OPINIÓN. La Ciudad Perdida. Por MálagaREC
Defensor del patrimonio
29/05/15. Sociedad. El colectivo en defensa del patrimonio MálagaREC escribe en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la nueva campaña que junto a activistas y defensores del medio ambiente ha emprendido a través de las redes sociales, a fin de parar la ‘#TalaMasivaMálaga’. Desde hace semanas, el Ayuntamiento que dirige el alcalde en funciones Francisco de la Torre (PP)...
...la ha emprendido con las especies arbóreas de la ciudad. Lo que viene a continuación es una crónica del colectivo, hablando con los vecinos del barrio, muchos a favor de la erradicación de los árboles de su calle, otros en contra. También es, ante todo, una llamada a la movilización. “¿Tan poco amor tienen los vecinos por su barrio?”.
La sangre derramada: Historia de una tala masiva
EN las últimas semanas varias calles de la ciudad han perdido la imagen que tenían.Las cuadrillas de operarios se han repartido por distintas zonas de la periferia para acabar con lo que en palabras del Director de Parques y Jardines fue “un error cometido hace años”.
EL error: colocar una especie de árbol de rápido crecimiento que claramente no han sabido gestionar. De hecho, siguen plantándolo y con dar una vuelta por Málaga se pueden ver en cada rincón, en cada avenida. Por ejemplo, toda la calle Pacífico tiene estos árboles (y se plantaron a mediados de la década del 2000).
EN vez de buscar una solución acorde con una ciudad que se hace llamar eficiente y que pensó presentar una candidatura para ser Capital Verde Europea, han optado por lo rápido: la tala.
EL artículo de hoy será más largo de lo normal, pero el tema lo merece porque esto es sólo el comienzo de una tala de 10.000 ejemplares arbóreos repartidos por toda la ciudad, según han dicho los responsables.
UNA tala que nos arrebatará en un rato lo que nos ha llevado años poder disfrutar.
Lunes, 11 de mayo de 2015
*Todas las conversaciones recogidas en este artículo son reales y transcritas tal cual se dijeron.
Calle Orfila (Huelin).
UNAS vallas de “Prohibido estacionar desde…”, unos conos cortando la calle y maquinaria de obra en la zona. Algo normal en época electoral donde le meten mano a todo lo que pueden. Pero no había forma de saber lo que iban a hacer realmente, los carteles no decían nada más.
Calle Ildefonso Marzo (Las Delicias, Carretera de Cádiz).
AMANECE un nuevo día con carteles junto a los coches, “Prohibido estacionar” y otros que con una cinta de carpintero y un texto escrito a rotulador. Informan de una “poda de árboles”. Los vecinos del barrio que se percatan de ello levantan la mirada para confirmar lo que ya saben. ¡Si ya están podados! A finales de febrero lo habían hecho.
Oficinas municipales.
EN otro lugar de la ciudad, en las oficinas de un organismo municipal se oyen los siguientes comentarios.
— ¿Habéis visto lo que están haciendo en Calle Orfila?
— ¿Esa calle cuál es?
— La que está junto al Parque de Huelin. Están talando los árboles.
EN ese momento, compañeros de las mesas de alrededor intervienen:
— ¿Y eso?, ¿Pero todos? ¿Pero eso cómo es posible? ¡Cómo si nos sobraran árboles en Málaga!
— Pues por lo visto han sido los vecinos que se han quejado de que ensucian mucho.
— ¿Los vecinos? ¡Qué poco respeto, que falta de cariño hay que tener, con lo fresquita y sombreada que está esa calle!
— Si se ensucia pues habrá que limpiar más, pero, ¿talarlos?
LO que comenzó como un comentario sin importancia se acabó convirtiendo en una discusión de 20 minutos en la oficina. Todos estaban de acuerdo en algo, la locura que estaban cometiendo. La conversación acabó con una frase lapidaria: ¡Ahora verás lo que van a disfrutar cuando esté pegando el sol!
Calle Orfila. 15:00 horas.
UN árbol permanece tumbado en mitad de la calle mientras de fondo se oyen los pájaros en los árboles que aún están vivos. No se oye nada más, las sierras mecánicas están paradas, es hora del descanso para comer. Ir andando por debajo del túnel que forman los árboles y ver como el final cada vez está más cerca porque ya han acabado con la mitad, apena enormemente.
UNA veintena de tocones yacen entre los escombros de lo que antes eran aceras.
TOCONES de tipuanas, esa es la especie que quieren erradicar.
