“El picudo rojo no se preocupa por la muerte de las plantas que le dan la vida. Son insectos que no ofrecen nada a cambio de comerse estas plantas (son parásitos)”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA


21/01/22. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión nos habla del ser humano: “El Homo sapiens no es una especie estrictamente exótica, pero sí es una especie claramente invasora, una plaga. Si hubiera una especie superior que fuera especista, sin duda nos...

...fumigaría, deseando nuestra extinción, como se hace con los picudos rojos, insectos que, por cierto, se propagaron por culpa de un comercio internacional absurdo y sin control. ¿En serio España necesitaba traer palmeras de Egipto?”.

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Somos picudos rojos

El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es un escarabajo comestible, consumido en el África subsahariana. En su fase de larva, perfora galerías de más de un metro de longitud en los troncos de algunas plantas. Sus favoritas son la palmera datilera, la palmera canaria y el palmito. Si la invasión es grave, las plantas mueren y los humanos hablan de «plaga» y de «especie invasora». No suelen hablar de «irresponsabilidad».

El picudo rojo no se preocupa por la muerte de las plantas que le dan la vida. Son insectos que no ofrecen nada a cambio de comerse estas plantas (son parásitos). Si se les deja, cada hembra puede generar mil descendientes en un año. Acabarían con todas las plantas que les dan la vida. Si se les deja, ellos acabarían con su sustento; acabarían colapsando.

Nos comportamos como picudos rojos

Es bastante evidente el paralelismo entre los Rhynchophorus ferrugineus y los Homo sapiens. Aparte del número de extremidades y otras evidentes diferencias anatómicas, hay una diferencia particularmente inquietante entre estas dos especies. Los picudos rojos actúan por instinto. Ellos no planifican sus ataques, ni estudian las consecuencias, ni son conscientes de su desarrollo insostenible.



El ser humano está arrasando lo que le permite vivir, lo cual no es solo un puñado de plantas, sino tierras y mares: un único planeta. El ser humano (en conjunto) planifica sus ataques, estudia sus consecuencias y es consciente de su desarrollo insostenible.

Mientras las élites gobernantes no quieran establecer límites al crecimiento ni límites a la destrucción, el futuro de la humanidad se acerca a un colapso que parece inminente y —de alguna forma— dramático. Los ricos son un cáncer para el planeta.

El Homo sapiens no es una especie estrictamente exótica, pero sí es una especie claramente invasora, una plaga. Si hubiera una especie superior que fuera especista, sin duda nos fumigaría, deseando nuestra extinción, como se hace con los picudos rojos, insectos que, por cierto, se propagaron por culpa de un comercio internacional absurdo y sin control. ¿En serio España necesitaba traer palmeras de Egipto?

Según el diccionario de la RAE, un significado de la palabra humano es «comprensivo, sensible a los infortunios ajenos». Resulta inquietante que seamos la especie menos humana de todos los homínidos (familia de primates que incluye 8 especies vivas, entre los que están humanos, orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos).

Como dijo el Dr. Oscar Gavira: «Las medidas de control de especies exóticas no representan una solución del problema, porque el verdadero problema es un estilo de vida insostenible basado en el transporte a larga distancia. Las especies exóticas son bioindicadores de este modelo de desarrollo».

Por su parte, el Dr. Mario Alonso Puig dejó claro que una sociedad puede educar para que el cerebro entienda su entorno de forma que nos comprometamos a respetarlo: «El desarrollo del hemisferio izquierdo del cerebro supuso que tuviéramos que pagar un peaje muy alto y fue nuestro alejamiento de la naturaleza. (…) Hemos de entender que el cerebro es enormemente plástico y maleable y que la cultura en la que vivimos puede favorecer más el dominio de uno de los hemisferios o incluso favorecer que trabajen de una forma más integrada».

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