Algunos de los establecimientos hoteleros tienen que compensar a sus clientes por las quejas que reciben por el ruido de la calle. Esto produce un perjuicio económico del que nadie se responsabiliza, excepto ellos que denuncian la dejadez del Ayuntamiento en la gestión de la ciudad

26/05/17. Sociedad. Como lleva informando EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com desde hace años, la situación en el Centro Histórico de Málaga se ha vuelto insostenible. Las molestias que sufren los residentes y algunos de los establecimientos hoteleros por culpa del ruido, han aumentado considerablemente en los dos últimos meses. Antes, las quejas por ruidos se producían...

...durante el fin de semana, cuando la afluencia de personas era mayor en el centro, sin embargo ahora, se producen prácticamente a diario. Por muchos debates que se organicen entorno a este problema, como el que coordinó Sur el pasado mes de abril entre hosteleros, comerciantes y vecinos (AQUÍ), la realidad es que las circunstancias no han cambiado y el Ayuntamiento continúa desoyendo las quejas ciudadanas.

MUCHO ruido en el centro de Málaga. Esto es lo que denuncian (desde hace años), los residentes y propietarios de algunos establecimientos del Centro Histórico de la ciudad. Los bares del centro, con sus terrazas, y las discotecas de la zona, provocan que la gente esté en la calle hasta altas horas de la madrugada, molestando con gritos y peleas a aquellos que intentan descansar. Como ya informamos anteriormente (AQUÍ), en los últimos ocho años se han perdido 10.000 residentes en el centro, motivados por los problemas que conlleva vivir en la almendra malagueña. Maite Aguilar, vecina y propietaria del local ‘Mil sabores’, situado en la calle Mártires, denuncia que en el último mes y medio aproximadamente, los ruidos que originan los jóvenes que salen de fiesta al centro se producen “hasta las siete de la mañana, y diariamente”.

CUENTA que hacen botellones en la calle, lo que está taxativamente prohibido, que han proliferado los carteristas, y que la policía no hace nada al respecto: “Es que tú imagínate, desde las doce o la una hasta las siete de la mañana”, explica que “está todo el mundo quejándose”, y añade que incluso aquellos establecimientos que tienen una buena aclimatación acústica notan el ruido del exterior. Argumenta que gran parte de este problema lo ocasionan las ‘erasmus party’, fiestas organizadas por diversos locales que buscan explotar la afluencia de estudiantes extranjeros. Como dueña de un negocio, se indigna ante las acciones del Ayuntamiento, que permite que se moleste a los residentes, y objeta: “Yo he tenido que quitar hasta los carteles de la pared porque son 600 euros de multa, entonces yo molesto al PEPRI, ¿el resto no molesta?, al resto se le permite todo, ¿por qué?”. Comenta que no entiende la permisividad del Consistorio ante determinados negocios, cuando ella, por ejemplo,  tuvo que cerrar su local por las obras en los Mártires, hecho del que asegura, se tendría que haber responsabilizado el Ayuntamiento.


ANTONIO César, presidente de la Asociación de Vecinos Málaga Centro, cuenta en relación a los problemas que acaecen en el centro que: “Los residentes queremos un barrio vivo, habitable, nos quejamos, protestamos, sin embargo si nos expulsan, como ya han hecho, nadie protesta por el centro”. Esa es la idea que resume la gentrificación del centro según César, y que califica como: “Genocidio y exclusión, que es lo que llevan haciendo desde que se peatonalizó calle Larios”. César, critica la dejadez del Consistorio en sus obligaciones con la ciudad: “Este Ayuntamiento se ha empeñado en expulsar a los vecinos, y a los pocos que hay, amargarles la vida (...) casi a diario hay gente gritando en la calle, cosa que no me parece muy lógica, pero son personas que vienen de fuera, y les da igual”, y articula que “hay un abandono de la gestión de la ciudad por parte del Ayuntamiento, porque los recursos que tenían que dedicarse a cuidar de la ciudad son los que se dedican a multar coches, no tienen ningún interés en arreglar la ciudad”.

SONIA Aguilar Domínguez, socia de los Apartamentos Coronado, en la calle Coronado, explica que el pasado lunes acudió a poner una queja a la policía en relación al ruido que se produce en las calles y molesta a sus clientes. Los agentes le contestaron que pasarían por allí y que la zona es “conflictiva”. Domínguez alega: “No sé qué zona conflictiva, porque los fines de semana siempre ha habido más movimiento, pero esto como ahora, jamás. Ya es todos los días y tengo que cambiar a los clientes para que den (las ventanas de las habitaciones) a la zona de dentro”. Manifiesta que los clientes, sobre todo aquellos cuyas ventanas de las habitaciones dan a la calle, se quejan a menudo del ruido. Uno de ellos, de Nueva York, se sorprendió, ya que eso en su ciudad, dice que no ocurre. Otros clientes más mayores, argumenta la empresaria, se llegaron a asustar pensando que había una pelea.

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, Domínguez comenta irónicamente: “Yo pensaba que estaba prohibido beber en la calle, yo que he vivido en el extranjero, lo que veo aquí, no lo he visto nunca”. Se refiere a la gente que acude a la sala Bubbles, situada en la calle Mártires y que cierra a las seis de la mañana, donde asegura se puede ver como los clientes de la discoteca consumen alcohol en la calle, fuera del local, a pesar de estar prohibido. Declara que la situación ha empeorado desde hace mes y medio aproximadamente, previamente, las quejas se producían los fines de semana casi en su totalidad. El problema no es solo el ruido, muchos de los jóvenes que salen a la puerta del local a fumar, se dirigen a los callejones interiores para orinar, y es al día siguiente cuando los propietarios del resto de locales tienen que hacerse cargo de la limpieza.


ANAYA García, una de las socias del hostel-cafetería ‘Dulces Dreams’, localizado en la Plaza de los Mártires, padece la misma situación, los clientes del hostel se quejan del ruido. Culpa en parte a la sala Bubbles, de la que comenta: “El portero no se responsabiliza, y no hace ver a la gente que no pueden salir fuera con las copas, o a fumar, que salen grupos grandes y chillan mucho y hay gente viviendo y gente del hostel. Les da igual, yo he intentado hablar con ellos un par de veces pero ha sido para nada, te dicen que ese no es su problema”. Desde este establecimiento han llamado varias veces a la policía, pero añade que cuando llegan, ya se ha ido la gente y con ellos el problema. Explica que a veces también se producen disputas, “de hecho hace no mucho hubo una pelea con cuchillos y todo” y opina que es “una vergüenza para la imagen de Málaga, porque la iglesia que hay ahí, la de los Mártires, se usa de rellano para hacer botellón, entonces por las mañanas cuando llegas hay restos de colillas, de botellas, de alcohol, de vasos, de orines, etc.” En relación a la frecuencia de las quejas por parte de los clientes, dice que ahora son más. De hecho, manifiesta que como tienen pocas habitaciones, no pueden trasladar a la clientela para que esté más cómoda, en su lugar les compensan regalándoles desayunos, lo que supone un perjuicio económico para su negocio, del que nadie se responsabiliza. “Es un gasto que corremos nosotros, sin tener por qué hacerlo, no es culpa nuestra, es algo ajeno, pero es así desgraciadamente”, apostilla.

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