ESTOS árboles que durante la floración sueltan unas florecillas amarillas en ramilletes que a muchos disgustan porque manchan el suelo, pero que son árboles que crecen con una rapidez asombrosa y dan mucha sombra a las calles en las que se encuentran.
LA mitad de esta avenida arbolada ya es historia. Más de 20 años de crecimiento que han desaparecido en cuestión de horas. A las 10:00 estaban, a las 15:00, ya no.
EL árbol que permanece tirado en mitad de la calle tiene en su tronco un tajo de una sierra, pero ha caído por su propio peso porque el tronco lo tiene astillado como si un vendaval lo hubiera derribado. Además, tiene una correa atada para impedir que el árbol caiga a plomo, o en este caso, para tirar de él y derribarlo.
LA sabia brota de la madera; de un color rojo intenso y viscoso chorrea entre los trozos astillados. Literalmente, el árbol se estaba desangrando.
UNA imagen que impactaba y que algunos curiosos se acercaban a ver.
ESTA imagen de destrucción es observada con aparente tranquilidad por los clientes de la terraza de un bar. Comen y beben observando la imagen desoladora que los rodea. Un señor sentado allí y con ganas de hablar comenta la escena. “Ya era hora de que los quitaran, es que son muchos años pidiéndolo, hemos recogido firmas y todo”. Al preguntarle por qué, respondía: “Es que son muy grandes ya, se meten en las casas por las ventanas, se caen las mujeres mayores en las aceras y además están enfermos”.
¿QUIÉN dice que están enfermos? Enfermos no están -estaban- porque en el momento de escribir este artículo todos han sido talados.
EL hombre, que parecía estar orgulloso, seguía hablando. “Soy el dueño de este bar y ensuciaban mucho la acera”. Al mencionarle que ahora sin los árboles no iban a ser muchos los clientes que se quisieran sentar en su terraza, el hombre asentía, conocedor de que lo que habían provocado les iba a afectar.
Y allí se quedó, sentado a la sombra de la siguiente víctima de la sierra.
Calle Orfila, 18:00 horas.
VOLVER horas después a Calle Orfila es dar una vuelta por la desolación y por la insolación, como decía un compañero defensor en las redes. La dueña de un comercio cercano respondía sobre la tala. “Los están quitando porque por lo visto las raíces levantan las aceras y perjudica también al alcantarillado. Los vecinos se han quejado de que las aceras están muy sucias y creo, tengo entendido, esto ya me lo han dicho, que perjudicaba a lo que son las tuberías, fontanería y demás que va por el suelo”. Al volver a escuchar esto, la pregunta es obligada ¿Y por aquí han tenido algún problema de ese tipo? La respuesta es tajante. “Por aquí no, que yo sepa, aquí concretamente no”.
LA calle, casi despejada de árboles, lleva a ver otras situaciones llamativas. Un operario con una sierra mecánica se afana en cortar trozos pequeños de un tronco que yace en la carretera; a su lado, tres vecinos están observándolo. ¿Qué hacen ahí?
EL operario se gira a quién escribe este artículo. “Oye, no me grabes ahora, que no llevo las cosas de seguridad. Es que me han pedido los vecinos que les corte unos trozos del tronco para llevárselos”. Ver para creer.
¿SE los llevan de recuerdo? Una tala que ellos han provocado pero quieren quedarse un trocito de recuerdo. Que cada uno piense lo que crea conveniente.
UNA vez repartido el botín, otro vecino que veía la situación comentaba en voz alta. “Ya era hora de que quitaran esta mierda de árboles”. Y se iba orgulloso andando.
Martes, 12 de mayo de 2015.
Calle Orfila, 12:00 horas.
SEGUÍAN trabajando los operarios, talando árboles, levantando aceras y cargando troncos en un camión. Una señora, vecina del bloque que da a esa calle, conversaba con un trabajador que estaba descansando. La mujer agradecía al operario el trabajo que estaban haciendo.
¿TAN poco amor tienen los vecinos por su barrio? Que unas personas que han estado viviendo ahí, que día tras día han visto su calle y su transformación, no le den valor alguno a lo que le rodea, es muy triste.
Calle Ildefonso Marzo, 10:30 horas.
EN el barrio de Las Delicias ya hacía un par días que había comenzado la poda encubierta.
Los carteles no informaban de lo que realmente era. Según informaban, era una poda de árboles.
EN el suelo, nueve alcorques aparecen vacíos, ya los talaron y quitaron los tocones.
