“Durante los últimos años se ha generalizado la poda abusiva, intensiva o salvaje del arbolado urbano. Estas podas se han practicado intensamente durante el último invierno. He constatado que ocurre en los municipios de mi entorno, en Málaga”
“El objetivo del mantenimiento del arbolado debería ser tratar de conseguir la mayor masa foliar posible, la mejor salud de cada árbol y la menor intervención posible, siempre y cuando no sea un obstáculo para otros usos de las calles”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA24/06/22. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión un artículo de Juan Lisbona sobre el correcto trato a los árboles: “Durante los últimos años se está generalizando la poda abusiva, intensiva o salvaje del arbolado urbano. Estas podas se han practicado intensamente durante...
...el último invierno. Personalmente, he podido constatar que esto está ocurriendo en los municipios de mi entorno, en Málaga, pero se extienden a lo largo de la geografía nacional”.
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¿Por qué maltratamos así a nuestros vecinos los árboles?
Durante los últimos años se está generalizando la poda abusiva, intensiva o salvaje del arbolado urbano. Estas podas se han practicado intensamente durante el último invierno. Personalmente, he podido constatar que esto está ocurriendo en los municipios de mi entorno, en Málaga, pero se extienden a lo largo de la geografía nacional. Casi a diario surgen en las redes y en los medios denuncias de malas prácticas por parte de algún ayuntamiento, tanto de podas intensivas como de talas injustificadas.
Algo está fallando cuando existen unos claros y sencillos criterios técnicos y científicos ampliamente respaldados que sistemáticamente están siendo ignorados. ¿Qué lleva a los políticos municipales a actuar así?
Los ayuntamientos podan a lo loco
Los beneficios que nos aportan los árboles en las ciudades son numerosos: filtración de partículas contaminantes, mitigación del ruido, disminución de la temperatura de las ciudades, cobijo para las aves, reducen niveles de estrés y ansiedad en las personas, nos aportan sombra, etc. Después de las podas salvajes (y por supuesto de las talas) dejamos de recibir todos estos beneficios. Y no olvidemos que muchos de ellos se consideran servicios ecosistémicos esenciales en la lucha contra el cambio climático.
Los motivos que llevan a los responsables políticos a practicar estas podas son variados. En algunos casos se realizan para evitar posibles caídas de árboles o ramas y para controlar plagas. Obviamente, hay casos en los que esta justificación es lícita. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las podas son lesivas para los árboles, haciéndolos más débiles y, por tanto, más proclives a sufrir plagas, enfermedades o padecer riesgo de caída. En ocasiones, se crea un problema a un árbol que estaba sano. Es muy común que durante un trabajo de poda en el que no se tomen las medidas de bioseguridad adecuadas (limpieza de equipos entre árbol y árbol, entre otras) se propague, sin querer, una enfermedad entre los árboles.
Sin embargo, el principal motivo es puramente estético. Una inmensa mayoría de árboles son podados para darles una forma artificial. Se abusa de esta poda de manera indiscriminada, sin tener en cuenta la edad del árbol, la idoneidad de esta poda o los riesgos asociados. Esta es una medida electoralista, porque da una falsa sensación a la ciudadanía de que el ayuntamiento está trabajando y cuida de la ciudad, sin tener en cuenta las necesidades reales del arbolado, ni de los vecinos. ¿Cómo nos gusta más un árbol? ¿Con apariencia natural o artificial? ¿Es más importante que el árbol tenga forma geométrica o sus servicios ecosistémicos? ¿A qué otra cosa se podría dedicar todo ese dinero?
En contraposición a la tendencia actual consistente en unas políticas guiadas por criterios subjetivos, estéticos y electoralistas, lo más adecuado sería aplicar criterios técnicos y científicos. Estos están extensamente desarrollados y no dejan margen de duda: la gestión que se está realizando no es adecuada y está resultando gravemente lesiva para el conjunto de árboles, lo que redunda en una menor calidad de vida de los ciudadanos y una menor esperanza de vida de los árboles.
