“Las campañas para reforestación suelen ser fracasos de los que nadie habla y nadie pregunta. Los que plantan árboles no quieren saber cómo evolucionan sus plantones, y los que lo organizan, a veces, tampoco”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA
17/02/23. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre la reforestación: “Los árboles no se plantan por una natural y comprensible preocupación ambiental, sino por quedar bien (lavado verde o greenwashing). Los organizadores suelen buscar más el titular...
...con la foto, que realmente reverdecer un monte. Por eso, no se preocupan de escoger especies adecuadas ni un área digna de ser reforestada”.
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Vamos a plantar árboles. ¿O es mejor renaturalizar?
En 2019, Turquía ganó el récord Guiness de plantación de árboles en una hora. Se plantaron 300.000 árboles en la provincia central de Çorum. Estudios posteriores indicaron que al menos el 90% de los árboles murieron en menos de dos meses. Algo peor ocurrió en 2012 con otro récord Guiness, esta vez en la isla filipina de Lunzon. Allí, no sobrevivió ni el 2% de los árboles.
Por todo el mundo, las campañas para reforestación suelen ser fracasos de los que nadie habla y nadie pregunta. Los que plantan árboles no quieren saber cómo evolucionan sus plantones, y los que lo organizan, a veces, tampoco. Los motivos de este despropósito son variados, pero fáciles de entender. Es frecuente que se escojan para reforestar zonas erróneas o especies inapropiadas, a veces incluso una única especie (contrario a la biodiversidad). También es habitual plantar sin la más mínima formación y no regar los arbolitos ni con un poco de agua en sus primeros veranos de vida.
Estos fracasos son consecuencia de la motivación que hay detrás de muchas reforestaciones. Los árboles no se plantan por una natural y comprensible preocupación ambiental, sino por quedar bien (lavado verde o greenwashing). Los organizadores suelen buscar más el titular con la foto, que realmente reverdecer un monte. Por eso, no se preocupan de escoger especies adecuadas ni un área digna de ser reforestada. Mucho menos se preocupan por regar y hacer un seguimiento posterior. La población también colabora en eso, porque es más fácil conseguir voluntarios para plantar árboles un día, que para regarlos varias veces durante dos o tres veranos.
En muchos casos, estos bosques fantasma se certifican y pueden venderse como carbono capturado. Si nadie mira si los árboles sobreviven, imaginad quién va a contabilizar el carbono que hayan capturado. Estos créditos de carbono pueden venderse a industrias contaminantes para que sus informes queden más verdes. Da igual si los árboles se secan o si ocurre algo aún más grave.
En julio de 2022, una máquina provocó un incendio forestal en Ateca (Zaragoza). El operario estaba trabajando a las cuatro de la tarde con un calor espantoso. Una chispa provocó el desastre: 14.000 hectáreas calcinadas. Este drama ecológico y humano tuvo dos culpables: la insensatez del gobierno de Aragón, que no prohibió ese tipo de riesgos, y una empresa que lo asumió a pesar de ser la segunda vez en poco tiempo que ocasionaba un incendio. La empresa era Land Life y estaba —atención— preparando el terreno para plantar árboles. Land Life es una empresa que planta árboles como negocio para que las multinacionales puedan compensar sus emisiones. El incendio no solo anuló las emisiones compensadas, sino que las incrementó con creces. A pesar de eso, sospechamos que las empresas han seguido compensando su contaminación. En cuanto pagas, recibes tu certificado y lo que pase después a (casi) nadie le importa.
A veces las tasas de éxito de las reforestaciones son superiores, especialmente si se hacen siguiendo unas sencillas pautas. No obstante, cada vez son más los expertos que recomiendan que los árboles se planten por quien mejor sabe hacerlo: la naturaleza.
Lo más barato y ecológico es proteger un territorio de la acción humana y dejar que sea la naturaleza la que se encargue de su gestión. Es lo que se llama renaturalización o rewilding. Esta forma de proceder tiene también sus conflictos éticos propios, así como distintas formas de ser aplicada. Aunque la idea es que el humano intervenga lo menos posible, sí se aconseja que se eliminen las barreras para la fauna: alambradas, muros, presas, etc. Y también que se hagan pasos para fauna (puentes o túneles) en las carreteras cercanas, para facilitar la movilidad de los animales no voladores.
Si entendemos que el ser humano es, para la naturaleza, más un estorbo que una ayuda, entenderemos la necesidad urgente de retirarnos y de proteger tierra y mar de nosotros mismos.
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