiones y, por ello, para resolver los problemas.

Entre las dos guerras mundiales, el fascismo fue una alternativa, al igual que el comunismo, ante el electorado que lo consideró como una salida real para la Europa del momento. Hubo que esperar el devenir de los acontecimientos para ver el tipo de sociedad que podía encarnar los ideales de libertad y justicia que todos proponían.

La verdad es que la democracia va más allá de un concepto y del mero enunciado de un hombre un voto, es una utopía cuya consecución está más allá del horizonte, un ideal al cual se tiende y a cuyo alcance no debemos de renunciar. Y lo más importante, los fracasos que pueda haber en el camino, no son razón para sustituirla por otro tipo de sistema político que no plantee como principio la voluntad de la mayoría y no considere al ciudadano como centro de la vida social y política.

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