“Tender hacia el veganismo (o ser flexitarianos) conlleva grandes beneficios en el medioambiente, en la salud, en la justicia y en el bienestar animal”
OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA05/07/24. Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión escribe sobre reducir el consumo de productos de origen animal: “La principal conclusión es que vaticinan «una reducción sustancial en los impactos ambientales globales para 2050 si a nivel mundial...
...se sustituye el 50% de los principales productos animales (cerdo, pollo, ternera y leche)». Con eso se conseguiría detener totalmente la pérdida de bosques y reducir las emisiones contaminantes nada menos que un 31%”.
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La ciencia aboga por reducir el consumo de productos de origen animal
¿Qué pasaría si reducimos el consumo mundial de productos de origen animal? Un reciente estudio científico de alto nivel responde a esa pregunta. El artículo es de libre acceso y se ha publicado en la prestigiosa revista Nature Communications (2023).
Por nuestra parte, hemos pregonado —por escrito y en un vídeo— que tender hacia el veganismo (o ser flexitarianos) conlleva grandes beneficios en el medioambiente, en la salud, en la justicia y en el bienestar animal. Este nuevo trabajo confirma estudios anteriores con datos más recientes.
Los científicos de este artículo afirman que «cada vez se promueven más alternativas a productos animales para sustituirlos con otros de origen vegetal y lograr dietas más sostenibles». Han utilizado «un modelo económico global de uso de la tierra para evaluar los impactos en todo el sistema alimentario de un cambio dietético global hacia estas alternativas». Resumiendo, la principal conclusión es que vaticinan «una reducción sustancial en los impactos ambientales globales para 2050 si a nivel mundial se sustituye el 50% de los principales productos animales (cerdo, pollo, ternera y leche)». Con eso se conseguiría detener totalmente la pérdida de bosques y reducir las emisiones contaminantes nada menos que un 31% (en 2050 respecto a 2020).
Se han estudiado los efectos en la deforestación, en las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero), en la seguridad alimentaria, en los cambios en el uso del territorio, en la biodiversidad, etc. El estudio no tiene en cuenta nada relacionado con el bienestar animal ni con los derechos de los animales.
Otras conclusiones interesantes
1- La distribución de estos cambios varía según las regiones: los principales impactos se dan en China, en África subsahariana y en América del Sur. Si bien lo mejor es reemplazar la carne de vacuno (por su mayor impacto), también hay que considerar que sustituir múltiples productos animales tiene efectos sinérgicos positivos.
2- Se han analizado diferentes escenarios posibles y sus consecuencias en 2050. Para simplificar los agrupamos en dos:
a- Escenario sin cambios. En este caso, si nada cambia, se espera un aumento de la demanda de alimentos tanto por el crecimiento de la población como por el alza de los ingresos medios. Por supuesto, también se incrementaría la demanda de productos animales (pollo y leche particularmente) y, por tanto, también subiría la demanda de tierras y otros recursos para cultivar los alimentos de ese ganado. Esto conllevaría una subida del 15% de emisiones por estas causas. Lo único positivo de este escenario es que podría mejorar la seguridad alimentaria y reducir la desnutrición, pero solo en el caso en el que la crisis climática no tenga efectos excesivamente negativos, cosa que es bastante improbable. Los demás escenarios tienen más fácil evitar las peores consecuencias de la crisis climática.
b- Escenarios diversos con distintos porcentajes de alimentos vegetales sustituyendo a los animales. En todos ellos se reduce significativamente la demanda de tierras y cultivos. Esto provocaría una reducción en precio de alimentos básicos y una mayor disponibilidad de ellos, lo cual mejora la seguridad alimentaria, incluso en el escenario con menor cambio de dieta (con solo un 25% de sustitución). En el escenario con un 50% de alimentos sustituidos, los GEI se reducen un 31%. Si esa sustitución supera el 50%, las ventajas aumentan, pero se frena su proporcionalidad, porque el primer 50% se lleva la mayor parte de las ventajas.
3- Las tierras de cultivo y de ganadería liberadas por este modelo alternativo podrían ser reforestadas o, sencillamente, dedicarse a rewilding. Los autores concluyen que esto aumentaría los beneficios obtenidos: frenando la crisis climática, la pérdida de biodiversidad, etc. Por supuesto, para que crezcan así las zonas naturales habría que aprobar políticas que lo favorezcan. Los beneficios pueden ser inmensos. Por ejemplo, en el escenario del 50% de sustitución, China podría liberar el 25% de sus tierras de cultivo.
4- África subsahariana y Sudamérica, con Brasil a la cabeza, reducirían también sus tasas de deforestación, incluso aunque la «carne vegetal» solo llegaría en esos países hasta un 22% aproximadamente. No es extraño, si tenemos en cuenta que gran parte de la producción agrícola sudamericana (de soja, por ejemplo) se dedica a alimentar el ganado de lejanos países.
5- En el siguiente gráfico se muestran los cambios en las emisiones de GEI (GHG en inglés) por regiones previstas para 2050. El mapa de la izquierda (REF) presenta la distribución de emisiones en el escenario de referencia, mientras que a la derecha se ven los resultados en el caso de sustitución global del 50%. Los beneficios se observan en prácticamente todo el planeta, destacándose África subsahariana y Sudamérica, seguido de Europa y Estados Unidos.
Es importante aclarar que el estudio escoge productos vegetales alternativos que sean atractivos para el público y nutricionalmente equivalentes a los productos animales que pretenden sustituir. Además, exigieron que los ingredientes fueran factibles de producir a la escala necesaria. También se ha tenido en cuenta un posible efecto rebote. Por ejemplo, al reducir la demanda, podrían bajar los precios; y eso podría incrementar el consumo en otro lugar del planeta.
Un problema puede ser que las alternativas vegetales que se han estudiado no son las más baratas posibles, ya que se trata de alimentos procesados, y no se contemplan otros más baratos y naturales, como legumbres y verduras. No obstante, esos productos se están abaratando y podrían llegar a la paridad de precios en muy poco tiempo. Para conseguir todas estas ventajas, habría que hacer que los productos de origen animal paguen al menos parte de los daños que generan y, además, que dejen de recibir las cuantiosas subvenciones que existen (de la PAC, por ejemplo).
El artículo científico ha sido también analizado en el podcast de Infovegana.
Puede ver aquí anteriores artículos de Pepe Galindo