Un camión permanece apartado a un lado de la carretera, dos conos regulan el tráfico de la calle y unos operarios municipales comen mientras descansan. Un lado de la calle aún tiene sus árboles, ¿desaparecerán también? El otro lado ya está casi desaparecido, a falta de dos ejemplares que han sido reducidos al tronco.
TERMINA el descanso y sigue el trabajo, un lazo atado alrededor del tronco y un brazo con una garra del camión que pone tirante la cuerda (sujetando el tronco para que quede colgando cuando se corte). El operario de la sierra mecánica la enciende. El sonido estremece, sabiendo lo que va a hacer. Retumba en los edificios de la calle y comienza el corte. Asombra la facilidad con la que la hoja corta el tronco, en quince segundos todo está acabado. La garra echa el tronco a la cuba del camión ¡y a por el siguiente!
ESTA vez, el tronco pelado está doblado hacia la calzada, no hace falta atarlo. Unos segundos de estruendo y el tronco cae sobre el asfalto haciendo un sonido sordo. ¡Se encoje el alma al oírlo!
EL operario llama por teléfono. “Por aquí ya hemos acabado por hoy”. Mientras, otros trabajan en la plazuela de al lado dónde, aparte de talar los 5 árboles que daban sombra a ese rincón donde se reunían los vecinos, han levantado todo el acerado y quitado los bancos. Muchos vecinos se preguntan a cuento de qué: la plaza estaba bien.
UN vecino se acerca y mientras mira a su alrededor, comenta. “Esto es criminal ¿has visto como han dejado la calle?”.
EL dueño de un negocio se debate entre lo acertado o no de la tala. “Yo creo que el motivo de la tala ha sido el tema de las cañerías, de las arquetas de la luz, de las arquetas del agua, pero el que uno sea alérgico o el que se manche el suelo, eso no es motivo para esto”. A la conversación se suma una señora que comenta que era lo mejor. “Yo lo que veo es que está toda la acera levantada y en la calle que yo vivo los propios vecinos han echado cosas para secar los árboles, desde las ventanas han echado cosas para que se perdieran”. “No veas lo que ensucian, que llegaba una a casa y se pegaba en el suelo”. También añadía “que no proteste tanto la gente, que yo le he llamado la atención a muchos comiendo pipas y me han dicho que para eso están los que limpian, ahora si estorban a las cañerías...”.
DE nuevo las cañerías, pero ninguno podía confirmar nada. “Aquí atoros ha habido un montón, pero que hayan sido las raíces no sabemos”. Por lo tanto, no hay constancia de que hayan causados verdaderos problemas. Estamos esperando que nos muestren algún informe de daños causados por las raíces, hasta el momento sólo son palabras.
CUANDO el barrio de las Delicias nació, su calle principal, Ildefonso Marzo, no era más que un terrizo donde se montaban cacharritos de feria de vez en cuando. Fue a principios de los 80 cuando se plantaron las tipuanas en la calle. Las que han talado tenían alrededor de 32 años.
ESTE es el resumen de lo ocurrido en dos puntos de la ciudad, una tala que ha cogido a muchos por sorpresa y no tenían ni idea de las firmas que algunos de sus vecinos habían recogido, otros, en cambio, se mostraban orgullosos de los trabajos.
SON varios los colectivos que han puesto el grito en el cielo y han pedido explicaciones a Parques y Jardines, a su responsable Javier Gutiérrez del Álamo y a Raúl Jiménez, concejal del Área de Medio Ambiente, curiosamente también concejal del distrito de Carretera de Cádiz donde se están realizando las talas.
SON vecinos indignados y muchos otros malagueños que también sufren viendo esto aunque no vivan en las zonas afectadas. Las respuestas oficiales dicen que se están poniendo nuevos árboles que causen menos problemas (almeces), pero eso ni nos tranquiliza ni nos sirve de nada. El problema no es poner o no poner otros, sino la pérdida de ejemplares adultos que ya estaban cumpliendo su función; mejorar nuestro aire y dar sombra para refrescarnos.
EL contador ya está en marcha y aún quedan muchos para llegar a los 10.000 ejemplares que quieren talar, aún queda mucha sangre que derramar. Puede ser en tu calle, puede ser en la de al lado, puede ser en tu barrio o en el de más allá. Hay que estar atentos a la mínima pista.
LOS únicos que podemos evitar esto somos los malagueños. Nosotros tenemos el poder de parar esta tala masiva que está acabando con los pocos lugares con arboledas que tenemos en nuestra ciudad.
¡NO a la #TalaMasivaMálaga!
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