El objetivo del mantenimiento del arbolado debería ser tratar de conseguir la mayor masa foliar posible, la mejor salud de cada árbol y la menor intervención posible, siempre y cuando no sea un obstáculo para otros usos de las calles. Sin embargo, lo que tenemos son árboles con copas cada vez más pequeñas, una salud menguante y podados asiduamente. A veces, se talan para ampliar una calle o una carretera.
Tratar a los árboles científicamente
A través de la Asociación Española de Arboricultura podemos encontrar multitud de libros, revistas, cursos y demás documentación que profundizan en estos criterios. Me quiero centrar en el Estándar Europeo de Poda de Árboles. Este texto ha sido redactado por profesionales de diversos países, de reconocida trayectoria y compromiso con el árbol. Cuenta con el apoyo de la Comisión Europea y tiene por objeto definir los procedimientos técnicos utilizados para la poda de árboles. Hay multitud de aspectos de este estándar que no se tienen en cuenta en nuestras ciudades. Enumeremos algunos puntos importantes:
- “En general no se recomienda la poda de árboles para resolver problemas triviales percibidos (…), ya que cualquier intervención puede destruir los servicios ecosistémicos prestados por el árbol y a menudo puede dar lugar a árboles inestables y a trabajos de seguimiento innecesarios”.
- “Es importante reconocer que, generalmente, los árboles no necesitan ser podados”.
- “La poda provoca lesiones que pueden aumentar la colonización de la madera por parte de hongos y provocar reacciones a las heridas que consumen energía”.
- “La poda debe limitarse a los casos en los que el efecto positivo del trabajo realizado supere claramente el potencial negativo de las lesiones resultantes. De lo contrario, es preferible continuar con el statu quo y no intervenir”.
- “Las personas que se dedican profesionalmente a la poda corren un alto riesgo de transmitir plagas y enfermedades entre los árboles”.
- “El arborista/supervisor cualificado debe proporcionar a todos los trabajadores una sesión informativa sobre el trabajo y una evaluación de riesgos específica del lugar de trabajo”.
- “Las condiciones que se consideran no recomendables para la poda incluyen: Poca vitalidad y malas condiciones de crecimiento”.
- “Todos los trabajos realizados en los árboles y su entorno deberían tener en cuenta la posible presencia de organismos acompañantes, en particular de especies protegidas”.
- “Hay que actuar con la debida diligencia para evitar que se dañen y destruyan los hábitats de las especies valiosas y protegidas”.
- “La poda de los árboles debería realizarse preferentemente con herramientas manuales (sierra de mano o tijeras de podar)”.
- “El tamaño de las heridas de poda debe minimizarse”.
- “Las ramas muertas son una parte natural de la copa de un árbol y no deberían eliminarse a menos que sea necesario”.
- “La madera muerta debería conservarse en la medida de lo posible para proteger el hábitat asociado y los procesos de descomposición en condiciones naturales (en la copa y en el suelo)”.
- “La eliminación del área foliar no debería superar el 30%”.
- “Evite siempre la poda durante largos periodos de sequía”.
- “Ciclos generales de poda:
- Árbol joven: poda regular, pequeñas intervenciones (una vez cada 2-3 años).
- Árbol semimaduro: el ciclo se alarga, se deja que el árbol se desarrolle más libremente.
- Árbol maduro: Intervenir solo cuando sea realmente necesario”.
- “Lo ideal es que todas las operaciones de poda (futuras) se definan en un plan de gestión de arbolado a largo plazo”.
- “Antes de establecer una forma artificial, es necesario un análisis de costes y beneficios”.
- “La parte superior de la copa siempre debe ser conservada y favorecida (sin reducciones)”.
