“No se trata de transformase en una criatura inerte, pero sí serena y sosegada, que es el estado de serenidad permanente que nos permite el disfrute de la vida, sin alharacas ni estridencias”
OPINIÓN. Piscos y pegoletes. Por Enrique Torres Bernier
Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UMA
28/11/24. Opinión. El pasado lunes falleció Enrique Torres Bernier, doctor en Ciencias Económicas, profesor de la UMA y gran experto en Turismo y ordenación del territorio. Torres Bernier, que era colaborador de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com desde su inicio, dejó escritos tres artículos, que se irán publicando semanalmente en su columna de los jueves, por respeto a su memoria...
El primero de ellos, hoy, es sobre la ataraxia: “Se define como la ausencia de cualquier perturbación, un estado de tranquilidad voluntaria. Huir de todo lo que perturbe el espíritu. No huyo de las batallas y menos de las controversias, pero no las busco y mucho menos la provoco”.
La ataraxia
He sido una persona activa que me he metido en multitud de proyectos ya que mi interés por las cosas de la vida ha sido muy diverso. En ellos me he dejado buena parte de mi vida, aunque he de reconocer que pocas veces he logrado los objetivos que pretendía de un modo pleno. Lo que si he sido es incansable y con unas energías excepcionales.
Pero el tiempo pasa y con el no solo el cansancio, sino también el desaliento. Uno comienza entonces a mirar más hacia atrás que hacia adelante y de los recuerdos más que de los proyectos. Uno busca ya lugares de descanso donde poder disfrutar de las pequeñas cosas que le quedan, y, sobre todo, las que no se van pero que a veces no nos damos cuenta de que están allí, delante nuestra.
Hace unos meses, leyendo al filósofo Emilio Lledó me encontré con una palabra griega que cita y que se adecua perfectamente a mi situación actual, la ataraxia. Se define como la ausencia de cualquier perturbación, un estado de tranquilidad voluntaria. Huir de todo lo que perturbe el espíritu. No huyo de las batallas y menos de las controversias, pero no las busco y mucho menos la provoco. Quiero tranquilidad, ya que sin ella me sería difícil disfrutar de la vida que me queda y de las cosas que me ofrece y aun puedo disfrutar.
No se trata de transformase en una criatura inerte, pero sí serena y sosegada, que es el estado de serenidad permanente que nos permite el disfrute de la vida, sin alharacas ni estridencias. Tampoco es buscar un estado de felicidad que siempre será algo transitorio tanto desde la perspectiva mental como sentimental y que creo que la mayoría de las personas hemos conocido alguna vez a lo largo de nuestra vida.
Tengo que reconocer que en los tiempos que corren no inducen precisamente a la tranquilidad, ni siquiera a la serenidad de alma. En mi opinión la humanidad está más perdida que nunca a pesar de su poderío económico y tecnológico. Por ello es que sea preciso buscar una posición personal que nos permita protegernos del desasosiego y de la angustia que nos proporciona tanto el modo de vida como los grandes problemas del mundo.
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