Conociendo los preceptos de este estándar y observando los trabajos hechos en nuestras ciudades, es fácil darse cuenta de que no se están haciendo las cosas bien. Por citar algunas transgresiones flagrantes del estándar, en Torremolinos, este pasado invierno, a pesar de la intensa sequía, se han realizado desmoches a casi la totalidad del arbolado del centro urbano. Otro caso está en Vélez-Málaga, donde los responsables políticos parecen obsesionados con la forma artificial y especialmente la rectangular, incluso en árboles maduros o semimaduros y aplican sistemáticamente la poda de la parte superior de la copa.
Sobre los ayuntamientos descansa la responsabilidad de ejecutar una correcta conservación del arbolado urbano sin disponer de una normativa de respaldo. Por ello, en lugar de aplicar criterios técnicos se aplican otros dudosamente estéticos y electoralistas.
La mejor forma de llevar a cabo un adecuado mantenimiento sería a través de planes municipales de conservación del arbolado urbano, efectuados por arboristas o técnicos cualificados, que cuenten con un inventario del arbolado, que reflejen la justificación de cada trabajo de poda, que contemple el seguimiento del estado de conservación de los árboles antes y después de las podas, que siga los preceptos del estándar europeo de poda y demás criterios técnicos, etc. Tan importante como el plan director es su correcta ejecución. Ciudades como Málaga o Sevilla cuentan con planes correctamente redactados, pero no se llevan a cabo adecuadamente.
El resto de administraciones superiores a las locales deberían de trabajar para buscar la fórmula que obligue a los ayuntamientos a realizar correctamente su trabajo en esta materia. Se podría plantear una Ley Nacional de Arbolado Urbano, o leyes autonómicas; las consejerías de Medio Ambiente podrían destinar esfuerzos en controlar una correcta conservación; las diputaciones podrían prestar asesoramiento técnico, etc. Las posibilidades son numerosas y es evidente la necesidad de actuar ya.
La buena gestión del arbolado urbano se enmarca dentro de las soluciones basadas en la naturaleza, primordiales en la lucha contra la crisis climática. Otra medida relacionada y necesaria es la renaturalización de las zonas verdes de las ciudades (como los cauces de los ríos), también reclamada por la Comisión Europea en la Estrategia de la UE sobre la Biodiversidad de aquí a 2030. Llevar a cabo la renaturalización es muy sencillo y económico, probablemente más económico que las políticas de zonas verdes actuales: solo es necesario aplicar criterios técnicos y un plan director que priorice la biodiversidad y una estética natural, en lugar de una estética artificial.
Muy exitosos y celebrados han sido los casos de renaturalización de los tramos de los ríos Manzanares y Guadalquivir a su paso por Madrid y Córdoba respectivamente. Con inversiones mínimas se consigue traer la naturaleza de vuelta a la ciudad con todos los beneficios que eso conlleva. Han provocado, así mismo, un efecto llamada, multiplicándose por toda España iniciativas para renaturalizar cauces de ríos en entornos urbanos. Pero no solo los ríos son susceptibles de la renaturalización. En todas las zonas verdes urbanas o parques podrían aplicarse criterios ecológicos. Los beneficios serían incalculables: en educación, para conservación de la biodiversidad, para la salud, etc.
Algunas de las medidas podrían ser: respetar e integrar las plantas autóctonas (que no son malas hierbas), favorecer una mayor diversidad de hábitats para polinizadores en entornos urbanos, minimizar las podas de plantas y arbustos, especialmente en época de floración o de cría de aves, dejar espacios libres de césped y vegetación, reducir el uso de biocidas, cambiar parques por bosques urbanos, implantar huertos urbanos, plantar bosques comestibles, promover los alcorques vivos y amplios, reducir o eliminar la práctica de desbroce de praderas, no usar césped artificial, etc.
En definitiva, es necesario cambiar el paradigma jardinero y dejar de maltratar a los árboles y a toda la vegetación, por nuestra salud, para proteger la biodiversidad y para adaptarnos al cambio climático.
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